martes, 27 de marzo de 2012

¡Esto sí sería un cambio!



Por: Félix Socorro - @felixsocorro - Mientras veía una de las tantas repeticiones que hacen los canales por cable o satélite de películas que fueron consideradas buenas por su contenido, efectos especiales o simplemente por su simplicidad, encontré una frase en “Al diablo con el diablo” que me hizo reflexionar profundamente. En una de las escenas donde el protagonista se queja de sus fallidos deseos cumplidos de manera bizarra por “la señora de las tinieblas”, ella le responde: “es que no sabes pedirlos, no eres específico” al expresar sus deseos.

Eso mismo nos pasa a nosotros.

Ante la situación política que estamos experimentando expresamos deseos incompletos y nada específicos que pueden llevarnos al caos dentro del caos.

Recuerdo que antes de 1998 la gente decía que en Venezuela lo que faltaba era “una cachucha” (expresión que personalmente me desagrada), haciendo alusión a que en la época de Pérez Jiménez, la tan temida dictadura, la cosa “no era tan mala”, la gente expresaba que quería un cambio, que se acabara ese “más de lo mismo” que veníamos experimentando. Deseos por demás incompletos, porque obviamente a nadie le gusta vivir bajo la sombra de un dictador y los cambios que se persiguen deben ser para mejor, siempre.

Quienes tenemos conciencia de país deseábamos un cambio, lo soñábamos parecido a lo que está viviendo Chile en el presente o como lo anunciaba Dubai en su momento, no esto, con certeza. Pero el problema es que queríamos y queremos construir una casa de cristal usando ladrillos de arcilla y concreto. ¿No es así?

Un ejemplo de nuestra falta de madurez política y nuestra incapacidad de materializar los cambios es que en pleno siglo XXI aún estamos hablando de Gobernadores y Dirigentes. ¿Cómo podemos hacer entender a quienes deben servirnos que son eso, justamente, SERVIDORES PUBLICOS, si les llamamos GOBERNADORES? La finalidad de un Gobernador es precisamente gobernar, regir a su criterio y caprichos el destino de una comarca, región o estado, es la autoridad única, su palabra y sus deseos son ley. ¿En qué se parece eso a un servidor público?

En los términos más sencillos un Servidor Público está ahí, justamente, para servir, para dar respuesta a las exigencias de quien le demanda servicios y cuidados, es la voluntad del otro la que debe cumplir y no la suya propia, pues esta para SERVIR, para DAR, para hacer uso de sus habilidades y conocimientos y dar respuestas oportunas, ciertas, confiables y válidas a las tareas que se le han asignado ejercer.

Pero nosotros nos empeñamos en elegir Gobernadores, al hacerlo obviamente le estamos dando el poder de que nos gobiernen, que nos digan qué hacer y que no, que legislen y nos obliguen a cumplir tales leyes sin consultarnos. Le envestimos con tal poder que terminamos sirviéndole y haciendo su voluntad y éste, que fue elegido para satisfacer las demandas del pueblo, termina por ser quien se enriquece y satisface, en la mayoría de los casos.

Nosotros no necesitamos Gobernadores, ni Alcaldes ni Presidentes, necesitamos una figura más parecida a la de un conserje, sí propongamos elegir al Conserje del Estado, la persona que debe mantenerlo limpio, hermoso, acogedor y que responde a todos los residentes de ese lugar, que es empleados de todos y que está obligado a dar lo mejor para todos y con los recursos que se le dan, sin más ni menos.

Lo mismo ocurre cuando hablamos de “dirigentes políticos”, quién dijo que necesitábamos dirigentes, en todo caso lo que se requiere son representantes, personas que compilen nuestras exigencias, nuestras expectativas y nuestras quejas y puedan manifestarlas en los espacios que corresponda y que por simple lógica no pueden albergar a todos los ciudadanos.

¿Se dan cuenta? Como no sabemos pedir, como no somos precisos al hacerlo es que nuestra situación política no ha experimentado el cambio soñado.

Deseamos un cambio pero queremos hacerlo con las mismas herramientas que hemos utilizado en los últimos doscientos años. Queremos un cambio pero sin que cambie nada, sin que los conceptos, la visión y las normas se ajusten a una realidad progresista, deseamos la Venezuela de ayer y no la de mañana.

Por tener un presidente y no un “servidor público” es que nos están arrastrando a un pensamiento político que ni en China funcionó, un pensamiento que es líder en países pobres y escasos, donde solo una persona es la que dice qué hacer, pensar o decir.

Hablamos de república, cuando nuestros políticos actúan bajo un pensamiento monárquico, donde el presidente es el rey y decide con su poder ilimitado el destino de una nación, mientras su corte le acata por miedo o por entrega, por servilismo o cobardía. Donde el sueño de quienes le adversan es convertirse algún día en el monarca y cambiar un estilo de pensar por otro, sin que ello garantice que se cumplirán las expectativas del pueblo.

Yo me niego a seguir eligiendo “dirigentes”, “gobernadores”, “presidentes” y creo que todos deberíamos negarnos a ello, tenemos que contratar “servidores públicos” bajo un régimen de evaluaciones anuales que garanticen con indicadores de gestión si sus resultados coinciden con la expectativa de todos, si lo hace, genial, seguirá ocupando el puesto, si no, se le despide, y se nombra a alguien que sea mucho más capaz, me parece irresponsable dejar pasar 3 o 6 años para poder decir si lo está haciendo bien o mal, en las empresas bastan 3 meses para saber si el empleado es el indicado, si no se despide y se contrata a otro ¿por qué no podemos hacer lo mismo en el esquema público? ¡Eso si sería un cambio!

Bueno, para culminar, he aquí mi deseo, específico y claro, el que quiero para mi país: Deseo que Venezuela sea atendida por profesionales de carrera y no por políticos de oficio, quienes fueron encapuchados y malos estudiantes en el pasado. Deseo que se le observe como una empresa que año a año debe generar utilidades para su pueblo, hacerse más rica y prospera, creando empleos, con amplia responsabilidad social y llena de oportunidades. Donde el conserje que no sirva sea retirado por causa justa y en su lugar se coloque alguien más capaz y comprometido con cumplir su labor. Deseo un país que sea visto como una gran empresa, cuyos Conserjes sean las mentes más brillantes y a quienes más les duela lo que ocurra en ella, y donde los ACCIONISTAS y PROPIETARIOS, léase, LOS VENEZOLANOS contemos con la suficiente educación, madurez y criterio para entender que sólo si nos convertimos en un país unido y comprendemos que no ganamos nada siendo más vivos que los demás, que debemos servir y ser servidos, que nuestra principal riqueza es nuestra gente, sí, donde los ACCIONISTAS y PROPIETARIOS seamos capaces de exigir porque podemos dar, vivamos en tranquilidad, en paz, sin enemigos, sin amenazas, sin desunión y seguros de un futuro brillante. Eso quiero.

¡Esto sí sería un cambio!

Tomado de: http://persardenuevo.blogspot.com

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