Por: Luis Alemany - Madrid - 50 años después, la Revolución agota su prestigio entre la cultura europea. - ¿Almodóvar, comprometido por la democracia en Cuba? Pues sí, claro. La plataforma española que mañana presentará un manifiesto en contra de la dictadura castrista, con una notable población de intelectuales en sus listas, deshace uno de los tópicos político/culturales más extendidos del momento: ése que dice que casi todos los artistas y escritores de Europa (y, especialmente, de España) tienen una actitud acrítica hacia el Gobierno cubano (y, en cambio, no dejan de acosar a las democracias occidentales). Nada más falso. En realidad, la relación del castrismo con la cultura europea es la de un desencanto que no ha dejado de crecer durante tres décadas. Sí, puede que voces como la de Willy Toledo amaguen con relativizar los problemas de la isla de vez en cuando. Pero sólo son excepciones, que como tales, adquieren más repercusión de la relevancia que realmente tienen. "Es que ya no hay espacio para mantener esa fantasía", explica el escritor hispano cubano Iván de la Nuez. Y por 'fantasía' De la Nuez quiere decir la imagen romántica e utópica de la Revolución Cubana. "En realidad, eso de Revolución es un recurso retórico. En Cuba no hay ninguna revolución, al menos, desde hace 30 años. Desde la izquierda, especialmente, tenemos que exigir cambios, porque de lo contrario, estamos hipotecados". Los intelectuales europeos iban a Cuba a salvar sus almas, según Iván de la Nuez. ¿Y los cubanos? Eso importaba menos. De la Nuez es el autor de 'Fantasía roja' (Debate), una de las obras de referencia a la hora de contar ese encanto/desencanto de la cultura occidental por el castrismo. Su libro parte de las aventuras de Graham Greene en La Habana de Batista y termina en el 'dolce far niente' cubano de Wim Wenders. Y hace una parada especial en el caso de Jean-Paul Sartre, el caso más 'ejemplar' de pensador europeo subyugado por Fidel Castro y el Che Guevara. ¿Y por qué ese encantamiento? La teoría de De la Nuez es, más o menos, que esos intelectuales europeos acudían (acuden) a Cuba a salvar sus almas. "A proyectar en la isla las revoluciones que no pudieron hacer en Europa, a dar continuidad a la República Española, a cumplir su fantasía utópica en una isla distante", explica el autor. ¿Y los cubanos, su realidad, sus problemas diarios? Eso no importa mucho. Sin embargo, ese encantamiento es sólo una parte de la historia en la relación castrismo-intelectualidad. Porque cada generación ha tenido un episodio traumático que ha desgajado a buena parte de los antiguos enamorados del castrismo. Y cada vez, más. Puede que el caso Heberto Padilla provocara un cisma (sólo un cisma) entre los escritores del Boom. Sus réplicas, los casos Reynaldo Arenas y Raúl Rivero, causaron un rechazo mucho más unánime. Ahora, la lucha de Orlando Zapata y Guillermo Fariña tiene un valor simbólico insólito. "Primero porque no son intelectuales. Segundo, porque son gente humilde. Tercero, porque son negros. Y cuarto, porque están dispuestos a morir", explica Iván de la Nuez. "A mí, personalmente, como cubano, me molestan los intelectuales europeos que mantienen esa idea romántica de Cuba. Para empezar, porque no le hacen ningún bien a la izquierda. Claro que para ellos todos somos reaccionarios".
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/11/cultura/1273586647.html
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