LA RAZÓN - Por: Rubén Osorio Canales y su Gastronomía Política - roc1934cor@gmail.com - A pesar de las marchas monumentales y del espíritu libertario de la sociedad que en Venezuela ama y defiende la democracia, el panorama sigue siendo oscuro. El régimen acelera la represión como método del discurso, encarcela por igual, dirigentes estudiantiles, dirigentes obreros y empresariales, mientras la oposición aparece confundida ante la avalancha gubernamental. Es parte de la guerra asimétrica. La barbarie contra la razón. La primera sólo necesita la orden de asalto para entrar en ejercicio pleno de sus desmanes, mientras la segunda requiere ordenar los argumentos, establecer las prioridades, antes de tomar decisiones. No cabe la menor duda que esta sería la posición correcta y con la cual ya tendríamos buenos resultados, sólo que para ello se necesita que quienes dirigen la oposición tengan claridad en sus objetivos y decidida voluntad para lograrlos, cuestión que no percibimos en la escena política nacional. El tiempo corre y el problema electoral, si es que este es el problema central, pareciera no ocupar el puesto que le corresponde en una agenda en la que lo único cierto es una ley tramposa aprobada a la conveniencia total del régimen, ante la cual no vemos líneas, ni comportamientos coherentes, en una oposición que padece un sin número de extravíos. De ser cierto el escenario electoral para elegir la Asamblea Nacional, la agenda opositora ya tiene un retardo considerable. A estas alturas del juego ya deberíamos contar con los posibles candidatos a los cargos de elección, caminando las calles de sus respectivas regiones con sus propuestas y argumentos, sin embargo lo que vemos es una decepcionante pugna que socava la voluntad libertaria de la sociedad democrática venezolana que, hoy por hoy, conforma una mayoría que hay que materializar. Lo primero que debe preguntarse esa dirigencia, sin hipocresías, es la capacidad de desprendimiento de cada uno de quienes la integran. Sin ese factor ténganlo por seguro, se muere en la orilla y sin nadar. La llamada “unidad perfecta” es la única vía posible, no sólo para enfrentar un proceso electoral desde ya amañado, sino para la lucha de todos los días en defensa de la Constitución y la democracia. Porque esa unidad en la que tiene que estar, por fuerza y justicia, la disidencia no alineada en ninguno de los dos bandos, (por favor lean las encuestas), no puede tener como único propósito conquistar la mayoría de los cargos de elección popular, sino de servir de herramienta histórica fundamental para hacerle frente a las reacciones de la voluntad totalitaria del régimen y, al mismo tiempo, dedicarse a la posterior reconstrucción del país. Por eso es obligante lograr una unidad de propósito que, en primer lugar, detenga la marcha de las termitas que destruyen el país, y posteriormente reconstruirlo. Lograr esa unidad tiene que ser el único objetivo en momento tan crucial, razón por la cual no caben, ni la prepotencia, ni la arrogancia, ni la intriga, ni la sobrestimación de sus fuerzas, que se advierte en la escena política. No es posible que cuando la sociedad democrática, ante los atropellos del régimen, recupera su voluntad de protestar y con valentía desbordante se lanza a las calles, en las filas de las organizaciones políticas se den espectáculos como las luchas internas de los partidos, la expulsión o separación de dirigentes, los ataques por mampuesto contra todo aquel que se destaque en la lucha, la presencia de grupos pretendidamente puros fungiendo como franco tiradores y que tengamos que vivir las indecisiones de la dirigencia en cuanto a los pasos que hay que dar para llegar a un acuerdo en el que el único propósito sea salvar a Venezuela del proyecto castro comunista. Hay una conducta dictatorial cada vez más manifiesta que no dudará en extremarse para lograr su permanencia en el poder. Nadie duda que después de los atropellos a la Constitución, puestos en práctica después de las pasadas elecciones, cualquier cosa se puede esperar de un régimen totalitario, por eso es imprescindible que el pacto unitario tenga como propósito, poner a Venezuela por encima de cualquier apetencia. Aquellos que estén pensando en pajaritos preñados, tendrían que hacer mutis por el foro porque no están manejando, ni el concepto, ni la realidad del país. Ciertamente la capacidad de maniobra del régimen, a pesar de todos los problemas internos que tiene, es mucho mayor que el de la oposición. Tienen una sola voz de mando, carecen de escrúpulos, conocen sus propias debilidades, (de allí la aprobación de la ley electoral) y, como si fuese poco, está convencido de que con un esfuerzo adicional puede fragmentar aun más a la oposición. Para ello se apoya entre otros, en los siguientes factores: la ceguera de algunos dirigentes, la prepotencia de algunas organizaciones, el descontento de los que desde ya saben que no serán no elegidos, la arremetida de sectores opositores que no creen en la democracia y en un factor para nada despreciable y es que siempre hay algo que puede ofrecer y alguien dispuesto a recibirlo. Mosca con eso. Todo parece indicar que la oposición está en grandes aprietos y con la brújula un poco perdida. Los esfuerzos que viene haciendo la disidencia, si bien han dado algunos frutos, habrá que redoblarlos si se quiere mantener la esperanza de salir airosos en unos comicios envenenados previamente, por una ley perversa que juega y apunta a que la oposición no se unirá lo suficiente. No se si esto ha sido tomado en cuenta por quienes conforman la mesa de la unidad, todo parece indicar que no, a pesar de ser materia de urgente revisión antes de que se haga noche y los trenes ya no salgan. En las comiquitas hay una lección, el sartén lo tiene el gato hasta que el ratón lo burla.
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