Por: Bernard Horande
Esto
es lo que algunos todopoderosos no entienden. Que el poder es una de
las cosas más pasajeras que existen. Múltiples ejemplos señala la
Historia sobre individuos con inmenso poder, que luego caen en
desgracia.
En
general estos personajes creen que el poder que ostentan es eterno, que
nunca terminará, y que las decisiones que toman, se mantendrán en el
tiempo sin más.
Ya sabemos cómo finalizó sus días Adolfo Hitler. El 'Fuhrer' gritaba
a todo pulmón que el Tercer Reich duraría 1000 años. En realidad, no
pasó de 12 años. Durante sus semanas finales, estuvo escondido en un
búnker bajo tierra fantaseando que todavía ganaría la guerra. Resolvió
suicidarse.
El 'Duce' Benito
Mussolini gobernó Italia desde 1922 hasta 1943. Fue un dictador férreo.
Terminó fusilado y su cadáver colgado cabeza abajo.
A
Saddam Hussein no le fue mejor. Por 24 años se erigió en el hombre
fuerte de Irak. Disfrutaba de viajes a bordo de su megayate de 82 metros
de longitud, 14 camarotes, sala de juegos, bar, cada habitación con
baño privado y griferías recubiertas en oro y plata. Finalizó escondido
en un hueco y luego ahorcado.
Libia
fue gobernada dictatorialmente durante 42 años por el excéntrico
Muammar Gaddafi. Sus lujosas mansiones estaban acompañadas por
supermercados privados, zoológicos exóticos y aeropuertos personales. Su
única hija, Aisha, disfrutaba de una casona equipada con parque de
diversiones, piscina de aguas turquesa y una estatua de oro de ella con
forma de sirena. La prensa británica la bautizó “El palacio de la
prostituta”. El hombre que se hacía llamar ‘Rey de Reyes’ murió baleado y
linchado por su propio pueblo.
Un
ejemplo cercano geográficamente a nosotros fue el caso de Manuel
Antonio Noriega en Panamá. Tuvo inmenso poder estableciendo una
dictadura en la que sumió al país en una grave crisis económica,
política y social. Sus nexos con el narcotráfico fueron la guinda de la
torta. Desde 1989, Noriega permanece encarcelado, condenado por el resto
de sus días a causa de sus nexos con el Cartel de Medellín.
Alberto
Fujimori, ex-presidente del Perú, espera una sentencia en un juicio que
se le sigue por corrupción, mientras paga condena de 25 años por
violación a los derechos humanos.
Los hermanos
Castro podrían ser una excepción. Se han apropiado de Cuba durante más
de 50 años y todavía siguen. Destruyeron el país y su población vive en
las condiciones más deplorables. Su final está siendo distinto a otros.
Quizá hasta peor, porque es en vida: han tenido que arrodillarse ante su
peor enemigo histórico, han debido admitir que su Revolución fue un
fracaso y les ha tocado a regañadientes acoplarse a un guión impuesto
por otros.
En un interesantísimo artículo titulado "Los nuevos dictadores mandan con puño de terciopelo",
escrito por Sergei Guriev, profesor de economía en Sciences Po, París, y
Daniel Treisman, profesor de ciencias políticas en la Universidad de
California en Los Ángeles, se describe el modus operandi de los nuevos autócratas y dictadores “suaves”. Cómo es que estos regímenes funcionan y cómo enfrentarlos.
Hay
algunos individuos a quienes Dios les ha dado mucha
inteligencia, pero al final del día son muy torpes. Tanta inteligencia
no les es suficiente para darse cuenta que la Historia lo único que hace
es repetirse una y otra vez, que una regla de los todopoderosos con
pensamiento dictatorial que se imponen a la fuerza a los demás, es que
su poder es efímero, que pronto se acaba y que su final no suele
ser agradable.