lunes, 29 de noviembre de 2010

Carta Abierta a Santos


De: Maritza Castrillón Silva - Ciudadana colombiana -
Señor
JUAN MANUEL SANTOS
Presidente de la República de Colombia
Ciudad.-
Señor Presidente:

Trataré de ser tan diplomática como Ud. es, pero no caeré en la hipocresía y lambonería de la que también ha hecho tanta gala en escasos cien días de gobierno.
Usted se reúne con su gabinete a evaluar sus primeros tres meses y yo lo he evaluado a usted día por día desde que se posesionó.
Una sospecha terrible me atrapó desde el mismo día cuando oí el discurso de Benedetti (¿Conocía usted ese texto de antemano?) y se acrecentó el martes siguiente, día de su reunión en Santa Marta con Hugo Chávez. Le confieso que lloré. Fue una mezcla de indignación, rabia e impotencia, un sentimiento de profunda humillación. No fue fácil ver cómo nuestras fuerzas militares debieron rendirle honores a quien es cómplice de sus propios asesinos, a quien ha favorecido y protegido a los que han secuestrado, mutilado y masacrado a sus miembros. Y usted… usted sonriendo y abrazando a ese delincuente que llegó en sudadera a mofarse de nuestro país.
Desde entonces lo veo con más desconfianza y menos respeto, porque ya ciertas hilachas de duda me tenían incómoda. Sus “devaneos” con Baltazar Garzón ya me causaban rasquiña.
El rosario de eventos posteriores me han confirmado que lo mínimo que usted merece de sus electores uribistas es un chancletazo bien lanzado a la cara.
Quise convencerme de que tantas deferencias con Chávez eran una estrategia necesaria para recuperar una platica que el descarado vecino le debe a nuestros exportadores y darle el beneficio de la duda. Pero no, Presidente. Nada justifica que usted y su canciller hayan echado la basura debajo del tapete para que todo se vea bonito. Como si el pasado hubiera desaparecido, como si la protección de Chávez a los narcoterroristas de las FARC fuera un invento de Uribe o solamente un tierrero armado por viejas chismosas en la OEA. Como por arte de magia, Chávez dejó de ser el compinche de nuestra peor tragedia, para convertirse hoy, cien días después, en su “nuevo mejor amigo”. ¡Qué cachaza! Definitivamente usted en lugar de vergüenza, lo que tiene es huevo.
Traté de digerir, con el menor costo emocional posible, sus tempranas actuaciones como Jefe de Estado.… y no pude. El nombramiento en su gabinete ministerial de declarados enemigos de quien lo puso a usted en donde está, fue su primera muestra de deslealtad. Quise encontrar un nombre para su “estrategia” y no encontré uno diferente al de TRAICION. Contrario a lo soterrados que son la mayoría de los traidores, usted lo es cínicamente y sin agüero. Su fulana Unidad Nacional es un asco.
Su empeño en favorecer a su antigua y moribunda colectividad, el Partido Liberal, en lugar de ser leal a la que le dio la victoria, es la confirmación de que usted usó un excelente disfraz solo para ganarse el concurso.
Su “diplomacia” ha traspasado límites, señor Presidente. Eso de alcahuetearle el autogolpe a Correa y decretar tres días de duelo nacional por la muerte del camarada Kirchner, deja de ser diplomático para pasar a ser lambón. Qué sorpresa. Usted no decreta duelo nacional por quienes sí nos importan y sí lo merecen, nuestros connacionales, héroes, soldados, que antes de morir, pusieron el pecho por nuestra democracia, “maestro”.
Con bombos y platillos anunció el proyecto de la Ley de Víctimas. Hasta yo podría llegar a ser beneficiaria si me lo propusiera. Plausible intención, si señor. Intención que se convertirá en un boquete fiscal incontrolable y que llevará al país a la inevitable ruina. Usted le abrirá la puerta al robadero más legal de la historia de Colombia. Como si no tuviéramos suficiente con la corrupción que nos azota. Hasta preferible hubiera sido que Ingrid nos hubiera demandado.
Una nueva bofetada le ha dado mezquinamente usted al Presidente Uribe, cambiando la terna para la Fiscalía General en un nuevo acto de generosidad desbordada con el paquidérmico Partido Liberal. Hasta tacto le faltó para notificar a los antiguos ternados de su decisión, que, entre otras cosas, muchos consideramos inconstitucional.
Hoy, me entero de esta dolorosa noticia. Usted, haciendo caso a su “nuevo mejor amigo”, extraditará a Makled a Venezuela, mientras calla servilmente ante los insultos de Ortega, para no ofender a uno de los peores enemigos de Colombia….COBARDE! Esta, señor Presidente, es la más cínica decisión que usted ha tomado en sus tres meses de gobierno. La más cruda verdad se la ha dicho ya el Dr. Fernando Londoño. Abofetear también al gobierno de los Estados Unidos, para aliarse claramente con la dictadura venezolana, no solamente ha sido su mayor error jurídico y diplomático, si no la adquisición de un nuevo “mejor amigo”, a cambio de millones de enemigos.
Del tratamiento a los militares, ni hablemos, hipócrita traidor. Eso es un capítulo aparte. Que tristeza que usted no haya asistido a la misa que se ofreció en honor a nuestros militares y policías caídos en la toma del Palacio de Justicia, y en cambio, haya asistido juicioso a invitación similar, que le hizo el guerrillero Guarín, ese mismo que, encompinchado con un reguero de hampones han conseguido encarcelar a los héroes de Colombia y mostrar como inocentes a feroces terroristas, hoy pavoneándose tranquilos por el Congreso.
Recurrentemente y de manera muy juiciosa, usted ha permitido que se insulte y se minimice la labor de su mentor. Ha hecho lo posible por ensuciar su trayectoria y ha desconocido que fue únicamente él, quien permitió que usted hoy sea presidente.
Cuente con sus 45 meses restantes, pero ni sueñe con la re-elección. Desde ya, es imposible. Se lo juro. Nunca se la va a merecer y, lo que es mejor, NUNCA se la vamos a dar. La traición no merece continuidad.

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