lunes, 14 de octubre de 2013

Verdades entre Batidos







Por: Luis Homes Jiménez - @luishomes 
 “Nuestra Revolución Avanza” dijo el hombre orgulloso con un batido en la mano, en un modesto y  popular establecimiento en el centro de Aruba.  Bonifacio sonríe y en tono cínico agrega. “Es que ustedes creen que somos caídos de la mata. Tenemos todo controlado y no se crean que hay un diputado 99, la verdad es que hay 101. O sea, dos más por si acaso. Todo el mundo tiene su precio y cuando los ingenuos creen que este gobierno va a caer, las cotizaciones se ponen más altas, pero sigue habiendo dinero para trabajo político. Es más, para eso es lo único que hay”. Las dos damas que le acompañan, supongo esposa e hija, colocan las bolsas de compra sobre una improvisada mesa. Gucci, Hermenegildo Zegna, Thifany  y Valentino.  Piden batido de lechoza. 
Bonifacio suelta otra prenda. “Tampoco se dan cuenta que este es otro gobierno, en construcción,  pero es otro gobierno. Y que no les quede duda que más severo y cruel que el de mi Comandante. Puede que haya más jefes y que al visible nadie lo respete, pero la revolución avanza. ” En el momento recordé las noticias del fin de semana que acababa de leer en la mañana por internet. Las sanciones a los diputados Borges, Bracho y Machado, la creación de un servicio presidencial para restringir la libertad de información y las destempladas y reiteradas declaraciones de Maduro por cualquier movimiento opositor.
Interrumpo la conversación para decirle a mi viejo amigo que en las elecciones municipales el gobierno se las verá muy apurado y que el avance que está anunciando será de pocos meses… y suelta una carcajada que le hace ahogarse estruendosamente. Traga grueso, casi no puede hablar hasta que por fin,  con la cara roja me dice: “Y siguen enfocándose en las elecciones, que bueno que caen en la trampa”. Yo le pregunto ingenuo si piensan suspender la consulta en diciembre, pero dice que no, que es irrelevante que se realicen o  no porque tienen el control de la población asegurado. “Nosotros siempre ganamos “y mira picándole el ojo a sus dos espalderos morenos que no reconozco como nativos de la Isla.  A ellos les pide dos jugos de naranja, paga la cuenta de todos y se va tarareando una canción.   
Yo alerto a las damas que están olvidando  sobre la mesa una bolsa de Gucci. Y me quedo pensando en tomarme  o no otro batido, mientras digiero sus verdades.

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