Por: José Ramón Briceño - @jbdiwancomeback
Desde
ayer ando pensando que cosa pasa para que el mundo ande tan patas arriba, debo
admitir que últimamente me siento menos cuerdo, sigo sin creer que yo sepa algo
que los demás ignoran, debe ser que soy candidato a ser paciente psiquiátrico y
como de costumbre los locos nunca aceptamos nuestra condición y por aquello de
ver diferente al mundo podemos pensar que los locos son otros, pero en ningún caso
lo es uno.
Menos
mal que existe esto del internet y mejor aún tengo las posibilidades de acceder
desde mi sala a todo un universo de opiniones, periódicos, blogs y hasta
reacciones a título personal, no solo de gente de mis redes, también hago
ejercicio voyerista de mirar en las redes ajenas para buscar alguna explicación
posible al desbarajuste mundial, pues el local es tan disparatado que la verdad
no sé qué pensar, mejor, si sé que pensar pero me lo reservo en crudo, no vaya
a ser que una mañana me encuentre un punto rojo al pie de mi escalera con seis
viejitas insultándome y unos cuantos cabilleros que saldrán a la “defensa” de
sus abuelitas parados en la esquina, conversando de moto a moto y con su
respectivo palo, cabilla o bate a mano, uno nunca sabe que puede pasar en esta tierra
de locos.
Sobre
todo con mi cuenta en cero y el seguro que muy amablemente mi ex no me ha
quitado pues eso de meter los papeles de divorcio en el ministerio es todo un
lio y por tanto todavía tengo “protección” del seguro de ella, pero la última
vez que lo necesitamos para llevar a mi hija nos dieron un rebote muy incómodo
en la clínica, resulta que el tal seguro no lo han pagado hace meses y está
suspendido, es decir, tenemos patria, pero a los milicos les aumentan el sueldo
por tercera vez este año como si trabajaran la gran cosa.
Todo
esto viene a colación pues en estos días de angustias tuve un sueño muy
extraño, tanto que todavía lo recuerdo, me soñaba con veinte años menos,
cabello y apostura típica de uno veinteañero y en forma. Estaba de parranda en
Cuyagua (Una playa famosa en mi estado Aragua), andaba con unos supuestos amigos
y amigas, digo supuestos porque a nadie conocía, todos parecían salidos de un
comercial de cervezas, claro, la chica que me había tocado en suerte era todo
mi sueño erótico y la cosa iba bien, como era costumbre en aquellos años me
pasé de tragos y me puse a inventar cosas con la hermosísima flaca que me daba
besos, nos fuimos a una caleta donde pues describir lo que hicimos no tiene
sentido ya que de seguro ustedes se lo imaginan. En ese sueño había quedado
rendido entre los brazos de la chica, pero unos ruidos extraños me despertaron
al filo de la madrugada.
A
cien metros más o menos de donde estábamos (la chica y yo), había una especie
de fiesta, nada raro a decir verdad, lo extraño es que en ese sueño era la
madrugada de un lunes y por lo general pocos son los que andan de fiesta en
este país esos días, me levanté y por curiosidad me acerque allí, menos mal que
en os sueños todo es posible pues de otra les juro que del susto me da un
infarto, en la fiesta estaban algunos personajes históricos, fumando yerba y tomándose
unas soleras (cervezas) que se adivinaban muy frías y hasta apetitosas, también
tenían mesas llenas de manjares del mar y hasta una corte de bailarinas árabes.
Cuando
estuve más cerca, vi que estaban unos tipos con estampas estrafalarias, en mi
sueño yo sabía quiénes eran pero juro nunca haber visto ninguna fotografía ni
pintura a excepción de las de algunos personajes, allí estaban Odín, Shiva, Vishnú, Baal,
Mahoma, Zeus y otros cuyo nombre no recuerdo, felicitaban a un catire muy alto
y peli largo, que usaba una gran barba rubia pero que extrañamente estaba
vestido con una túnica larga y blanca, al parecer era Jesús y la fiesta era
para celebrar que por fin se deshizo de la angustia de los humanos y se dejó de
la pendejera esa de creerlos gente, que debió haberlo hecho hace dos mil años,
cuando nadie le creyó y lo crucificaron si oír nada en su defensa y sin tan
siquiera hacer un juicio justo ya que si el cargo era de herejía cuando menos debían
tener al tal Lázaro como testigo estrella, eso de revivir gente al parecer no
fue tomado en cuenta para establecer su calidad divina y zas, lo mataron como
si de un zelota cualquiera se tratase, resulta que me descubrieron y me
invitaron como testigo de excepción, allí no pude más que revivir mi borrachera
entre los más extraños compañeros de farra, compartí un porro con Shiva y hasta
abracé al barbudo, me harté de calamares y de pulpo a la gallega, me comí creo
que media docena de panes árabes con humus, hasta que se me acercó el Dr. José
Gregorio que estaba como invitado local y me dijo que no siguiera que a pesar
de los amigotes celestiales igual me podía dar un infarto con tanto exceso, ya,
al filo del amanecer se despidieron de mí y volví , más intoxicado al lado de
la amiga de esa noche.
De
más está decir que me levanté apenas finalizado el sueño, era muy real, la
verdad estaba en mi cama matrimonial de soltero, solo y aun desempleado a mis
41 años, apenas puse un pie en el piso me juré nunca más beber frente al computador
y leyendo vainas en Internet pues miren lo que pasa cuando el mundo está loco y entre la angustia, la depresión y el alcohol uno se pone a divagar sus ideas
extrañas antes de irse a dormir.
José
Ramón Briceño, 2013