martes, 8 de septiembre de 2009

A mis compañeros de armas


Por: Fernando Ochoa Antich - fochoaantich@hotmail.com - La recurrente crisis con Colombia me causa gran preocupación. Durante los diez años de gobierno de Hugo Chávez no ha habido un solo momento de tranquilidad. Algún incidente provoca el incremento de las tensiones entre los dos países. Posteriormente, las relaciones se estabilizan por el esfuerzo diplomático de las dos cancillerías para, de inmediato, volver a las mismas andadas. Es verdad, que el origen profundo de este problema surge como consecuencia de las dos muy diferentes visiones ideológicas que tienen los gobiernos: un régimen de tendencia marxista en Venezuela; un gobierno conservador en Colombia. Es muy difícil, para no decir imposible, armonizar tan marcadas diferencias, pero también es cierto que muchas de las crisis se originan por el uso indebido que hacen los dos presidentes de los medios de comunicación. La poca prudencia de sus intervenciones agrava, normalmente, la situación existente. En estos momentos, las tensiones se encuentran al rojo vivo. La decisión del gobierno colombiano de permitir la utilización de varias bases aéreas por los Estados Unidos ha provocado una airada reacción en Hugo Chávez. Trataré de analizar los hechos con la mayor objetividad posible para lograr llegar a algunas conclusiones. Lo primero a señalar es que la decisión del Estado colombiano es absolutamente soberana. No le corresponde a otro gobierno criticar dicha acción, ya que de hacerlo se estaría inmiscuyendo en los asuntos internos de ese país. Lo que si es posible, es que los gobiernos latinoamericanos, por razones de principio, hagan pública su posición ante la presencia militar de los Estados Unidos en la América. Esta declaración debe ser prudente y comedida. Sorprendentemente, las intervenciones de los altos voceros del gobierno venezolano, al referirse a dicho problema, han sido destempladas y agresivas. Las declaraciones de Hugo Chávez señalando que se viven tiempos de guerra en la América del Sur y la invitación realizada por Francisco Arias Cárdenas, viceministro del Exterior, a los dos pueblos para impedir por la fuerza la utilización de las bases colombianas por los Estados Unidos son verdaderamente peligrosas e irresponsables. El gobierno de Venezuela ha justificado esas intervenciones argumentando que la presencia en Colombia de efectivos militares norteamericanos es una amenaza en contra de nuestra soberanía. Considero que este argumento no tiene verdadera sustentación. Veamos. Las Fuerzas Armadas norteamericanas tienen suficiente capacidad de intervención aérea en caso de un conflicto en Venezuela. No sólo cuentan con bases militares cercanas a nuestras costas, sino que pueden movilizar, sin mayores dificultades, la IV Flota al Caribe. De ocurrir esta medida, su superioridad aérea sería una realidad indiscutible. Esta gran verdad me ha hecho reflexionar sobre el tema. La alianza militar de los Estados Unidos con Colombia debe analizarse desde otro punto de vista: ha roto el natural equilibrio estratégico y geopolítico entre Colombia y Venezuela. Ese necesario equilibrio siempre se logró, a través de nuestra historia, mediante la neutralidad de los Estados Unidos ante cualquier conflicto bilateral. Así ocurrió, por ejemplo, cuando la crisis de la Corbeta Caldas. Los dos países utilizaban caminos distintos para garantizar esa neutralidad. Venezuela mediante nuestra garantía de seguro suministro petrolero a Occidente; Colombia a través del respaldo político incondicional a las posiciones internacionales de los Estados Unidos. Lo preocupante es que esta inteligente política exterior venezolana ha sido totalmente modificada por el actual gobierno, sin medir cabalmente sus consecuencias. La prédica, altisonante e innecesaria, en contra de los Estados Unidos nos ha transformado, junto con Cuba, en sus enemigos jurados. Al contrario, Colombia ha aprovechado el interés norteamericano de la lucha en contra del narcotráfico para lograr un acuerdo militar de gran importancia. Esta nueva realidad estratégica debe ser analizada por el Alto Mando Militar y por los miembros de la Fuerza Armada. Produce una superioridad militar de Colombia realmente delicada. Por suerte, en política es posible rectificar. Se requiere tiempo e inteligencia. Ustedes tienen la responsabilidad constitucional de garantizar la soberanía nacional. Esto se logra no sólo en la guerra. En tiempos de paz exige influir en las políticas diseñadas y ejecutadas por el gobierno nacional para lograr que ellas representen realmente los intereses nacionales. Es momento de rectificar nuestra política exterior. De no hacerse, Venezuela puede vivir grandes peligros. Esa es una responsabilidad histórica de la Fuerza Armada. Ojalá la cumplan. Caracas, 23 de agosto de 2009.

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