miércoles, 31 de octubre de 2012

Alfredo Weil

 

 

 

 

"Las actas claves no son las de escrutinio, son las de verificación ciudadana"

Luego de tres semanas de haberse consumado el proceso electoral en el que los venezolanos salieron a manifestar su voluntad para decidir quién sería el encargado de dirigir el destino del país en los próximos seis años, la polémica por la transparencia de los comicios se mantiene en el tapete.
Desde la organización ESDATA han alzado la voz para denunciar que las condiciones en que se midieron: máquinas del control de flujo de votantes, así como captahuellas que intimidan al elector, además del abuso de poder por parte del Estado, reiteradamente denunciado por los sectores de la alternativa democrática, sumado a las deficiencias de los testigos de la oposición –por los obstáculos que muchos de estos tuvieron o la ausencia de los mismos en un porcentaje importante de las mesas- deja mucho que pensar.
Si bien es cierto que en la página web del comando Venezuela reposan las 35.116 actas de escrutinio que los equipos para defensa del voto de la oposición lograron recabar en la noche del 7 de octubre, para Weil esto es sólo uno de los requisitos fundamentales que aclara el panorama electoral. Lo indispensable con que deben contar quienes han pedido a aquellos que hablan de fraude “montar tienda aparte” es tener las actas de verificación ciudadana.
Estos documentos son los que el grupo de ciudadanos que fungen como miembros de mesa o testigos de los grupos políticos que se miden, levantan de la auditoria del 54% de las mesas seleccionadas por sorteo previo. Son estas actas, siempre que concuerde lo que hay en las cajas con lo que la máquina electoral refleja, las que permiten confiar en los resultados que el Consejo Nacional Electoral proclama al final de la jornada. Weil asevera que de las 18 mil actas de verificación ciudadana que debe tener la fuerza opositora en su poder, sólo cuentan con mil.
A pesar de este desalentador panorama, el miembro de ESDATA asegura que su propósito no es llamar a que los venezolanos se abstengan el próximo 16 de diciembre, fecha para la que está pautada la elección de gobernadores en todo el país; lo que buscan es alertar a los venezolanos de cuál es la realidad a la que se enfrentan quienes adversan al  recién legitimado Gobierno nacional. “Es tan desalentador hacer ver que hay un fraude insuperable como decir que todo está bien, cuando los electores saben que no es así”, acota.
En este sentido, Weil considera como un error mayúsculo pasar la página sobre las severas deficiencias del sistema electoral; a su juicio, eso sí desalentaría a las fuerzas democráticas.  Pone como ejemplo de que sí puede hacerse el trabajo y obtener los resultados esperados al estado Táchira, donde la organización de la oposición para el cuidado de los votos impidió que, a pesar de que el 48,58% de los centros sólo tenían una mesa de votación en colegios electorales en los cuales en su mayoría ganó el oficialismo, en el resto del país la alternativa democrática obtuviera un resultado adverso.  
Esdata ha solicitado a la Mesa de la Unidad Democrática que publique las actas de verificación ciudadana de las presidenciales recién celebradas. Pretendieron silenciarlos, alegando que el 90% actas de totalización se han hecho públicas. ¿Cuál es la diferencia?
La publicación de las actas de verificación ciudadana es la única respuesta capaz de despejar dudas sobre las elecciones del 7-O. Las actas de escrutinio no son más que un documento impreso por la máquina de votación  donde el elector no puede ejercer supervisión alguna. Las actas de verificación ciudadana son el resultado de un conteo humano, supervisado por el público, si se siguen estrictamente las normas, que permite, precisamente, verificar si el acta de escrutinio refleja la verdad. Es completar este proceso, cumpliendo a cabalidad lo que la ley establece, es decir, abrir el 54% de las mesas, lo que permite no dudar de que puede haber una manipulación electrónica que afecte el proceso. 
¿Qué pudiera estar escondiéndose detrás de esto, que hasta ahora no han salido los responsables a aclararle a los venezolanos esta deficiencia?
Desconozco las razones pero, en todo caso, todo dirigente político tiene que estar disponible a tiempo completo para dar la cara ante cualquier situación que afecte a sus seguidores. El ejercicio de la política es un apostolado, como el del médico o el del sacerdote. 
¿Se puede hablar de fraude, o efectivamente -como dicen los voceros del Gobierno- funcionó su maquinaria?
Prefiero hablar de múltiples delitos electorales que merecen ser investigados, desde corrupción con fondos públicos, hasta eventuales delitos informáticos, por solo citar sólo algunos. El fraude, específicamente hablando, es un asunto penal, según el cual el agente que lo comete se vale de artificios que inducen al error a la víctima (en este caso los electores) para procurar un beneficio injusto (en este caso electoral) con perjuicio ajeno (en este caso un candidato y sus seguidores). Visto así, en mi criterio el SAI es un fraude porque es un artificio electrónico capaz de inducir al error: creer que el voto no es secreto, a pesar de serlo, quienes varían su voluntad por tener alguna promesa o por las presiones propias de la ventaja oficial.
Recientemente ha señalado que en 2.334 mesas electorales Henrique Capriles Radonski sólo alcanzó entre 0 y 20 votos, desde la MUD han aclarado que esto ocurrió en mil 300 mesas electorales. ¿No reconocen de igual modo con esto la incompetencia para el cuidado de los votos?
El cuidado de los votos presentó muchas dificultades, todas previstas. La ineficacia se produjo, sobre todo, por la obstaculización de milicianos, coordinadores de centros de votación, algunos efectivos del Plan República y hasta motorizados u otros agentes externos. Todo ello era parte de un plan del oficialismo para entorpecer el trabajo de los testigos, que en algunos casos resulto hasta heroico. En nuestros análisis preliminares pudimos notar que sí es posible obtener otros resultados siempre y cuando se neutralice el sabotaje oficial. Un ejemplo de esto es que  Chávez ganó con 71,7 % de los votos en centros de una mesa -centros muy pequeños, difíciles de cuidar- a nivel nacional, y apenas sacó 45,3% en centros de nueve o más mesas. Sin embargo, en el estado Táchira, entidad que cuenta con 48,58 % de centros de una mesa y apenas 0,9% de centros de nueve o más mesas, un escenario aparentemente insuperable, fue donde mejor se ganó. Por ello la importancia de los testigos. 
Muchas denuncias han registrado que el 7-O votaron dobles y triples cedulados. En respuesta a esto  los técnicos de oposición que auditaron el RE señalaron que los pocos existentes no representaban un margen suficiente para considerarse irregular. 
¿No fue esto un peso en el ala para la oposición?
En eso somos contundentes. Nadie puede afirmar si el RE no se audita en base a las partidas de nacimiento y está realmente depurado.  Es una irresponsabilidad llegar a conclusiones comparando archivos del Instituto Nacional de Estadística, bases de datos del Ministerio de Interior o del Consejo Nacional Electoral, estos finalmente son pro gobierno. La única forma de certificar al Registro Electoral es con una muestra representativa donde se demuestre que un porcentaje aceptable, más de 98 %, por ejemplo, tiene partida de nacimiento o carta de naturaleza, si es nacionalizado; huella dactilar no repetida y que esté en el centro electoral donde solicitó su inscripción o reubicación. 
¿Es cierto que el SAI sólo reconocía la huella de un elector en un centro predeterminado, es decir, si ese mismo votante introducía su huella en otro colegio ubicado remotamente lejos podía volver a ejercer el voto?
Peor que eso, a lo sumo, el Sistema de Autenticación de Integrado, si es que lo hacía, podía verificar si la huella correspondía a un elector de esa mesa, por lo que si posteriormente pasaba inadvertido podía votar en la mesa de al lado, si en esta estuviera su huella con otro número de cédula. 
¿Cómo se le explica al país, luego de relegitimado Chávez, que los resultados no son tan claros como el CNE declaró y el candidato opositor reconoció?
Es un error mayúsculo pasar la página sobre las severas deficiencias de nuestro sistema electoral. El silencio de quienes asumieron la responsabilidad de cuidar los votos desalienta y en lugar de estimular la participación ayuda a que aumente la abstención. Es tan desalentador hacer ver que hay un fraude insuperable como decir que todo está bien, siendo que la gente sabe que no es así. Lo primero es una imposibilidad, lo segundo es una decepción. El punto medio es exigir al CNE condiciones para tener elecciones auténticas, justas y libres. 
¿Durante la campaña tuvo oportunidad de alertar a los representantes del comando de Henrique Capriles que este escenario podía darse?
Claramente hablamos del efecto de coacción del SAI y, a última hora, porque fue una decisión tomada cinco semanas antes del 7-O sobre la necesidad de eliminar el laptop de flujo de votantes. Aparte de eso hicimos recomendaciones sobre cómo auditar el RE. 
Cuándo denunciaron estas irregularidades, ¿Qué respuesta obtuvieron? ¿También les manifestaron que todo estaba bajo control porque tenían el 100% de las mesas cubiertas? 
Lo más relevante fue la denuncia sobre la coacción del SAI, decidieron hacer un estudio de campo y los resultados corroboraron nuestra hipótesis, lo que no sabemos fue cuáles acciones tomaron al respecto.
¿Debemos conformarnos entonces los venezolanos con que “el trabajo de los testigos opositores es uno de los mejores que se ha realizado, en comparación con procesos electorales anteriores”?
No debemos conformarnos; mejoramos mucho, efectivamente, los testigos fueron valientes, pero esta contienda fue convertida en una guerra: de un lado el ejército, literalmente, del oficialismo y del otro el voluntariado opositor. Eso es muy desigual. 
Con estas condiciones, ¿es imposible ganar un proceso electoral en Venezuela?
Nunca hablo de imposibles, siempre es posible ganar. La diferencia es la probabilidad de hacerlo, entendida esta como medida de la posibilidad. Si no hacemos las cosas bien esa probabilidad se reduce casi a cero. 
Pedro Eduardo Leal

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