jueves, 27 de mayo de 2010

Otro viaje del cántaro al pozo


Por: Luis E. Alcalá - Nueva ocurrencia presidencial: que el descenso de 5,8% en el Producto Interno Bruto de Venezuela en el primer trimestre de este año, medido por el Banco Central de Venezuela, fue festejado por “la burguesía” venezolana, sin percatarse de que es “la muerte del capitalismo” lo que ese retroceso anunciaría: “La burguesía está haciendo fiesta; no se da cuenta de que en realidad eso refleja el velorio del capitalismo”. Sin embargo, el instituto emisor señaló como causas de la contracción la crisis eléctrica, la disminución de la actividad del sector petrolero y la restricción en el acceso a las divisas para importaciones, como los principales factores. ¿Es una casualidad que estos tres son de exclusivo control y responsabilidad del Estado, de lo único que operaría en un sistema plenamente socialista? Si a algún culpable señala el BCV, ése es muy precisamente el Estado cuya jefatura ejerce con cada vez mayor incompetencia y arbitrariedad el ciudadano Chávez Frías. No es el capitalismo el que muere—frase sólo posible desde una perspectiva de vocación troglodita que no ha podido retroceder más allá de la mitad del siglo XIX, por más que lo ha intentado—, sino la economía nacional la que está gravemente enferma. Es el producto de toda una nación lo que disminuye mientras todos los países vecinos progresan. Y nadie está celebrando, Hugo Chávez; es usted quien imagina cosas a la medida de su retorcido espíritu. Nadie festeja que produzcamos cada vez menos, que carezcamos cada vez más de las cosas a las que estábamos acostumbrados y a las que tenemos derecho, especialmente las más básicas, como el agua y la electricidad que usted ha ordenado racionar como paliativo a la desidia de sus sucesivos gobiernos. Nadie hace fiesta porque usted haya enemistado entre sí a los venezolanos, incitado a la reducción violenta de la disidencia, destruido la economía, desnaturalizado la función militar, establecido asociaciones inconvenientes a la República, empleado recursos públicos para sus propios y sectarios fines, amedrentado y amenazado a ciudadanos e instituciones, insultado a otros jefes de Estado, desconocido la autonomía de los poderes públicos e instigado a su desacato, promovido persistentemente la violación de los derechos humanos, así como violado de otras maneras y de modo reiterado la Constitución de la República e impuesto su voluntad individual de modo absoluto. Por lo contrario, nunca como antes ha estado la Nación tan atribulada, tan atónita. Nunca imaginó que pudiera intentar sojuzgarla un sistema de gobierno tan pernicioso como el suyo. Nadie celebra su fracaso, el que usted no quiere ver aunque esté reventando ante sus ojos. Lo único digno que usted pudiera ofrecer ahora es su renuncia y su silencio.

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