Color morado.
Los
radicales libres son moléculas de electrones impares que se producen
cuando la piel es expuesta a rayos UV o a la contaminación del ambiente
(bióxido de carbono, humo de cigarrillo). Estas moléculas desencadenan
una reacción que daña la estructura celular de la piel. Los
antioxidantes son la mejor forma de neutralizar los radicales libres.
Las fuentes más conocidas de antioxidantes están en las moras, los
frijoles negros y las hojas verde intenso, pero hay más. Para integrar
los antioxidantes a tu alimentación, puedes guiarte por el color morado:
col, arándanos, frambuesas, grosellas, granada, camote morado, uvas
rojas... Un plus: estos alimentos estimulan la formación de colágeno y
elastina.
Evita el azúcar. Debido al exceso de consumo de azúcar en nuestra época, algunos sociólogos e historiadores han llegado a considerarla como una droga tolerada. Los médicos lo miran de manera similar: es veneno para la piel. El consumo desmedido de azúcar, además de provocar inflamación, desencadena en la sangre un proceso llamado glicación, que deshidrata y "envejece" prematuramente a las proteínas de los tejidos conectivos (piel, tendones, etc), además de bloquear la producción de colágeno y elastina, produciendo arrugas y modificando el tono de la piel. No añadir azúcar a los alimentos o a las bebidas es un buen paso para comenzar a restaurar tu piel. Tu cintura y tu bolsillo también lo agradecerán.
Las grasas saludables. Conocidas como omega-3, son una fuente
ideal para combatir la piel reseca. Tienen propiedades desinflamatorias
y humectan la piel, manteniéndola flexible y mejor preparada para
combatir las agresiones del ambiente. Además, los omega-3 protegen
contra el envejecimiento prematuro y el cáncer de piel. Puedes encontrar
estas gracias en el salmón, las sardinas, la linaza y la chía. Para
integrarlas al menú diario, puedes tomarlos como suplemento, espolvorear una cucharadita en la ensalada o combinarla con el yogurt y la fruta.
Curry. La cúrcuma, principal componente del curry, es una raíz que reduce la irritación de la piel además de proteger contra la acción nociva de los rayos solares. Una forma de integrarla a la alimentación es utilizarla como aliño para lentejas, porotos, arroz o quinoa. También es delicioso para sazonar sopas y guisos, o aderezos con yogurt y aceite de oliva para ensalada.
Especias. La inflamación es una de las principales causas de cáncer y envejecimiento prematuro; es provocada por un alto consumo de proteína animal y productos refinados. Además de reducir la ingesta de esos alimentos, es recomendable recurrir a especias cuyo poder antioxidante y antiinflamatorio ayuden al organismo a funcionar mejor. Incluye canela, gengibre, orégano, eneldo, tomillo, cúrcuma, romero y páprika a tu dieta. Un plus: cuando la comida está bien condimentada, no hace falta añadir tanta sal. Recuerda que la piel es el órgano más grande del cuerpo y mantenerla desinflamada no sólo es una cuestión de belleza, sino también de salud.
Probióticos. Cuando se habla de restaurar la piel hay que pensar a profundidad, en el origen de la nutrición y la hidratación. La flora estomacal e intestinal está formada por millones de bacterias que ayudan a digerir y asimilar los nutrientes de los alimentos. Sin embargo, el estrés, la falta de sueño y los medicamentos la desequilibran, provocando inflamación y oxidación que se reflejan en la piel. Para mantener la salud de la flora intestintal es recomendable consumir probióticos, sustancias que ayudan a combatir las bacterias patógenas y estimulan la producción de vitaminas y enzimas digestivas. Entre los probióticos más utilizados están los lactobacilos, el bifidobacterium y la levadura saccharomyces boulard. Se pueden encontrar liofilizados en cápsulas y suplementos, o bien, ingerirlos en yogurt, kéfir o jocoque.
Prebióticos. La diferencia entre probióticos y prebióticos es que los primeros estimulan la formación de la flora intestinal, mientras que los segundos sirven de alimento a las bacterias "buenas" de nuestro organismo. Los prebióticos no se digieren, pero son indispensables porque ayudan a fortalecer las mucosas (la casa de la flora intestintal) y evitan la proliferación de las bacterias nocivas que intoxican nuestro cuerpo. Se pueden encontrar en alcachofas, plátanos, espárragos, achicoria, legumbres, papa, ajo, cebolla, puerro, trigo, avena y cebada (integrales)
Tomado de: http://ve.mujer.yahoo.com
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