viernes, 15 de agosto de 2014

10 mandamientos de Friedrich Nietzsche para escribir con estilo

Friedrich Nietzsche es el filósofo favorito de los ateos que no lo han leído. Eso de que “Dios ha muerto” y aquello de que “el último cristiano murió en la cruz” resultan sentencias maravillosas para los rebeldes sin causa y para los intelectuales que ven como ovejitas a quienes creen en la existencia de algo superior.

Durante mucho tiempo, la obra de Nietzsche (se pronuncia Niche y no Nietch) fue vista como literatura hasta que comenzó a ser valorada como un pensamiento que valía la pena revisar. Tan relacionado con la literatura estuvo siempre que aquí están sus 10 recomendaciones para escribir con estilo.

1. Lo que importa más es la vida: el estilo debe vivir.

2. El estilo debe ser apropiado a tu persona, en función de una persona determinada a la que quieres comunicar tu pensamiento.

3. Antes de tomar la pluma, hay que saber exactamente cómo se expresaría de viva voz lo que se tiene que decir. Escribir debe ser sólo una imitación.

4. El escritor está lejos de poseer todos los medios del orador. Debe, pues, inspirarse en una forma de discurso muy expresiva. Su reflejo escrito 5-5. parecerá de todos modos mucho más apagado que su modelo.

5. La riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones; También la elección de las palabras, y la sucesión de los argumentos.

6. Cuidado con el período. Sólo tienen derecho a él aquellos que tienen la respiración muy larga hablando. Para la mayor parte, el período es tan sólo una afectación.

7. El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no sólo que los piensa, sino que los siente.

8. Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, más importante es hacer converger hacia ella todos los sentidos del lector.

9. El tacto del buen prosista en la elección de sus medios consiste en aproximarse a la poesía hasta rozarla, pero sin franquear jamás el límite que la separa.

10. No es sensato ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; es muy sensato y muy hábil, por el contrario, dejarle el cuidado de formular él mismo la última palabra de nuestra sabiduría.

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