Sr. Hugbel Roa
Diputado a la Aasamble Nacional
De mi consideración
No suelo ni escribir ni responder “cartas públicas”. Pero la
intervención suya en la Asamblea Naciones esté jueves 13 de octubre me obliga a
dirigirle esta misiva pública por tres razones: una, ya que usted tuvo una
intervención también pública donde hace mención de dos hermanos míos en la fe y
la caridad, los cardenales Jorge Urosa y Baltazar Porra. Otra, porque los
juicios emitidos en esa intervención contra ellos son difamatorios y ofensivos.
Y la tercera, porque siendo pastor del pueblo de Dios, en comunión con mis
hermanos obispos, tengo el derecho y el deber de cuidar al pueblo de Dios en su
conocimiento de la verdad.
El Santo Padre Francisco ha vuelto a manifestar su cariño
hacia Venezuela al designar a Mons Baltazar Porras, arzobispo de Mérida, entre
los nuevos cardenales. Es un regalo para la Iglesia y para todas las personas
de buena Voluntad que han recibido con beneplácito y alegría está noticia: así
se ha visto reflejado en tantísimas y variadas manifestaciones desde el pasado
domingo 9 de octubre. A la vez es un signo de esperanza en estos duros momentos
de crisis que ataca la serenidad y la sana convivencia de todos quienes vivimos
en Venezuela.
De acuerdo a lo que usted se atrevió a señalar en su
intervención en la AN, compruebo que es de las pocas personas que ni recibieron
bien ni aceptaron la noticia ya reseñada. Usted puede hacerlo y hasta
manifestar su desacuerdo. Pero eso no justifica el empleo de términos
injuriosos, ofensivos y difamatorios contra los cardenales Urosa y Porras usted
ha tenido la osadía de calumniar. Para los creyentes en Dios la calumnia es un
grave pecado; para todo ciudadano es un delito que debe ser sancionado según lo
establecido en las leyes del país. Como tal entonces también obliga a quien la
ha emitido a asumir su responsabilidad y a reparar los daños Morales
consecuencias de tan bochornoso acto.
Le escribo públicamente para manifestarle mi repudio a sus
difamatorias declaraciones. Usted, además de ofender a Dios y a los sres
Cardenales, ha ofendido al pueblo venezolano creyente. Espero me lo permita, ha
ofendido su propia inteligencia (de usted) ya que una persona que actúa
racionalmente, aún cuando no esté de acuerdo con decisiones como las del Papa,
no se vale de la irracionalidad de la calumnia.
Le escribí para que sepa que Baltazar y Jorge, con quienes
comparto el ministerio episcopal en comunión con el Papa, son mis hermanos en
la fe y en la caridad pastoral. Soy testigo de excepción -no se sí usted pueda
decir lo mismo- de la dedicación de ambos por el país y por la Iglesia. Con
ellos comparto las alegrías y gozos, las esperanzas y angustias de nuestro
pueblo golpeado en estos momentos. Somos servidores de todos, incluso de
quienes no piensan como nosotros.
Le escribo en nombre de tantos hombres y mujeres, creyentes
o no, que ven reflejadas en sus palabras sentimientos que no posibilitan el encuentro,
el diálogo y la reconciliación. Sus palabras dirigidas en contra de mis
hermanos, sencillamente, atentan contra la verdad… Y el evangelio nos enseña
que sólo la verdad nos hace libres (Jn 8,32). No son ni el insulto, ni la
ofensa, ni la calumnia expresiones de libertad. Además mancillan la dignidad de
quienes han sido difamados. No olvide que usted tiene esa misma dignidad por
ser imagen y semejanza del Creador.
Le escribo para tratar de hacerle entender que ha caído en
un gravísimo error. Asimismo le invito a salir de el. Por ello, así como tuvo
la osadía de emitir juicios difamatorios, tenga la gallardía de pedir disculpas
públicamente y reparar el daño moral causado. De hacerlo, por favor no lo haga
porque se lo pide este pobre mortal, sino realícelo porque la gente sana de
este país lo espera y atrévase a hacerlo con temor de Dios en su nombre y como
ejercicio del mandamiento del amor que todo lo puede.
Le escribo, finalmente, para hacerle ver que su actitud
(acompañada de otros gestos de violencia), lejos de servir de modelo para el
pueblo lo distancian. Hoy se requiere en Venezuela de dirigentes que le den
garantía a la gente para ir hacia adelante y así lograr superar la crisis que
nos golpea. Pero no es con la calumnia ni con la difamación como van a ser
aceptados por el pueblo quienes deben ser ejemplo de buena educación,
ciudadanía y de respeto de las personas, comunidades e instituciones. Si usted
se atreviera a pedir disculpas, ganaría mucho más que con la postura hasta
ahora demostrada.
Quiero que sepa que les he manifestado mi fraterna
solidaridad a Los Cardenales Jorge Urosa y Baltazar Porras. Lo hago ante usted
y ante quien sea necesario. Ellos sin mis hermanos y la ofensa difamatoria
hacia ellos también es hacia mi, como lo ha sido para los miembros de la
Iglesia y tantas personas de buena voluntad.
Aunque no lo crea, estoy orando por usted para que cambie
sus expresiones y actúe en sintonía con la verdad. Le pido al Dios de la vida y
de la verdad le otorgué la gracia de su perdón y le ilumine con la luz de su
sabiduría.
Con mi atento saludo
Mario Moronta R.
Obispo de San Cristóbal
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