viernes, 3 de junio de 2016

El egoísmo y la libertad

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Simón Eloy Brazón - @simonbrazonl

En este artículo me gustaría dejar ciertos puntos claros…

Para comenzar, definiré egoísmo como la pasión sin medida que tiene una persona sobre sí misma y que le hace anteponer sus intereses a los ajenos. Por lo tanto, el egoísta no se preocupa por los intereses del otro, a menos que sean compartidos ya que actúa de acuerdo a lo que le conviene.

Es prudente entonces, en segundo lugar, diferenciar la libertad del libertinaje; la primera, es un concepto que posee una carga de valores, entre ellos la responsabilidad y el respeto hacia los demás. En cambio, el libertinaje es pasar por encima de los derechos y libertades de los demás, para cumplir con el camino que te has trazado, pero de manera irresponsable e irrespetuosa.

Si a la variable egoísmo le agregamos responsabilidad en los actos y el respeto a los demás, obtendríamos como resultado el amor propio, que en respuesta de nuestros intereses realiza actividades que indirectamente pueden beneficiar (o no) a la sociedad, pero nunca hacerle daño.

Me gustaría centrar la idea, tomando en cuenta estos conceptos, en una cita del libro ‘La riqueza de las naciones’ de Adam Smith que reza: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.

Esta frase, simple y precisa, explica como el egoísmo en ejercicio de la libertad, puede generar un servicio productivo para la sociedad, sin necesidad de “bondad” alguna, solo con una carga de valores estable. Desde algo tan simple lavar carros para ganar dinero, hasta aquel que por interés hace pan para vender.

¿Es entonces el egoísmo bueno o malo? El egoísmo es amor propio, ¿puede el amor ser malo en alguna denominación? No. Entonces podemos concluir que no es el egoísmo lo que determina el desenlace de la historia, sino los valores o antivalores que lo acompañen.

Necesitamos recuperar los valores que se han perdido, y reforzar nuestros principios para ser ciudadanos libres de verdad. Hago una invitación abierta a que sean egoístas sin dañar a otros, y en menos de lo que piensan estarán sirviendo de manera productiva y voluntaria a la sociedad.

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