De Oportunidades y Posibilidades
Por: Manuel Barreto Hernaiz
A mediados del pasado siglo, el médico e historiador Gregorio Marañón, en un ensayo sobre los deberes olvidados, afirmaba que uno de los problemas principales de aquel entonces consistía en que se padecía una crisis del deber y una hipertrofia del derecho.
¿No podemos decir hoy lo mismo en nuestro país? ¿Acaso no sigue siendo uno de los mayores males de nuestro país la falta de una auténtica y verdadera conciencia pública?
Hay ocasiones en la vida de una nación, en que se decide su destino, para bien o para mal, por un largo ciclo histórico. Tal vez muchos ciudadanos aún no estén plenamente conscientes que el país continúe cuesta abajo bajo el yugo ruin y forajido de un régimen que conduce a su pueblo a la desgracia, a costa de mantenerse -por no importa qué medio- en el poder.
Los ciudadanos responsables con el futuro de sus familias no pueden ni deben renunciar a luchar por lograr ese país que quieren y merecen. No deben permitir que decaiga la fuerza y el empuje de la pasión que debe acompañarles en ese arduo camino que obligatoriamente hay que emprender para recuperar las esperanzas truncadas y el porvenir de nuestro país.
Luego, el desafío que se nos presenta debemos asumirlo con compromiso y responsabilidad, y sobre todo, tener en cuenta –desde ahora – que si hacemos las cosas como siempre tendremos los resultados de siempre.
La ciudadanía está consciente de mantener los partidos políticos, solamente que el funcionamiento actual de éstos no corresponde con sus expectativas. Pero, ya es tiempo de dejar atrás esa lamentable paradoja que indica que el régimen se desgasta pero la oposición no se vigoriza.
Ahora se hace fundamental que, en tanto que instituciones responsables y como ciudadanos comprometidos con la lucha por nuestro país, nos entusiasmemos, nos manifestemos y nos ubiquemos debidamente en la dirección de lo que se avizora como una ardua lucha para rescatar lo que va quedando como país y como nación en desbandada, para lo cual se hace impostergable llegar a un acuerdo con todos los actores para saber cómo se articulan representación y participación.
En los últimos días se ha acentuado una particular campaña muy bien orquestada por la costosa Sala Situacional del régimen socavando las bases de los partidos, provocando enfrentamientos internos; filtrando información que busca perturbar el sentido de dirección; de igual manera aparecen, en uno que otro artículo y por Internet, informaciones que no son ciertas, aunque estén acompañadas de algunos argumentos parcialmente lógicos.
Mantengamos la objetividad, evaluemos el daño que producen estas perniciosas informaciones y actuemos en consecuencia.
Recordemos que buena parte de los ciudadanos no se ocupan de la política, están desinformados, cansados o aquiescentes ante lo que consideran una realidad irreversible.
No les desanimemos ni permitamos que otros lo hagan. Estemos atentos para desmontar y sacar del camino cualquier estrategia disuasiva que como “guerra psicológica” suele colocar el régimen en estas ocasiones.
De lo que se trata, en fin de cuentas, no es de disputar protagonismos sino de contribuir individualmente a conformar una acción ciudadana, consciente, organizada, capaz de dar respuestas coherentes, eficaces y rápidas.
Cuidado con la improvisación, cuidado apresurar el paso de manera innecesaria. No es solamente ir a reuniones, votar o no en una elección o dar a conocer su opinión. Lo más importante es sentirnos formando parte de un grupo social con todo lo que ello implica: compromiso y mucha responsabilidad. Desde una perspectiva pragmática se entiende que las personas en general participan en la medida en que se sientan afectadas por una situación…Y ya todos estamos, en menor o mayor grado, bien enterados de cuanto nos ocurre como país.
Los ciudadanos deben pensar por sí mismos y decidir por sí mismos, no clamar porque los militares, los políticos, los empresarios o los intelectuales les indiquen lo que deben decidir pues el deber ético del ciudadano de hoy es la lucha por recuperar su país, es la lucha por la libertad y por una democracia auténtica.
Es el momento de convertirnos en los verdaderos protagonistas del imprescindible cambio que el país requiere. Siempre dependerá de nosotros, los ciudadanos, que la nuestra no sea una historia de oportunidades perdidas y de posibilidades no aprovechadas.
Ahora es el momento de construir redes de verdadero tejido democrático, convenciendo y movilizando a los ciudadanos, planteando asuntos de vital importancia; ahora es el momento de realizar el trabajo político, definiendo esos futuros deseables y posibles.