Por: Juan Guerrero - @caminodeasis
Ciertamente que no todos los jerarcas del régimen chavista ni los
miembros del Psuv son delincuentes, pero sí todos los delincuentes son
y/o están vinculados al poder del Estado.
Esto puede verse en los violadores, ladrones, extorsionadores,
corruptos, narcotraficantes y asesinos, quienes prefieren estar entre
rejas para así sentirse protegidos por el régimen del Estado.
En varias partes del país existen los denominados “colectivos
armados” que con toda impunidad funcionan sin mayor control policial.
Mantienen zonas declaradas “liberadas” donde se controla desde el
tránsito vehicular y de ciudadanos hasta los bienes más primarios, como
alimentos y medicinas.
En su momento el ya fallecido ex presidente de la república Hugo
Chávez Frías afirmó, en reiteradas ocasiones, que todo asunto de
incumbencia colectiva era siempre de interés y visión política. Y esto
es cierto. No así el tratamiento que siempre se le ha estado dando a los
asuntos ciudadanos, desde un sesgo partidista, sea este oficialista u
opositor.
La visión que el régimen le ha dado a la inseguridad ciudadana es de
índole partidista, grupal, no así la atención que la colectividad
constantemente advierte: que es de naturaleza estrictamente política y
de solidaridad humana, como debe ser.
Y esto es tan cierto que en el asesinato de la actriz Spear y su
esposo, la comunidad de El Cambúr, sitio donde se “enconcharon” los
asesinos, fue protagonista cuando los vecinos actuaron casi de inmediato
para cercar a los delincuentes y alertar a la policía.
Eso evidencia la consciencia política del ciudadano venezolano quien
sí entiende que lo sucedido en ese horrendo crimen como los cientos de
miles que a diario ocurren en Venezuela, son por ineficiencia,
complicidad y responsabilidad del régimen que ha mezclado Estado,
gobierno y partido en una sola unidad político-administrativa y quiere
hacerle ver a los ciudadanos que el poder existe solo en una sola
institución y persona: Miraflores-presidente.
Pero la consciencia del venezolano es mucho más aguda e inteligente y
percibe que esa distorsión, esa artimaña y en definitiva, ese engaño,
es una estrategia partidista para acentuar la cada vez más quebradiza
influencia del régimen y del partido que día a día se enfrenta a las
decenas de manifestaciones, paros, huelgas y reclamos por la desidia
gubernamental que ya no puede garantizarle al ciudadano venezolano su
más preciado bien: la vida.
Más de 20 mil asesinatos en un año colocan a Venezuela entre los 5
países más violentos del mundo. Esta violencia que amenaza con
generalizarse en confrontaciones colectivas, tiene su modelaje, tanto en
el antiguo líder HCh como en su ahora discípulo Nicolás Maduro. También
en las decenas de imágenes que por 15 años presentan a niños y
adolescentes mostrando uniformes verde oliva, armas largas y cortas, así
como en los programas, tanto de televisoras públicas como privadas,
donde la violencia, tanto verbal como física, eran y siguen siendo, el
modelo a seguir por millones de niños bajo la mirada complaciente del
régimen del Estado y los padres y representantes.
Especialistas en psicología, sociólogos, antropólogos, psiquiatras y
estudiosos del lenguaje, por años hemos estado advirtiendo del riesgo
que representa la permisividad al dejar a líderes políticos, militares y
responsables de medios audiovisuales, utilizar imágenes, lenguaje
verbal y kinésico (gestos, ademanes) sin mayor control.
Apenas horas después del horrendo crimen contra la actriz y su
pareja, fueron asesinados un docente universitario y su madre. Días
después, en San Félix, una joven de apenas 33 años fue asesinada para
robarle unas bolsas de comida. Su hija de apenas año y medio, presenció
cómo mataban a su madre.
Frente a estos y otros miles de asesinatos está el otro drama:
quienes quedan en la desesperanza, la soledad y el desamparo. Niños,
jóvenes y ancianos, y aquellos que han sobrevivido y sufren las secuelas
psicológicas y espirituales. O quienes quedan lisiados, mutilados y
minusválidos en una sociedad donde el Estado y su régimen, mientras
redacta maravillosas leyes, decretos y ordenanzas para amparar la vida,
en la práctica desprecia al débil jurídico, a quien no le sirve para
usarlo como propaganda.
Para el régimen del Estado venezolano el pobre, quien apenas
sobrevive con el salario de quince y último, es un paria social, un
estorbo que es necesario aniquilar. Para ello permite la existencia de
más de 8 mil bandas de criminales y delincuentes, que diariamente
saquean los bolsillos del más débil y le roban la vida.
(*) camilodeasis@hotmail.com / @camilodeasis
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