Hay un hecho histórico que tiene enorme importancia para una comprensión de la historia de las culturas y se trata del choque de los pueblos semitas e indoeuropeos. Es una clave esencial para una correcta interpretación de una historia humana que continúa gestándose ante nuestros ojos. Dicho choque, que se originó desde el tercer milenio a.JC., cuando los proto-frigios y los hititas irrumpieron en Anatolia y se continuó hasta las últimas invasiones de los germanos en el Imperio romano, tuvo por teatro central el enfrentamiento gigantomático del helenismo y el cristianismo en el Mediterráneo oriental. Se expresa en una "lucha a muerte" entre las estructuras antropológicas de fundamentación semito-cristianas y otras de procedencia indoeuropeas. Se trata de las polémicas que los cristianos desarrollaron contra los gnósticos y maniqueos, dentro del mundo de los Padres griegos. Una expresión prototípica del pensamiento indoeuropeo es la doctrina que llegó a formular con éxito el iránico Mani (216-277), nacido en tierras del profeta Zarathustra, ambiente de religión zoroástrica. Del Irán indoeuropeo es de donde proceden las influencias más marcantes de las culturas aledañas (India, Egipto, Grecia, Anatolia) dándole la impronta dualista a todas ellas, en el sentido de la división del bien-mal, alma-cuerpo, luz-tinieblas. El imperio persa fue ya desde sus mitos prehistóricos, como un centro creador y expansivo de comprensión del mundo, de una visión característica y ejemplar del hombre. Por ello el cristianismo, que influenciaba todo el horizonte del Imperio Romano de fines del siglo III, no pudo menos que enfrentarse con el maniqueísmo: Se trata de un segundo momento de este diálogo entre gigantes: helenismo y cristianismo, iranismo y cristianismo. La religion mazdeista - Las fuentes de la religión persa están en el Zend-Avesta. Se trata de una colección de composiciones de distintas épocas y diverso contenido. Avesta es el texto fundamental, está en lengua indoeuropea. Zend significa comentario, y está en lengua medo-persa. La unificación de ambos textos constituye el Zend Avesta. El nucleo primitivo de esta obra son los Gatha: (himnos) que contienen el pensamiento auténtico de Zarathustra. Son textos concisos, abstractos y difíciles de interpretar. Alrededor de este núcleo de himnos giran las demás composiciones de una literatura de carácter religioso profana que se atribuyen a distintos compositores. La composición del Zen Avesta va desde el siglo III AC hasta el XI DC. De la parte más antigua (los Gatha) no se puede fijar fecha exacta de composición. La parte más arcaica está en verso y de las cinco partes del Avesta actual, la primera de ellas llamada Yasna es la que contiene los Gatha más importantes. Zarathustra (zarath: viejo; ustra: camello; hombre de los camellos viejos) es el fundador de la religión mazdeista, es difícil establecer datos exactos ya que se trata de una figura casi mítica. Los Gatha lo presentan como vivo y real. Sería originario de suroeste de Iran, de la ciudad de Raghi, cerca de Teherán. Se lo vincula a una la familia Espistama que predica contra la antigua religión. Se gana a personas influyentes que lo apoyan, probablemente hacia el siglo VI AC. Si se toma la organización social que describen los Gatha: casa, familia, tribu y provincia, sin poder central, hay que remontar mas hacia el pasado esta fecha. El nombre de mago que aparece ya en la época de los medos testifica que ya hay en esa época seguidores de la doctrina de los Gatha, esto lleva la fecha hacia el siglo VII AC. Según otras fuentes vinculadas a Diógenes Laercio, Zaratustra habría vivido unos 600 años antes de las guerras médicas, por lo tanto hacia el siglo IX. Zaratustra tomará la religión arcaica y la transformará, dándole a los dioses un carácter moral. Originalmente nos encontramos ante un monoteísmo, en el que se personifican las cualidades morales. Los Gatha cantan alabanzas al ser supremo: Ahura Mazdah (Señor -Sabio) de allí viene el nombre de madzeos que se da a los seguidores de Zaratustra. Ahura Mazdah es creador de todo cuanto existe: la luz y las tinieblas pero a la vez hay pasajes dualistas en la que se habla de dos principios eternos en lucha, igualmente poderosos, gemelos, con el mismo origen. Se tiende a identificar a Ahura Mazda con el bueno, según Zaratustra, el que tiene el poder y vencerá. La victoria será al fin del mundo. Las discrepancias en los textos revelan una evolución en el pensamiento del fundador para explicar el sentido del bien y del mal. La concepción de Zaratustra fue revolucionaria para los iraníes sobretodo en el aspecto social. Toma partido contra Indra y le quita a Varuna el acento tenebroso. Zaratustra buscará mejorar la condición humana y social. El hombre es el centro de la creación y está destinado a promover el reino del Sabio Señor. Puede optar por el bien o por el mal y formar parte del ejercito del bien o del mal. Al ejército del mal pertenecen los nómadas que viven de la rapiña. El ejército del bien está formado por los sedentarios que cultivaban campos. El ideal era la pacífica convivencia entre los centros agrícolas. Amor y respeto a la casa, los campos y a los animales. Para combatir el mal hay que luchar por el aumento de la creación, proteger los animales domésticos, labrar la tierra, engendrar hijos sanos. Destruir lo que destruye la vida: animales de rapiña, ladrones, etc. Se exalta el valor del trabajo. La lealtad y la sinceridad son deberes hacia los demás. Ni al enemigo se le puede mentir. Enemigos no son los extranjeros sino los que se apartan de los principios éticos. Las doctrinas morales se pueden resumir en: Pensar bien, hablar bien, obrar bien. La muerte no es el fin de la vida del hombre, es solamente tránsito y rendición de cuentas. Se da una resurrección final de buenos y malos para un juicio, teniendo en cuenta las obras. Los réprobos son purificados y triunfa Ahura mazda. Se purifica también el infierno y desaparece todo mal. La parte teorética de la doctrina de Zarathustra resultaba difícil para estos pueblos rudos, por ser abstracta y por no tener culto externo. La ética social se difundió más. La doctrina abstracta quedó reservada a un grupo selecto a los que llamaban magos. Los magos, con el tiempo fueron haciéndose poderosos, pasaron a ser educadores de los príncipes y controlando de este modo la política y la doctrina social. La evolución de la doctrina en contacto con los griegos fue llevando al dualismo: Ahura-mazda pasa a tener un opositor Ahriman, el primero es el creador de los seres puros y el segundo de los impuros, van apareciendo prescripciones de pureza legal, y se va acentuando el ritualismo. Hacia el siglo III AC se vuelve religión estatal y pasa a ser intolerante y perseguidora. Se da un intento de recuperar la pureza inicial del mazdeismo a partir del siglo III DC hasta el VIII (imperio sasánida) en que el Islam se impone. Algunos se refugian en la India (parsis).
Mani - El imperio persa había caído en manos de los helénicos y después de los partos. La tradición madzeica y zorastrica se mantuvo en la región. Ardexir I (226-240 dJC) reestablece el imperio bajo el nombre de sasánida, organiza un ámbito cultural y político en el que se desarrollará el maniqueísmo. Mani creció en Babilonia en el seno de una secta baptista gnóstica, de la que se distanció tras experimentar tres visiones vocacionales. Después de un largo viaje que lo llevó a la India, requirió en el año 242, del rey persa Sapur I el permiso para predicar la nueva religión. Tras el gran éxito de su misión, un sucesor de Sapur, Bahram I, lo hizo arrestar y ejecutar a instancias de la casta sacerdotal dominante en Persia. Pese a las severas persecuciones de la comunidad maniquea que ello desencadenara, la nueva religión se expandió con creciente rapidez y pronto alcanzó una difusión semejante a la del cristianismo. Aunque escribieron mucho, es poco lo que nos queda, ya que las persecuciones sangrientas los diezmaron durante siglos en los más diversos imperios y reinos. Mani se propuso fundar una religión irreprochable, que no tuviera los defectos de las existentes, extrayendo de ellas sólo los valores positivos. Conoció las doctrinas de Buda, Zarathustra y Jesús; escribió personalmente todo un cuerpo de doctrina, entre los cuales escritos sólo algunos fragmentos pueden ser atribuidos a la mano de Mani. Babilonia estaba situada en el centro del mundo del siglo III d.JC. y se comunicaba con China, India y el Imperio Romano. Al pertenecer Mani a una secta mandea, de tradición zoroástrica, viajó mucho y conoció cuanta doctrina se enseñaba dentro del horizonte del imperio, que, por otra parte, lo recorrió en todas sus direcciones. Su evangelio, ya que se le llamó el "Apóstol de Babilonia", no era sin embargo un mero sincretismo sino que puede discernirse en él un núcleo central ancestral iránico, pero con un sentido universalista. Es una gnosis de salvación por el conocimiento de una verdad fundamental, una auténtica cosmovisión de gran coherencia. Es gnosis, sea por la influencia de la secta "bautista" a la que perteneció, sea por la inclinación que sintió hacia los gnósticos neoplatónicos paganos y cristianos, especialmente hacia Marción y Bardesanes, sea por la importancia del noús como causa y origen de la liberación. El cristianismo será considerado como uno de los principales agentes de la historia en la salvación de la humanidad pero que es superado por el maniqueísmo. Tantos fueron los elementos cristianos incorporados que a veces se consideró al maniqueísmo una herejía cristiana. Contra los panteones multitudinarios de los cultos agrarios de la Mesopotamia, el zoroastrismo propuso un "Señor del cielo", cuyo origen no es difícil ir a buscarlo en el dios uránico de los indoeuropeos. Pero, como hemos visto, la evolución posterior del mazdeismo instauró un dualismo secundario, resto inevitable del choque de los indoeuropeos con las tradiciones o culturas de preponderancia agrícola o któnica, con cultos a la Terra mater y la luna, femeninos por esencia. Mani afirmará la importancia, de este dualismo y lo transformará en la explicación última de su cosmovisión. La mítica del maniqueísmo tiene su origen, y es propio del monismo ontológico del pensamiento indoeuropeo, en el anhelo de salvación fuera de las condiciones del dolor y el mal de este mundo. De allí la positividad otorgada a la gnosis, al espíritu que es fuente de divinidad, alegría, felicidad,, de allí la negatividad con que se juzga al cuerpo, al movimiento y a la materia. "Veneran dos dioses inengendrados (dúo theoús agennétos), existentes por sí mismos, eternos, uno opuesto al otro. Uno, es llamado bueno; el otro es malo. Uno es luz; el otro tinieblas. El alma, que está en el hombre, según su parecer, es una parcela de la luz; el cuerpo, al contrario, es una parcela de las tinieblas y obra de la materia" (Hegemonio). Este dualismo originario no es, sin embargo, la totalidad del proceso, sino sólo el primer momento, El sistema maniqueo consideraba la historia dividida en tres partes: En el primer período se encontraban separados el reino de la luz y el de las tinieblas. En el segundo, que es el presente, tiene lugar la confusión de ambos. Esta amalgama desaparecerá en el tercer período que es el futuro. Los acontecimientos fundamentales (cosmogénesis, historia del mundo y su fin) tienen lugar en el período medio. Y es así como el reino de la luz y de las tinieblas entablan una lucha, en la que Dios, el padre de la luz, hace intervenir a su hijo, el primer hombre. Pero éste se precipita vencido al abismo infernal, y sus armas, los elementos de la luz, son devoradas por los arcontes y demonios de las tinieblas, es decir, se produce una confusión del alma divina y de la materia diabólica. El padre de la luz envía al espíritu viviente en su socorro; éste libera al primer hombre y crea el cosmos visible. En este proceso, los arcontes de las tinieblas son castigados y quedan en el firmamento formando el Sol, la Luna, las estrellas y la Tierra. Para disipar aún más la luz, dos demonios forman a partir del reino de las tinieblas a Adán y Eva, y los tientan para que se reproduzcan, de modo que perdure el cautiverio de las almas luminosas en las tinieblas del cuerpo. En numerosas ocasiones tuvieron los hombres noticia de su destino de volver a la luz, a saber, por medio de los profetas, cuya sucesión discurre desde Set, Moisés, Zaratustra, Buda y Jesús, hasta Manes, el cual es el «sello de los profetas» y al fundar la auténtica comunidad salvífica cierra la serie de los profetas. "Primeramente es necesario discernir los dos principios [...], pero es necesario también comprender los tres momentos (siguientes): primero el momento anterior, después el momento intermedio, y por último el momento posterior [...]. En el momento anterior no existen todavía los cielos y las tierras; existen solamente, separados unos de los otros, la luz de las tinieblas [...]. En el momento intermedio, la oscuridad invade la luz; se le da [a la oscuridad] libertad para expulsarla; la claridad entra en la oscuridad y se emplea enteramente en hacerla retroceder. Por la gran calamidad[4] se tiene el disgusto [que hace que se quiera] separarse del cuerpo; en la morada inflamada[5] se intenta, sin embargo, la manera de escapar. Se fatiga al cuerpo para salvarla naturaleza luminosa; la santa doctrina [maniquea] es firmemente establecida [...]. En el momento posterior, la instrucción y la conversión ha sido efectuada; lo verdadero y lo falso retornan cada uno a su raíz [...]Los dos principios son restituidos, reconstituidos". En el segundo momento, el de la mezcla, es donde se sitúa la creación y la existencia humana. Veamos un texto significativo: "Estaba al comienzo, como he dicho, Dios y la Materia. ¡He aquí como se produjo la mezcla! Cada uno cela de la luz, mientras que el cuerpo es obra de la Tiniebla y la Materia, es decir, los dos principios. El alma es una parte de estos principios estaba en su sector. El principio bueno tenía una parte [del espacio], el malo otra. Después, el Príncipe malvado entró en movimiento, en un élan desordenado, y traspasó sus fronteras, y llegó hasta las fronteras del príncipe bueno. Sabiéndolo, el Príncipe bueno emitió de él mismo un Poder, llamado la Madre de la Vida. La Madre de la Vida emitió el Primer hombre... que fue a combatir las Tinieblas. Los Arjontes de las Tinieblas devoraron una de sus partes: el alma. Amparándose del Primer hambre lo torturaron, estando en las Tinieblas. El rogó al Príncipe bueno, quien emitió otra Potencia, llamada Espíritu viviente. Vino, y dándole la mano derecha, remontó al Primer hombre, quien dejó abajo, en su partida, la parte que le habían devorado: el alma. Las almas se hacen con parte del Príncipe bueno; la substancia del mal constituye los cuerpos". Innumerables textos maniqueos confirman la visión dualista del hombre, como mezcla de substancias emanadas de los dioses originarios. La redención del Primer hombre por el envío de una segunda Potencia, el Espíritu, produce la aparición del mundo material como el resto que queda sobre el campo de batalla, que por nuevas mezclas degradantes van permitiendo el nacimiento de todas las cosas. Se trata de una teogonía cosmológica. El Espíritu del mal, a fin de evitar que la luz pueda liberarse de las ligaduras de la materia, reunió toda la que pudo y la unió a un demonio femenino (Namrale), engendrando los dos primeros hombres. Adán (Gêhmurd) y Eva (Murdiyânag). El cuerpo humano tiene la forma de los Arjontes demoníacos, siendo la líbido las cadenas que aprisionan el alma y la mantienen unida a la materia (Âz, la concupiscencia, es una tendencia demoníaca). Estando en Adán la mayor parte de la luz del universo, la historia del hombre es una lucha cosmo-teológica. Consideremos un texto donde puede observarse la función de Jesús, el esplendor que salva a Adán: "El [Jesús] lo despertó [a Adán] como de un letargo parecido a la muerte [...]. Entonces Adán se reconoció a sí mismo y se dio cuenta de quien era. Jesús mostró a Adán los padres en las alturas y su propio yo [el alma de Adán] abandonado de todo [..] [Adán estaba antes] cautivo de las pestilencias de las tinieblas. Jesús lo enderezó y le hizo comer del árbol de la vida. Entonces Adán miró en torno a sí y lloró. Elevó su voz poderosa como la de un león que ruge, se mesó los cabellos (se) golpeó (el pecho) y dijo: ¡Malditos, malditos los que han formado mi cuerpo, los que han encadenado mi alma; malditos los rebeldes que me han esclavizado!". La clarividencia despierta el alma, el conocimiento de sí mismo es fruto del noús. La autoconciencia es condición soterológica; la gnosis salvífica incluye todo un saber cosmológico, como fundamento del saber del estado actual del alma y el origen del cuerpo: es la revelación maniquea. El hombre es un microcosmos. Es el resumen y el residuo del segundo momento de la conflagración universal: la mezcla de luz y tinieblas. El "hombre antiguo" está hecho ante todo de cuerpo y carne, concupiscencia, olvido, torpeza. El "hombre nuevo" ha sido restaurado por el noûs, constituyendo un "alma buena", el "yo-propio", el "yo-originario", la del maniqueo, del santo. Sólo este "hombre nuevo" lucha en el dolor por alcanzar la paz, utiliza al samsâra (esto indica una clara influencia del budismo, que fue el momento moralizante de la tradición vedanta, así como el maniqueísmo de la tradición zoroástrica) al que sigue el nirvana, o el regreso a la unidad originaria por la liberación del alma a través de la muerte. Esta antropología funda una moral consecuente. El alma, emanación del Bien, comete el pecado por su unión con el cuerpo, que por su peso la inclina al mal. Siendo la concupiscencia la que la esclaviza de manera especial. La inconsciencia es la condición del pecado. Por el noús, la gnosis descubre la manera de liberarse del cuerpo. Para ello son necesarios los tres sellos: a) De la boca: no dejar entrar ni salir nada impuro, absteniéndose de palabras obscenas, mentiras, vino y carne. Eran vegetarianos porque consideraban que los vegetales, aunque malos, tienen más elementos luminosos que los animales. b) De la mano: abstención de trabajo manual, de hacer la guerra y de dar muerte a cualquier ser viviente. No hacer mal a nadie. No robar. Practicar la pobreza, perdonar las injurias y despreciar los honores. c) Del seno: abstención del matrimonio y de la generación para impedir la propagación del mal. Mani recomendaba la virginidad, pero permitía el concubinato, a condición de que no nacieran hijos, a fin de no perpetuar el mal en el mundo. Era mayor pecado tener esposa que concubina. Esta moral estrictísima, era cumplida con generosidad, ilimitada en renuncias, que llegaban al límite de la condición corporal del hombre. Estas prácticas producen de inmediato la separación de los que cumplen las reglas morales a la letra, los perfectos o puros, que tienden a vivir en comunidad conventual; y los imperfectos que se salvan con la sola ayuda de los perfectos. Habría pues tres clases de hombres: 1. Los elegidos: un número muy pequeño. Son los verdaderos fieles. No podían ocuparse de trabajos manuales y vivían de limosnas. Después de su muerte vovían al reino de la luz, reintegrándose sus partículas luminosas a su principio. 2. Oyentes: (auditores) que constituían la masa de los fieles. después de su muerte, sus almas iban pasando de unos cuerpos a otros hasta que lograban incorporarse al de algún elegido, y por medio de éste lograban la salvación. 3. Pecadores: los cuales van al infierno. La conflagración final será la separación definitiva de la luz y las tinieblas. Todo termina en un incendio purificador, las partículas luminosas vuelven al reino de la luz, la materia queda oscura, inerte e informe para siempre. Así el bien prevalecerá definitivamente sobre el mal. Maní tenía doce discípulos, cuyos sucesores se llamaban maestros o doctores, verídicos o iluminados. Estos presidían sobre setenta y dos obispos, debajo de los cuales había sacerdotes y diáconos. Tenían dos sacramentos: el bautismo, que administraban con aceite, y la eucaristía que celebraban sin vino. No aceptaban el Antiguo Testamento. Cuando moría Mani, entre el 277 al 282 d. JC., cuya cabeza fue expuesta en los pórticos de Bêlapat, su comunidad comenzó una rápida expansión. Sus discípulos Sisinnios y Gabriobios fueron los jefes que le sucedieron, muriendo igualmente mártires lo mismo que gran parte de sus seguidores. El maniqueísmo era esencialmente misionero. Se extendió en el Imperio sasánida, y rápidamente llegó a Siria, Arabia del norte y Egipto a través del Mar Rojo, haciendo pie en Hypsele, cerca de Lycópolis, donde el neoplatónico Alejandro lo conoció. El 31 de marzo del año 297 el emperador Diocleciano ordenó una persecución en Egipto contra esta secta iránica, y por ello extranjera al Imperio. De allí llegó de todos modos al Africa del norte latina, donde tuvo conocimiento, de sus doctrinas Aurelio Agustín (354-430), donde desde hacía ya muchos años el maniqueísmo se había implantado (Faustus, Fortunato, Felix y otros nordafricanos latinos eran romanos y maniqueos). En el reino turco de los Uigures, la doctrina de Manes detentó el rango de religión de Estado del 763 a su ocaso, en el año 814. Después de una historia casi milenaria, el maniqueísmo desaparece como religión en todas partes.
Tomado de: http://medievalia.obolog.com
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