jueves, 28 de noviembre de 2013

Delirium tremens



Por: José Ramón Briceño - @jbdiwancomeback  

Desde ayer ando pensando que cosa pasa para que el mundo ande tan patas arriba, debo admitir que últimamente me siento menos cuerdo, sigo sin creer que yo sepa algo que los demás ignoran, debe ser que soy candidato a ser paciente psiquiátrico y como de costumbre los locos nunca aceptamos nuestra condición y por aquello de ver diferente al mundo podemos pensar que los locos son otros, pero en ningún caso lo es uno.

Menos mal que existe esto del internet y mejor aún tengo las posibilidades de acceder desde mi sala a todo un universo de opiniones, periódicos, blogs y hasta reacciones a título personal, no solo de gente de mis redes, también hago ejercicio voyerista de mirar en las redes ajenas para buscar alguna explicación posible al desbarajuste mundial, pues el local es tan disparatado que la verdad no sé qué pensar, mejor, si sé que pensar pero me lo reservo en crudo, no vaya a ser que una mañana me encuentre un punto rojo al pie de mi escalera con seis viejitas insultándome y unos cuantos cabilleros que saldrán a la “defensa” de sus abuelitas parados en la esquina, conversando de moto a moto y con su respectivo palo, cabilla o bate a mano, uno nunca sabe que puede pasar en esta tierra de locos.

Sobre todo con mi cuenta en cero y el seguro que muy amablemente mi ex no me ha quitado pues eso de meter los papeles de divorcio en el ministerio es todo un lio y por tanto todavía tengo “protección” del seguro de ella, pero la última vez que lo necesitamos para llevar a mi hija nos dieron un rebote muy incómodo en la clínica, resulta que el tal seguro no lo han pagado hace meses y está suspendido, es decir, tenemos patria, pero a los milicos les aumentan el sueldo por tercera vez este año como si trabajaran la gran cosa.

Todo esto viene a colación pues en estos días de angustias tuve un sueño muy extraño, tanto que todavía lo recuerdo, me soñaba con veinte años menos, cabello y apostura típica de uno veinteañero y en forma. Estaba de parranda en Cuyagua (Una playa famosa en mi estado Aragua), andaba con unos supuestos amigos y amigas, digo supuestos porque a nadie conocía, todos parecían salidos de un comercial de cervezas, claro, la chica que me había tocado en suerte era todo mi sueño erótico y la cosa iba bien, como era costumbre en aquellos años me pasé de tragos y me puse a inventar cosas con la hermosísima flaca que me daba besos, nos fuimos a una caleta donde pues describir lo que hicimos no tiene sentido ya que de seguro ustedes se lo imaginan. En ese sueño había quedado rendido entre los brazos de la chica, pero unos ruidos extraños me despertaron al filo de la madrugada.

A cien metros más o menos de donde estábamos (la chica y yo), había una especie de fiesta, nada raro a decir verdad, lo extraño es que en ese sueño era la madrugada de un lunes y por lo general pocos son los que andan de fiesta en este país esos días, me levanté y por curiosidad me acerque allí, menos mal que en os sueños todo es posible pues de otra les juro que del susto me da un infarto, en la fiesta estaban algunos personajes históricos, fumando yerba y tomándose unas soleras (cervezas) que se adivinaban muy frías y hasta apetitosas, también tenían mesas llenas de manjares del mar y hasta una corte de bailarinas árabes.

Cuando estuve más cerca, vi que estaban unos tipos con estampas estrafalarias, en mi sueño yo sabía quiénes eran pero juro nunca haber visto ninguna fotografía ni pintura a excepción de las de algunos personajes,  allí estaban Odín, Shiva, Vishnú, Baal, Mahoma, Zeus y otros cuyo nombre no recuerdo, felicitaban a un catire muy alto y peli largo, que usaba una gran barba rubia pero que extrañamente estaba vestido con una túnica larga y blanca, al parecer era Jesús y la fiesta era para celebrar que por fin se deshizo de la angustia de los humanos y se dejó de la pendejera esa de creerlos gente, que debió haberlo hecho hace dos mil años, cuando nadie le creyó y lo crucificaron si oír nada en su defensa y sin tan siquiera hacer un juicio justo ya que si el cargo era de herejía cuando menos debían tener al tal Lázaro como testigo estrella, eso de revivir gente al parecer no fue tomado en cuenta para establecer su calidad divina y zas, lo mataron como si de un zelota cualquiera se tratase, resulta que me descubrieron y me invitaron como testigo de excepción, allí no pude más que revivir mi borrachera entre los más extraños compañeros de farra, compartí un porro con Shiva y hasta abracé al barbudo, me harté de calamares y de pulpo a la gallega, me comí creo que media docena de panes árabes con humus, hasta que se me acercó el Dr. José Gregorio que estaba como invitado local y me dijo que no siguiera que a pesar de los amigotes celestiales igual me podía dar un infarto con tanto exceso, ya, al filo del amanecer se despidieron de mí y volví , más intoxicado al lado de la amiga de esa noche.

De más está decir que me levanté apenas finalizado el sueño, era muy real, la verdad estaba en mi cama matrimonial de soltero, solo y aun desempleado a mis 41 años, apenas puse un pie en el piso me juré nunca más beber  frente al computador y leyendo vainas en Internet pues miren lo que pasa cuando el mundo está loco y entre la angustia, la depresión y el alcohol uno se pone a divagar sus ideas extrañas antes de irse a dormir.
José Ramón Briceño, 2013

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