Por: Eduardo Almeida Neto - Para la revista brasileña Veja, lo que sucedió fue un golpe militar. Aquí existe un claro deseo de los representantes del capital financiero de hacer desaparecer el papel de las masas egipcias. Pero existe otro cuestionamiento más importante, viniendo de sectores de la izquierda. ¿Cómo es posible que haya existido una revolución, si sigue habiendo capitalismo? Esa discusión lleva a un debate teórico, hecho por Trotsky en el prólogo de su libro “Historia de la Revolución Rusa”. El rasgo característico más indiscutible de las revoluciones es la intervención directa de las masas en los acontecimientos históricos. En tiempos normales, el Estado, sea monárquico o democrático, está por encima de la nación; la historia corre a cargo de los especialistas de este oficio (…). Pero en los momentos decisivos, cuando el orden establecido se hace insoportable para las masas, éstas rompen las barreras que las separan de la palestra política, derriban a sus representantes tradicionales y, con su intervención, crean un punto de partida para el nuevo régimen (...). La historia de las revoluciones es para nosotros, por encima de todo, la historia de la irrupción violenta de las masas en el gobierno de sus propios destinos”. ¿Quién puede tener dudas de que en Egipto las masas “irrumpieran violentamente” para “intervenir en los acontecimientos históricos”? La vanguardia fue, sin duda, la juventud, a la que se fueron sumando diferentes camadas populares para formar una movilización masiva que puso en jaque al régimen y obligó a Mubarak a renunciar. Ya Nahuel Moreno explicaba por qué el derrumbe de las dictaduras militares en Argentina, en Bolivia y en Perú habían sido revoluciones: “Hay quienes sostienen que sólo hay una revolución cuando el movimiento de masas destruye a las Fuerzas Armadas del Estado o de un régimen, como ocurrió en Nicaragua. Otros definen que hay revolución cuando cambia el carácter del Estado, es decir, cuando el poder pasa a manos de otra clase, como sucedió en Rusia en Octubre de 1917. Finalmente, están quienes aseguran que la revolución se produce cuando se expropia a la clase dominante, como ocurrió, por ejemplo, en Cuba, más de un año después del triunfo castrista”. Reforma y revolución son fenómenos que se dan en todo lo existente, al menos en todo lo vivo. Reforma, como su nombre lo indica, es mejorar, adaptar algo, para que siga existiendo. Revolución, en cambio, es el fin de lo viejo y el surgimiento de algo completamente nuevo, distinto. Si tomamos como ejemplo el desarrollo de la aeronáutica, podemos ver que ha pasado por 3 revoluciones: la primera, cuando el hombre comienza a volar, con artefactos más livianos que el aire, como los globos; la segunda se da cuando inventa aparatos más pesados que el aire; los aviones con motor a explosión; la tercera revolución son los motores de retropropulsión (...). ¿Por qué llamamos “revoluciones” a estos tres grandes avances? Porque cada uno de ellos es, substancialmente, distinto al anterior, y lo liquida. Los aviones con motor a explosión liquidan a los globos. Los aviones a chorro liquidan a los aviones a explosión (...). Pero, entre cada una de estas revoluciones, se dan progresos, mejoras, es decir, reforma (…). Como toda definición marxista o científica, revolución y reforma son relativas al segmento de la realidad que estamos estudiando (...). Para poder usarlas correctamente, no debemos olvidar nunca su carácter relativo. Revolución ¿con relación a qué? Reforma, ¿con relación a qué? Si nos referimos a la estructura de la sociedad, a las clases sociales, la única revolución posible es la expropiación de la vieja clase dominante por la clase revolucionaria (...). Si nos referimos al Estado, la única revolución posible es que una clase destruya al Estado de la otra; la expulse del mismo y lo tome en sus manos, construyendo un Estado distinto (...). Pero nosotros sostenemos que esa misma ley se aplica con relación a los regímenes políticos”. Moreno sigue explicando que existen cambios revolucionarios y reformistas en los regímenes. Las revoluciones se dan cuando se dan dos condiciones. La primera es el surgimiento de crisis revolucionarias, o sea, cuando las instituciones del régimen quedan completamente paralizadas. Cuando el proceso es de reformas no existe eso, por lo tanto, se dan cambios graduales, planeados. La segunda condición es que el régimen anterior desaparece, y lo que aparece posteriormente es “absolutamente distinto”. ¿Qué sucedió en Egipto? En Egipto, durante 18 días, las masas ocuparon la Plaza Tahrir, transformándola no sólo en el centro de las luchas contra Mubarak, sino también en un poder alternativo al del gobierno. Allí se centralizaba la lucha, se enviaban manifestantes a otros lugares, se organizaba la defensa contra la policía, se cuidaba a los heridos. Un inicio de doble poder. El gobierno no controlaba más al país. Los toques de queda fueron ignorados. Para tratar de reprimir las protestas, recorrió a policías disfrazados que no impidieron la continuidad de las manifestaciones. Para quebrar la rebelión sería necesario un baño de sangre, como el ocurrido en China en 1989. Y sería necesario tener un ejército unificado bajo las órdenes de Mubarak. Eso no existía. Las Fuerzas Armadas estaban paralizadas por la crisis. Por último, el gobierno tentó un acuerdo con la oposición burguesa, una transición (una reforma) manteniendo a Mubarak hasta setiembre. Las movilizaciones se intensificaron, repudiando la propuesta. Huelgas explotaron, ampliando la fuerza de los manifestantes. Existió una crisis revolucionaria en Egipto, que posibilitó la caída del dictador. El régimen actual es completamente distinto al de la dictadura de Mubarak. No se trata de la forma, que mantiene cierta continuidad. La institución principal continua siendo el ejército, el gobierno de transición incluye figuras del gobierno anterior. Pero el contenido es completamente distinto de la dictadura que asesinó e impidió por treinta años cualquier oposición. La diferencia es que hubo un brusco cambio en la relación de fuerzas, donde las masas se han sentido victoriosas y queriendo seguir con sus reivindicaciones. El régimen actual, en crisis, busca recomponer sus fuerzas para una transición más o menos ordenada. Pero no tiene la fuerza de la dictadura de Mubarak. Tendrá que negociar con la oposición una salida política. Así, las dos características definidas por Moreno existieron en Egipto. Por eso, sucede una revolución democrática, que derribó al régimen dictatorial. Ahora falta... todo. Esa definición de una revolución democrática victoriosa sirve para ubicar el momento actual de Egipto, según la teoría de la revolución permanente. Fue cumplida apenas una tarea democrática, pero aún falta todo el resto. En la concepción de la revolución permanente, el proceso puede comenzar por tareas democráticas (como en Egipto), pero debe ser parte de una revolución socialista para derrumbar al Estado, liberar al país del imperialismo y expropiar la propiedad capitalista. En el caso de Egipto, la revolución victoriosa, ahora, tendrá que enfrentarse en el terreno democrático con la conquista de elecciones para una asamblea constituyente y la necesaria destrucción del aparato represivo, que sigue existiendo, a pesar de la crisis. Tendrá que enfrentarse con la dominación del imperialismo y de Israel, con la ruptura de los pactos que someten al país. Precisará responder a las necesidades mínimas de los trabajadores, con sus reivindicaciones salariales, y encaminarse a la expropiación de la burguesía. En el terreno internacional, tendrá que llevar la revolución democrática a los otros países de la región. O sea, la definición de lo que ocurrió en Egipto como una revolución democrática, no significa que terminó un proceso victorioso. Se abre una nueva realidad en el proceso de la revolución socialista, mucho más difícil en el enfrentamiento con la contrarrevolución. La definición de la victoria de la revolución democrática sirve también para definir el programa. Antes, nuestro programa de transición giraba alrededor de la consigna “fuera Mubarak” (o abajo la dictadura). Ahora, tiene que indicar las nuevas tareas democráticas, antiimperialistas y de transición, que surgen con más fuerza. Esas luchas cuestionan al capitalismo y al imperialismo, y sólo la clase obrera podrá darle perspectiva. Por eso, tendrá que colocar una nueva perspectiva en el centro, un gobierno obrero capaz de imponer esas reivindicaciones, apoyado en la movilización de las masas.
Tomado de: http://agenciadenoticasjohnreed.blogspot.com
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