martes, 23 de diciembre de 2014
lunes, 22 de diciembre de 2014
¿Qué regalar a los niños este diciembre?
Por: Federico Vegas
Tomado de: http://prodavinci.com
Acabo de ver en youtube el video navideño de Ikea. Se titula La otra Carta
y consiste en un experimento muy sencillo. Primero invitan a unos niños
a escribir una carta a los Reyes Magos y a continuación los vemos
elaborar las clásicas listas de bicicletas, guitarras, muñecos y algunas
peticiones más esotéricas, como un unicornio que vuela (recuerdo una
Navidad en que mi hijo le pidió al Niño Jesús un traje de Officeboy).
Luego les piden que escriban una carta a sus padres sobre lo que quieren
para la Navidad. En la siguiente escena aparecen el papá y la mamá
leyendo estas segundas cartas de sus hijos y llorando por las
peticiones: “Quiero que pasen más tiempo conmigo”, “Que cenen más con
nosotros”, “Qué juguemos más”, “Que me hagan más cosquillas”.
Le tengo una cierta desconfianza a Ikea,
la única empresa que ha logrado que les pague por ponerme a trabajar
armando lo que me han vendido inconcluso. Creo que lo logran no solo
porque el mueble resulta más barato, parece que además nos gustan las
labores entre hogareñas y masoquistas. Este síndrome tan comerciable es
parte del mensaje que Ikea nos vende con este video: el tiempo tiene más
valor que cualquier objeto. Dicho de otra manera: no se debe llenar la
falta de tiempo con los hijos mediante un exceso de regalos, o, según
Ikea: nada mejor que armar una biblioteca en familia.
Desde mi frágil condición —llena de
arrepentimiento por todo lo que no hice como padre y ahora quisiera
hacer como abuelo—, he estado pensando en la crueldad de someter a un
niño a escribir esas dos cartas para luego preguntarle cuál enviarían si
pudieran enviar una sola. ¿Cómo podemos lograr unir los regalos y el
tiempo en una sola ofrenda? Una posible respuesta sería entregarles a
los niños algo que les abra las puertas a un enriquecedor intercambio
con sus padres, y hasta con sus abuelos. En resumen: regalarles una
verdadera experiencia iniciática.
Ahora les narro algunos ejemplos en orden de aparición:
Una cámara fotográfica. La
primera cámara que me regaló mi padre fue una Kodak que ofrecía una
sola opción: apretar el obturador. Después de enseñarme a colocar el
rollo, me dio una recomendación muy precisa:
— Sólo puedes tomar fotos de día.
Pero yo era impaciente y esa misma noche
salí al jardín a retratar las andanzas de mi perro. Pocos días después
llegó mi padre con el testimonio de mi pecado y fue mostrándome con
expresión lúgubre 36 negativos de una absoluta transparencia. Asimilé la
lección, pero sin entenderla. ¿Si las fotos habían sido tomadas de
noche, por qué los negativos lucían tan claros?
He debido plantearle a mi padre esa duda
e incursionar, bajo su guía, en los secretos de un proceso que está
lleno de inversiones y compensaciones. Por ejemplo, en los negativos la
luz es lo negro y las sombras lo blanco, una etapa previa a una segunda
inversión que genera un positivo, el resultado final fijado en papel
fotográfico. Estas transformaciones se llaman revelado, y en verdad
ofrecen una serie de cruciales revelaciones.
Cuando recuerdo aquella triste sorpresa
ante los negativos vacíos, tiendo a hacerme una serie de preguntas: ¿La
creación se inicia en una hoja blanca donde vamos dibujando y
resolviendo nuestras oscuras realidades? ¿O en una página negra donde
vamos extrayendo nuestros pensamientos oscuros y caóticos hasta llegar a
una franca luminosidad? ¿O consiste en un ir y venir entre ambas
operaciones de agregación y sustracción?
Los padres pueden ser excelentes
compañeros en el proceso de entender que la cámara es una extensión de
nuestros ojos. Conocer sus mecanismos nos asoma a la relación entre el
espacio, el tiempo, la luminosidad, la sensibilidad y el foco,
dimensiones que concurren en nuestra percepción de la realidad. Así nos
vamos adentrando en nuestro interior e intuimos que nuestra relativa
percepción del mundo se basa en una serie de equilibrios y complejas
combinaciones.
Creo que las cámaras analógicas,
anteriores a las digitales, tienen ciertas ventajas didácticas. La
principal es que nos conducen a la magia de ese revelado que invierte
ante nuestros ojos lo que captó el negativo. Cuando yo era niño no había
mayor amenaza que ser encerrado en un cuarto oscuro, y resulta que, en
ciertas circunstancias, como el pasar una imagen de negativa a positiva,
puede ser el mayor de los premios. Dichosos los padres y los hijos que
alguna vez han compartido las ciencias y misterios de esta experiencia.
Un microscopio. Hubo
una época en que todos los niños pedían un juego de química y se
dedicaban a buscar la sustancia más explosiva, o la mancha más
indeleble, o el líquido más pestífero. Yo tuve la inmensa suerte de
contar con mi tío Leopoldo, entonces estudiante de Medicina. Mi juego
incluía un microscopio y mi tío me ayudó a descubrir que la vida tenía
otros ámbitos, otras escalas, que están constantemente ante nuestros
ojos pero no logramos verlas. La iniciación se dio con la pata de una
cucaracha convertida en la tibia y el fémur de un dinosaurio gigante, y
luego con una de las finas capas de una cebolla, donde “la mayor
contiene una menor y la siguiente a la siguiente”, como dice Wisława
Szymborska en el poema que, gracias al experimento con el adorado tío
Leopoldo, puedo hoy recordar con autoridad milimétrica.
Lo de la cebolla, eso sí lo entiendo,
el vientre más bello del mundo:
se envuelve a sí mismo en aureolas
para su propia gloria.
En nosotros: grasas, nervios, venas,
secreciones y secretos.
Se nos ha denegado
la idiotez de lo perfecto.
el vientre más bello del mundo:
se envuelve a sí mismo en aureolas
para su propia gloria.
En nosotros: grasas, nervios, venas,
secreciones y secretos.
Se nos ha denegado
la idiotez de lo perfecto.
Me volví voraz y logré ver las gruesas y
entorchadas guayas de las telarañas, los ojos hipertiroideos de las
moscas, bacterias psicodélicas nadando en gelatina de fresa, y hasta un
pedazo de pellejo que me arranque de la mano y coloreé de azul,
sacrificando mi cuerpo en aras de la ciencia.
No me fue tan bien con un telescopio que
me regalaron en mi primera comunión. Quizás se debió a que no hubo
nadie que me iniciara; o soy más aficionado a lo que está muy cerca que a
lo demasiado lejos. Una luna llena, lo único que llegué a ver con un
aparato que tendía a inclinarse como un cisne cansado, me aburrió con
sus gélidas muecas. Los únicos planetas y astros celestes que llegué a
observar con fruición fueron las nalgas y los senos de una señora
bastante mayor que vivía a unas dos cuadras de mi casa.
Una máscara
No hay mejor máscara que la de buceo.
Seguimos siendo los mismos, pero vemos y somos vistos como si
perteneciéramos a otra realidad. Y tiene, además, otros usos
trascendentales, pues aprender a nadar es muy necesario, pero no tan
aleccionador como aprender a bucear. Mi primera exploración en el fondo
del mar me dio la base para entender un poema de Paul Eluard que vine a
leer muchos años después:
Hay otros mundos, pero están en éste.
Hay otras vidas, pero están en ti.
Hay otras vidas, pero están en ti.
Estar bajo el agua es como visitar esa
luna ingrávida de la que solo me importan sus influencias amorosas y
neuróticas, pero con la ventaja de que es tan fácil regresar a la
tierra. Lástima que no se pueda respirar y las meditaciones a dos metros
de profundidad sean tan breves. Por supuesto que están las famosas
bombonas de Jaques Costeau que pueden llegar a convertirnos en un
submarino de pensamientos literalmente profundos. Pero no pretendo
pedirle a un padre que le compre el equipo completo a su hijo; basta con
un esnórquel, germanismo que está a punto de ser aprobado por la Real
Academia.
Si los periodistas son los surfistas de
la historia, y los historiadores se toman su tiempo observando las olas
desde la playa, al novelista le toca hundirse en el mar de lo viviente y
sacar de vez en cuando, para distraerse, un periscopio que capta
cuentos; pero no atmósferas, que son el tema de su verdadero oficio.
Será por esto que me siento tan ficticio cuando buceo, tan apartado,
ensimismado y, en cierta medida, tan prehistórico.
Comencé buceando con arpón a la caza del
mero ideal, hasta el día que bajé sin arma y los peces me aceptaron con
una mezcla de curiosidad y amable indiferencia. Me dejé llevar por la
corriente y floté hasta una especie de cueva donde vivía la familia
Mero. Estaban el papá Mero y la mama Mero con sus niños en una función,
que por la hora y la placidez, ha debido ser la siesta del desayuno.
Partiendo de esa imagen me atrevo a proponer que en esta Navidad le
compren una máscara a todos los miembros de la familia, y sigan la
famosa prédica del padre Peyton: “Familia que bucea unida, permanece
unida”.
A los doce años mi hijo Andrés nos
sorprendió inscribiéndose en un curso de buceo. Me limité a llevarlo a
las clases y acompañarlo el día de su graduación. En los mares de
Morrocoy se sumergió rodeado de adultos que le duplicaban y triplicaban
la edad. Fue el mejor alumno. He debido acompañarlo hasta el fondo, pero
no supe entender que me estaba señalando un camino.
Una carpa. Tuve la
buena y la mala suerte de pasar mi infancia en un suburbio de lotes
vacíos que tardó en llenarse después de la caída de Pérez Jiménez.
Nuestra pandilla vagaba por entre las pocas casas que se construían en
Chuao, y fue fácil conseguir tableros abandonados y retorcidas láminas
de zinc para construir la sede de un club destartalado, que era apenas
una sombra para enanos.
Una vez encontramos en el monte una caja
llena de revistas con mujeres desnudas. Alguna esposa las había
descubierto, rasgado por la mitad y arrojado en las inmediaciones de
nuestra sede. El descubrimiento tenía mucho de tentación satánica por su
abundancia e inexplicable dosis de suerte. Como suele suceder con todo
tesoro, terminó dividiendo el grupo. Unos lo consideraron un manantial
de sacrilegios, otros un regalo divino que no debía desperdiciarse; unos
ojeaban llenos de arrepentimientos, otros se masturbaban sin pudor y
sin hartarse de aquella oferta inagotable. Al estar las páginas
divididas justo en la mitad, se podían lograr infinitas combinaciones,
tal como con los “cadáveres exquisitos”, esas figuras que los
surrealistas dibujaban entre dos sin saber uno lo que haría el otro.
Una opción más casera son las
construcciones con sábanas y cobijas formando una especie de tienda
árabe tensada con sillas y guindando de una lámpara. Pero tampoco es una
buena opción para un regalo navideño. El ideal es la carpa, que tiene
sentido hasta armada dentro de un apartamento.
Cuando mi padre me regaló una carpa, él
estaba incluido en el paquete, pues insistió en que era de tamaño
familiar. De hecho la inauguramos juntos, solos él y yo, en un paseo a
los Canales de Río Chico. Navegamos por los canales todo el día y
acampamos en una playa. En la noche asamos unas salchichas de la Colonia
Tovar, pero de algún Tovar irresponsable que llenó los embutidos con
explosivos que se meteorizaron a lo largo de la noche en un fiero
concierto de flatulencias. Al principio me sentí capaz de competir en
igualdad de condiciones, pero pronto fui arrollado y tuve que salir a
una noche fría y llena de zancudos. Mi padre tenía sin duda más fuelle y
experiencia, y la ventaja de estar dormido, o hacer como si lo
estuviera. O quizás, honrando el espíritu del refrán: “A nadie le parece
su hijo feo ni le huele su peo”, creería que los míos eran también
suyos y los aceptaba con la tolerancia de lo inevitable, pues en las
carpas se pierde el sentido territorial y las pertenencias se confunden.
En futuras gestas con el Centro
Excursionista Loyola comprendí que esa ceremonia digestiva es parte
indispensable del ritual nocturno, y supe comportarme a la altura de un
hombre tenaz, gracias a aquel primer paseo con mi héroe en una jornada
mitológica que solo los dioses pueden regalar y aún me conduce.
Una pelota. La pelota
de béisbol es mucho más peligrosa que la de fútbol o la de básquet. Hay
que ver el culillo que sienten los principiantes cuando se juega
arreado. También es la más bella, exponiendo sus legibles costuras rojas
y su blancura pura y epidérmica, capaz de mostrar cada roce con la
arcilla, el césped o el bate.
Toda pelota es un regalo que invita a la
participación, pues tiene poco sentido para un niño sin compañía. En el
caso del béisbol es muy recomendable que sus primeros intercambios con
esa bola tan dura y vertiginosa sean con el padre, quien sabrá
acompañarlo con paciencia mientras se va haciendo cada vez más diestro y
valiente. Picharse equivale a conversar. Aún en
silencio se dicen muchas cosas con los movimientos del cuerpo, con la
velocidad del lanzamiento, con la soltura o tensión al atajar y al
lanzar.
Aquí debo aprovechar la ocasión para
pedir excusa por hablar más de niños que de niñas —la razón es obvia
cuando mi punto de partida es mi propia infancia—, y, de paso, quiero
asegurarles que la sesión de picheo entre un padre y una hija, o una
madre y un hijo, o un hermano y una hermana, puede abrir compuertas y
liberaciones muy estimulantes. No se lo pierdan.
Otra cualidad que he encontrado en estas
sesiones es cómo se van manifestando claramente las cuatro etapas del
conocimiento. En la primera, el niño o la niña jamás antes ha lanzado
una pelota, y es inconsciente de lo que no sabe. En la segunda, comienza
a lanzarla y se hace consciente de lo que no sabe. Poco a poco va a
aprendiendo y entonces es consciente de lo que sabe. Un buen día lo hace
sin pensar y alcanza el absoluto placer de jugar sin estar consciente
de todo lo que ha aprendido.
Pude observar este último paso gracias a
mi nieto Bernardo, quien unas veces lanzaba la bola duro y directo a mi
pecho y otras veces fallaba por dos metros. Hasta que le dije con la
debida gentileza:
— Lanza sin pensar… ¡Suéltate!
Y se dio el cambio. En ese momento
recordé una tarde que estaba con mi primo Luis Gerónimo tumbando mangos
maduros con mangos verdes. Luis no fallaba y yo jamás acertaba, hasta
que el dueño de aquella puntería prodigiosa me dijo sin deseos de
ofenderme:
— Lanza con los ojos cerrados… deja que la suerte te ayude.
El póker. Coloco de
último este económico regalo que solo requiere de un paquete de cartas y
unas fichas de colores, porque es el intercambio más reciente que he
sostenido con mis nietos.
En el siglo XIII, Alfonso el Sabio, rey de España, escribió un tratado llamado El Libro de los juegos.
Comienza con esta anécdota: Un rey de la India citó a sus sabios para
preguntarles sobre la esencia de los hechos y las cosas. Uno opinó que
era la razón, otro que el azar y el tercero que el equilibrar ambas
cosas mediante la cordura. El rey no entendía conceptos tan breves y
etéreos y exigió a cada sabio un modelo que aclarara su propuesta.
Regresaron después de un año. El primero demostraba las posibilidades de
la razón con un juego llamado ajedrez. El segundo reveló el inexorable
azar con dos dados. Y el tercero ejemplificó el devenir que la cordura
intenta aprovechar mediante unas tablas que hoy llamamos Back-Gammon.
Yo creo que al Rey Sabio le faltó
incluir el póker, un juego que además de integrar el azar y la razón,
aporta el “bluff”, una palabra que es mejor aceptarla tal como suena en
nuestro idioma que intentar traducirla con verbos como “fanfarronear”,
“engañar” o “farolear”. Algún purista dirá que es inmoral enseñarle a
los hijos el arte de mentir, pero en el póker jamás se miente, se hace
creer. Y esa es la gran enseñanza de este juego: quien nos engaña no
necesariamente lo hace a través de la mentira, también puede hacerlo con
una seriedad avasallante, imponente, presidencial. Ya lo decía mi
padre: “Los únicos políticos serios son los que nunca se ríen”.
En nuestras sesiones con frijoles en vez
de fichas, he visto a los niños aprender a controlar las emociones, a
respetar los turnos, calcular los riesgos, conocer las reglas, observar a
sus contrincantes, saber perder, comprender que lo importante no es
ganar, sino pasarla bien. Ya lo decía alguien alguna vez:
— A mi me gusta perder en Póker.
— ¿Y ganar?
— ¡Ah! ¡Ganar me fascina!
Aquí termina una lista que en el próximo
diciembre será otra. Mi último consejo es que, hagan lo que hagan, no
le regalen a sus hijos un celular, esos aparatos que acercan a los que
están lejos y alejan a los están cerca.
Y por último: ¡Feliz Navidad!
viernes, 19 de diciembre de 2014
Historia del Pesebre
Tomado de: http://linkis.com/www.fullstory.co/R3SwG
El pesebre lo inventó San Francisco de Asís, el santo de la humildad y de la pobreza, en la Navidad de 1223, hace muchos años ya, en el pueblecito de Greccio, en Italia.
Francisco estaba débil y enfermo y pensando que tal vez aquella sería su última Navidad en la tierra, quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial.
Un amigo de Francisco, el señor Juan Velita, era dueño de un pequeño bosque en lasmontañas de Greccio, y en el bosque había una gruta que a Francisco se le parecía mucho a la cuevita donde nació Jesús, en los campos de Belén y que él había conocido hacía poco en su viaje a Tierra Santa.
Francisco habló con su amigo, le contó su idea de hacer allí un “pesebre vivo” y juntos lo prepararon todo en secreto para que fuera una sorpresa para los habitantes del pueblo, niños y grandes.
Entre la gente del pueblo, Francisco y Juan escogieron algunas personas para que representaran a María, a José, y a los pastores; les hicieron prometer que no dirían nada a nadie antes de la Navidad, y, siguiendo el relato del Evangelio de San Lucas, prepararon la escena del nacimiento. ¡Hasta consiguieron un hermoso bebé para que representara a Jesús!
La noche de Navidad, cuando todas las familias estaban reunidas en sus casas, las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas. ¡Tocaban y tocaban como si hubiera una celebración especial! Pero nadie sabía qué estaba pasando. El Párroco del pueblo no había dicho que fuera a celebrar la Misa del Gallo, la Misa de Medianoche.
Sorprendidos y asustados a la vez, todos los habitantes de Greccio salieron de sus casas para ver qué estaba sucediendo. Entonces vieron a Francisco que desde la montaña los llamaba y les indicaba que subieran donde él estaba.
Alumbrándose con antorchas, porque la noche estaba muy oscura y hacía mucho frío, todos se dirigieron al lugar indicado y cuando llegaron quedaron tan admirados que cayeron de rodillas porque estaban viendo algo que nunca habían pensado poder ver.
Era como si el tiempo hubiera retrocedido muchos, muchos años y se encontraran en Belén, celebrando la primera Navidad de la historia: María tenía a Jesús en sus brazos, y José, muy entusiasmado, conversaba con un grupo de pastores que no se cansaban de admirar al niño que había acabado de nacer.
Después, cuando todos se calmaron, el Sacerdote, que había sido cómplice de Francisco y de Juan Velita en aquel secreto, celebró la Santa Misa y Jesús se hizo presente en el Pan y el Vino consagrados, como pasa siempre que se celebra una Misa en cualquier lugar del mundo.
Terminada la Eucaristía, Francisco, lleno de amor y de alegría, les contó a todos los presentes, con lujo de detalles, la hermosa historia de la Navidad y Jesús, “luz del mundo”, llenó sus corazones de paz y de amor.
Tres años más tarde Francisco de Asís murió, dejándonos esta hermosa costumbre de hacer el pesebre todos los años, que a todos nos gusta tanto.
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miércoles, 17 de diciembre de 2014
Abolición del Ejército
Por: Milos Alcalay - @milosalcalay
Costa Rica
conmemoró este mes, 66 años de la fecha en que el
recordado Presidente Pepe Figueres proclamó –con el apoyo de
toda la ciudadanía-
la abolición del Ejército marcando de esa manera su rechazo a
los atropellos
que las Fuerzas Armadas de su país habían protagonizado en el
pasado, demostrando
su apego a la fuerza de la razón en rechazo a la prepotencia del
poder armado.
Desde entonces, todos los años, en vez de realizar los desfiles
que en otras latitudes
presentan a cientos de soldados marchando
con gritos de guerra para demostrar la fuerza de las armas,
tanques, aviones y
todo tipo de costosos materiales bélicos, en San José ya se han
acostumbrado
los padres, abuelos y ciudadanos en general a aplaudir a los
niños que desfilan
orgullosos con sus uniformes escolares abanicando la bandera
patria y mostrando
su anhelo de convertirse en hombres y mujeres dispuestos a
perfeccionar cada
vez más un Estado de Derecho y de Justicia.
El resultado
de la valiente decisión adoptada por los demócratas
Ticos ha sido ejemplar, y a pesar de haber vivido en el pasado
la turbulencia
de movimientos militares y paramilitares de sus vecinos, que
iban en un abanico
desde el intervencionismo de la dictadura militar de Somoza
hasta las acciones
guerrilleras de Sandinistas
y miembros del
FMLN hace algunas décadas, pasando por los “ejércitos” del narco
terrorismo, de
los contra y del crimen organizado; el país centro americano
logró por la vía pacífica
demostrar que es válida la opción de construir una sociedad
volcada al
desarrollo, a la educación y a la justicia, apuntalando una
Nación admirada en
el mundo por su apego a la democracia, a las libertades y al
cumplimiento de los
compromisos del Estado de Derecho y de los Acuerdos
Internacionales.
Este
reconocimiento internacional quedó recogido de manera categórica
en las recientes declaraciones dadas por el Secretario General
de la ONU Ban
Ki-moon, quien durante su visita en el mes de julio afirmó: “Por
décadas, Costa
Rica ha sido ejemplo mundial en rechazar innecesarios gastos
militares. En su
lugar, el país valientemente invirtió en salud y educación. El
resultado ha
sido una menor desigualdad y una mayor paz social”. Con
admiración escuchamos también
las palabras del recientemente electo Presidente Luis Guillermo
Solís al
manifestar ante la Asamblea General de la ONU : “Costa Rica cree
firmemente y
practica todas las dimensiones del derecho internacional. Esta
es la única vía
que conocemos. Nuestra única arma, ha sido y será el derecho
internacional”
martes, 16 de diciembre de 2014
Elogio de lo incomprendido
Hospital Vargas
(Hace muchisimos años)
Por: Rafael Muci Mendoza
Aquel que protege nuestra práctica desde el Más Allá...
El viejo Hospital Vargas de Caracas, el Maestro Gabriel Trómpiz Graterol y una clase a la cabecera del enfermo
¨No quiero demostrar nada; sólo quiero mostrar¨ - Federico Fellini (1920-1993)
Era el doctor Gabriel Trómpiz Graterol (1907-1985), Profesor Titular y Jefe de la Cátedra de Clínica y Terapéutica Médica B de la Escuela José María Vargas de la UCV cuando yo ingresé a ella en 1966 como Instructor por Concurso. Había sido Director de la Sección de Terapéutica Experimental y Profesor de Patología Interna de la Universidad de Caracas, y además, escritor, un auténtico y genuino bolivariano, autor de libros, filósofo de la medicina... Recuerdo que en quinto año le oí una clase memorable sobre las experiencias del médico catalán Josep Trueta, descubridor de la doble circulación renal quien publicó sus hallazgos en inglés en 1947 y dos años más tarde en español ("Estudios sobre la circulación renal"). Comentaba que en los Estados Unidos se hablaba del ¨Trueta Shunt¨ para definir como en casos de shock clínico o experimental se produce una desviación de la circulación desde la corteza renal hacia la médula, camino por el cual el tránsito es más rápido, con lo que se reduce la perfusión cortical llegando hasta a detenerse y desaparecer. Así, la sangre no tiene oportunidad de ceder el oxígeno a los ovillos glomerulares. Prueba de ello, es la existencia de una misma concentración de oxígeno en la sangre tanto en la vena renal como en la arteria. A resultas, ocurre pues una necrosis aguda o destrucción total de la corteza renal.
Siempre llamó mucho nuestra atención que el Maestro Trómpiz, a la usanza europea, nunca se quitaba el paltó y usaba la bata blanca por encima dando la impresión de que ya se iba. Era sujeto de lustre universal y un médico enterado y compasivo. Gustaba de la observación y de la elucubración intelectual, de la investigación clínica simple con acures y conejos que pudiera realizarse en el confinado ámbito del Servicio, y se definía "como un profesional que andaba más entre ideas y sufrimientos de los enfermos que entre hermosas páginas de literatura o retórica".
Siervo de Dios, venerable doctor José Gregorio Hernández y Guaicaipuro, indómito guerrero cacique del pueblo de los Teques.
No era persona de exageraciones o liviandades, antes bien, era sobrio, serio y comedido. Así, que cuando cierto día me dijo que si yo estaba dispuesto, me haría una confidencia, me presté honrado a oírla con especial atención.
Muy conturbado y emocionado me contó una anécdota que recién le había ocurrido y que de sólo recordarla, todavía me recorre un escalofrío con piloerección. Sus palabras fueron más o menos las siguientes.
-"Mire Muci, alrededor de la actividad de un médico practicante ocurren hechos extraordinarios que pasarían totalmente por alto si él no atesorara en sí mismo, una disposición clara y abierta a escuchar lo que el paciente traiga a su consideración, no importando el contenido de la confidencia ni las creencias que animen la queja; por tanto, un buen médico debe ser un receptor desprejuiciado y comprometido, un real y leal depositario de los hechos que se le confíen, cualesquiera que ellos sean... Le ruego su atención".
-"Resulta que un día, ya entrada la tarde terminaba mi consulta; estaba muy fatigado por un largo día de lleno de vicisitudes y en disposición de irme a casa a reposar. En eso mi secretaria me informó que una cercana amiga, sin llamar anticipadamente, me había traído a su hija Sara de 15 años para que la examinara. Indispuesto por la intromisión sin previo aviso, la hice pasar y cuando su madre me expresó que tenía fiebre y le dolía la garganta, pensé que nada particularmente importante podía tener aquella joven, que a mis ojos, lucía tan saludable: Y así, a priori, no resistí la tentación de pensar que se trataba de una simple faringitis y me senté de nuevo en el escritorio que había dejado momentos antes, sin parar mientes en la facies sardónica o máscara tetánica con aspecto de concentración de la mitad superior de la cara y risa forzada, de volada le escribí una receta. Me despedí y abandoné el área de consulta en mi camino de vuelta a casa. Fue entonces cuando fui compelido a devolverme, tomar un depresor lingual y pedirle que abriera la boca. Quedé estupefacto cuando noté que no podía hacerlo y solo entonces pude percibir aquella facies previamente ignorada y que me era tan familiar. Inmediatamente pensé en tétanos y en efecto, existía el antecedente de que había pisado un clavo una semana antes cuando descalza, caminaba en el jardín de su casa recién abonado con bosta de vaca... Le pedí a uno de mis alumnos que de inmediato la hospitalizara, así que luego de algunos días de rigideces, convulsiones y temblores, con el tratamiento apropiado el cuadro remitió, y la joven sanó sin que quedaran secuelas. Me sentía contento de haber tenido aquel momento luminoso, para mi inexplicable".
-"Pasó el tiempo, olvidé lo ocurrido, y cierta vez me encontré con su madre en una reunión social. Al preguntarle por su hija, rápidamente me dijo que Sara se encontraba muy bien y totalmente recuperada, pero que la causa de su gran preocupación actual era su hija mayor de 22 años, Amalia, hermana de aquella. Esta joven había sido siempre retraída, tímida, muy timorata e indecisa, todo la sobresaltaba, la ruborizaba y la llenaba de miedo, al punto de que soliendo ir a menudo a la playa los fines de semana, la familia tenía preferencia por acampar en una playa resguardada y poco frecuentada, una ensenada de tranquilas aguas sembrada de cocoteros alineados en semicírculo a la orilla del mar... para que así, la niña no cogiera mucho sol. Amarraban un mecate a un tronco y el otro extremo lo asían a una tripa de automóvil inflada. Allí la sentaban, siendo que las olas ya moribundas y sin fuerzas, vinieran a mojarle las piernas... Nunca se atrevió a entrar al agua, ni siquiera en compañía de sus hermanos, magníficos nadadores".
-"A medida que la señora me contaba los hechos que constituían ahora su gran tribulación, sus ojos se abrían en forma desmesurada en busca de ayuda, de un destello de luz en los ojos míos... Pues bien, ocurrió que un domingo, uno de sus hermanos se aventuró mar adentro. Todos le gritábamos indicándole que regresara porque estaba muy lejos de la playa y en peligro de ahogarse. Él no oía o hacía caso omiso de nuestra preocupación, y nuestros gritos se fueron transformando en angustiosos alaridos. En una de esas, la joven también muy turbada se incorporó en el centro de la tripa, se empinó como quien quiere ver más lejos, gimoteando y repitiendo que su hermano se iba a ahogar. Repentinamente elevó los brazos, los trajo a su pecho golpeándolo y lanzando un agudo grito se echó al agua... Para sorpresa de todos, se fue nadando... para colmo, lo hacía con gran destreza y rapidez, así que llegó hasta donde su hermano, lo asió por el cuello y lo trajo de vuelta a la playa sano y salvo... A su arribo, su cara estaba totalmente transformada, vultuosa, sus rasgos se habían endurecido, las venas de su frente, cuello y cara estaban ingurgitadas y tortuosas, con voz gruesa hablaba un lenguaje inextricable aderezado con gruesas vulgaridades nunca acostumbradas por ella. Tomó del suelo una botella de ron que habían traído sus hermanos, y para más estupor y confusión de todos, elevándola, trago a trago, apuró todo su contenido. Entonces dijo con altivez ser el Cacique Guaicaipuro... Pasado algunos momentos de tensa expectación, bajó la cabeza, adoptó una postura de recogimiento y con voz pausada y tranquila, expresó que era el doctor José Gregorio Hernández, el médico de los pobres... Y desde entonces, aquellas trasmutaciones se repetían casi a diario, sin cesar: Dos personalidades diametralmente opuestas, habían poseído el cuerpo de la joven".
-"Bueno Muci, ¿qué pensaría usted de una historia como esta...? En mi caso, simulando compostura para no sonreír, pensé ¿qué otra cosa podría diagnosticarse como no fuera un caso de histeria mayor? La señora continuaba expresándome su preocupación y pidiéndome que la ayudara, que me acercara a su casa para que la viera, hablara con ella, la examinara y se la curara como había hecho con Sara, pues sería imposible sacarla de su habitación para llevarla a mi consulta. Pocos días más tarde, con motivo de una fiesta familiar, se presentó la oportunidad. Yo asistí y a las mil y quinientas, pudieron hacer que la muchacha, muy a regañadientes, se acercara a la sala donde todos departíamos. Alborotado el cabello, huraña, encorvada, desaliñada y asustada, la facies terrosa con círculos cenicientos alrededor de los ojos, apenas si elevó los ojos en señal de saludo y en la V de su escote brotaron los rojizos parches de un eritema a pudoris. En algún momento de la reunión familiar lanzó el consabido y aterrador grito, su cuerpo se enervó, su facies transmutó endureciéndose su semblante y dando inicio a su crisis mayor en medio de un lenguaje críptico abundoso en extrañas palabras, exclamaciones obscenas y sacrílegas. La botella de ron, la invitada de necesidad, salió a relucir para que no se tornara más violenta. La tomó trago a trago y completa en un envión sin que pareciera afectarla, mientras miraba a la concurrencia con ojos desafiantes. Yo, observaba maravillado y absorto la escena, pensando de nuevo que se trataba de un caso de múltiple identidad inducido por un paroxismo histérico¨.
¨Transcurridos algunos minutos de aquel drama donde todos estábamos por demás expectantes e impresionados, ocurrió la conversión... Se apoderó de su rostro la calma y el sosiego, adoptó una actitud monástica, entrelazó los dedos de sus manos, inclinó la cabeza y entornó los ojos. Con voz muy suave y pausada se dirigió hacia mí y me dijo estrechándome la mano".
-"¡Yo le conozco doctor Trómpiz! ¡Qué bueno tenerle en persona porque deseaba conversar con usted pues hay entre nosotros mucho en común! Usted como yo, ayuda a los enfermos pobres, ambos ejercimos en el Hospital Vargas y ambos también, salvando los tiempos, somos profesores universitarios por convicción y acción..." Aquel lenguaje tan cultivado y fino, distaba mucho del que había escuchado minutos antes... Habló del Hospital, de Razetti y sus tertulias con estudiantes en el patio de Vargas, de sus respetados colegas de entonces empeñados como él en modernizar la medicina, de la práctica profesional de su tiempo mostrando conocimiento y pasión, pero... de pronto, interrumpió su discurrir histórico y mirándome a los ojos me dijo:
-"¡Por cierto que yo le he ayudado en muchas ocasiones!"
Sonreí para mis adentros y me dispuse a llevarle la corriente.
-"¿Cómo es eso?" -le repliqué con mal disimulado cinismo-.
- "Pues sí doctor Trómpiz ¿Recuerda usted cuando Sara y su tétanos fueron a visitarle a su consultorio y usted ya se retiraba sin haberla examinado? Pues bien, fui yo quien al oído le susurré que se devolviera, tomara una paleta y le abriera la boca".
Viniendo esta anécdota de boca del doctor Trómpiz, no tuve más que creer en la veracidad de los hechos y pensar en lo incomprendido, en lo extraño, en lo supernatural, en la dificultad que tenemos los médicos para aceptar o explicar fenómenos extraños que a diario ocurren a nuestro derredor. Somos ¨científicos¨ ciegos y sordos, deambulando en una comarca donde los hechos extraordinarios nunca suceden, parecen no mostrársenos y por tanto nos son ignorados; más aún, los pacientes no quieren expresarnos sus vivencias por a suscitar un gesto de desaprobación, una respuesta escéptica o quizá, tan sólo una sonrisa burlona.
¿Un simple caso de la vieja histeria de Charcot?, ¿Esa que ya figuraba en referencias en los papiros egipcios, y que luego de Platón el filósofo, e Hipócrates el médico, hicieran su descripción y que según un mito griego se pensaba que la matriz deambulaba por el cuerpo de la mujer y cuando se aposentaba en el pecho, causaba enfermedades -del griego hystera o matriz-? Más tarde Galeno de Pérgamo estigmatizó a la mujer al escribir que era causada por la privación sexual especialmente en aquellas damas apasionadas, y por ello, con frecuencia se abusó de su diagnóstico en ¨señoritas viejas¨, vírgenes, monjas, viudas y por ocasión en mujeres casadas. Durante el Medioevo y el Renacimiento no se hizo esperar que con el diagnóstico viniera aparejado el tratamiento: Matrimonio si la mujer se encontraba soltera; coito repetido si era casada y el ¨masaje¨ de una comadrona como recurso heroico. Todavía por los ríos subterráneos de la medicina se deja oír con desprecio, ¡A esa lo que le falta es hombre!
Pero, ¿no sería lo de Amalia ese inquietante trastorno de la psiquiatría designado como trastorno disociativo de identidad o trastorno de personalidad múltiple? Quizá, a lo mejor alguna forma de psicosis.
Nunca lo sabremos... Algo parecido a ¨Sybil¨, la historia real de una mujer poseída por 16 diferentes personalidades. Sybil (1976) es un caso real llevado a la literatura por Flora Rheta Schreiber y basado a su vez en la vida de Shirley Ardell Mason, y posteriormente trasladado al cine y a una miniserie de televisión. La joven exhibía un asombroso total de 16 personalidades diferentes; sufría de la enfermedad como consecuencia de graves abusos sexuales en manos de su madre. A partir del libro, múltiples casos se sucedieron al margen de la Asociación Americana de Psicología (APA) que solo reconocería este trastorno en 1980. ¿Por qué finalmente lo reconoció? Luego de publicado el caso de Sybil a través del libro y el filme, se desvelaron las características del trastorno de identidad disociativo; algunos miembros de la APA estuvieron en desacuerdo y al considerar su inclusión afirmaron que era un ¨reconocimiento mediático¨ lo que había afianzado la presencia del trastorno.
Algunos todavía cuestionan su validez pues antes del éxito de Sybil apenas se habían descrito una cincuentena de casos, mientras que después el número ascendió a unos cuarenta mil, la mayoría diagnosticados en Estados Unidos, lo cual daría pie a pensar que es un trastorno de creación cultural y sustentado por medios de comunicación. Podría uno preguntarse si un fenómeno mediático puede fomentar la emergencia y desarrollo de una psicopatología... ¨Las tres caras de Eva¨, también pertenece a esta categoría de libros y una película de 1957 basada en hechos reales giraba en torno a Chris Costner-Sizemore que también sufrió un trastorno disociativo de identidad.
Sobre la psicopatología de la conciencia, asentaremos que dentro de ella se enmarca uno de los fenómenos psiquiátricos más extraordinarios e inquietantes descritos: la múltiple personalidad. Esta condición se caracteriza por la existencia de dos o más personalidades o estados de personalidad en el paciente; cada una con sus partes constituyentes de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre el Yo. En un momento dado por lo menos una de estas dos o múltiples personalidades, toman el control de la conducta y ello ocurre de forma recurrente. Otra de las características definitorias de este fenómeno es la invariable presencia de amnesias localizadas, que se distinguen por que el paciente suele afirmar una y otra vez que es incapaz de recordar amplios períodos de su vida.
Podría discutirse la pertinencia del traer a colación el caso de Amalia, el porqué de la escogencia de los dos personajes de la historia que protagoniza, tan disímiles, tan radicalmente opuestos: un recio cacique representante del coraje, la valentía y la libertad, y un médico santo entregado total e incansablemente a la cotidiana asistencia de los enfermos, sin reclamar a los pobres estipendio alguno, y que atendiendo los cuerpos, a la vez curaba las almas con gran amor; ambos, haciendo fidedignas confidencias por interpuesta persona es un algo imposible de explicar.
Así que yo, desde aquella revelación de mi maestro, siento que el Santo me respira en la oreja. Pienso que es él quien me susurra: ¿Acaso no le vas a hacer un tacto rectal a este paciente?, ¿No le vas a preguntar a esta joven señora taciturna y triste cómo anda su matrimonio o cómo marcha su vida sexual?, ¿Vas a confiarte en un informe radiológico en vez de mirar las radiografía con tus propios ojos y opinar en consecuencia? o ¿Es que no te compadeces por el aislamiento en que vive el hombre enfermo en estos
convulsionados tiempos donde en tu medicina fría y mecanicista no cabe el humanitarismo y le aíslas aún más?, ¿Es que no vas a acompañar al paciente pobre en esta horrible coyuntura histórica llamada socialismo del siglo XXI donde un régimen despótico le engaña, le ignora y le utiliza?
En una ocasión y en la década noventa del siglo pasado, en un artículo publicado en mi columna ¨Primum non nocere -Primero no hacer daño-¨ del Diario El Universal de Caracas, me referí a José Gregorio con el título, ¨El residente más viejo de mi Hospital... ¡Es un santo!¨. ¨Ese mismo -decía-, que nos acompaña en el día a día y susurra en nuestros oídos palabras de estímulo para seguir adelante no obstante la adversidad que nos arropa, nos llama la atención, nos plantea diagnósticos diferenciales, está allí para nosotros y para todos sus pacientes rescatándoles parte de la esperanza perdida¨.
El hombre primitivo inició lo que podría llamarse la protopsiquatría, y arrinconado por sus miedos atribuyó un origen sobrenatural a la enfermedad, y muy especialmente a la enfermedad mental, ideando intervenciones terapéuticas para expulsar demonios, diablos y espíritus malignos mediante trepanaciones craneales. Más tarde entre los antiguos judíos, los griegos, los egipcios y los chinos se emplearon rituales de exorcismos para extirpar del cuerpo los entes diabólicos enconchados en sus entretelas. Como bien se ha dicho, esta concepción prevaleció hasta Hipócrates de Cos (460 a 370 a.C.), quien arrebató la enfermedad a los dioses para entregarla a la responsabilidad de los hombres clasificando la enfermedad sobre la base de los cuatro temperamentos que modulaban la situación emocional del afectado: colérico, sanguíneo, melancólico y flemático.
El concepto de los cuatro humores de los griegos...
En 1563 se publica un texto de demonología, De Praestigiis Daemonum de la pluma del holandés Johann Weyer (1515-1588) al que se considera como padre de la psiquiatría moderna pues en ella denuncia la demonología oficializada del Malleus Malleficarum (¨El martillo de las brujas) que vio la luz hacia 1487 y en el cual se adiestraba sobre la detección del poseído, el examen del sospechoso de contubernio con El Malo y la posterior condena de brujos y brujas que terminaban calcinando sus huesos en la pira del martirio. Pobre de Amalia si hubiera vivido en aquellos tiempos de ignorancia... La psiquiatría de nuestros días permite dar explicación a muchos fenómenos llamados paranormales: esquizofrenia, epilepsia, alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas (aquellas que se producen en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, es decir, ocurren cuando nos estamos despertando) y muchas más que nos ayudan a esclarecer tal vez, algunos casos con apariencia
sobrenatural.
Colofón
La ciencia y el pragmatismo nos nublan la mirada acerca de hechos que a diario ocurren ante nuestros ojos; aunque el corazón conoce de cosas que no alcanzan a ver los ojos, rechazamos lo que la fisiología, la bioquímica y la fisiopatología no nos pueden explicar; por ello, atacamos con fiereza digna de mejor causa las creencias del paciente, aquello que no entendemos y no encaja dentro de nuestras concepciones médicas, y por tanto, los enfermos se
cuidan mucho de no molestar nuestro señorío y se reservan sus vivencias y concepciones de la enfermedad; así, nosotros perdemos oportunidades de ampliar los horizontes de nuestra comprensión y de crecer en medio de ella.
(Hace muchisimos años)
Por: Rafael Muci Mendoza
Aquel que protege nuestra práctica desde el Más Allá...
El viejo Hospital Vargas de Caracas, el Maestro Gabriel Trómpiz Graterol y una clase a la cabecera del enfermo
¨No quiero demostrar nada; sólo quiero mostrar¨ - Federico Fellini (1920-1993)
Era el doctor Gabriel Trómpiz Graterol (1907-1985), Profesor Titular y Jefe de la Cátedra de Clínica y Terapéutica Médica B de la Escuela José María Vargas de la UCV cuando yo ingresé a ella en 1966 como Instructor por Concurso. Había sido Director de la Sección de Terapéutica Experimental y Profesor de Patología Interna de la Universidad de Caracas, y además, escritor, un auténtico y genuino bolivariano, autor de libros, filósofo de la medicina... Recuerdo que en quinto año le oí una clase memorable sobre las experiencias del médico catalán Josep Trueta, descubridor de la doble circulación renal quien publicó sus hallazgos en inglés en 1947 y dos años más tarde en español ("Estudios sobre la circulación renal"). Comentaba que en los Estados Unidos se hablaba del ¨Trueta Shunt¨ para definir como en casos de shock clínico o experimental se produce una desviación de la circulación desde la corteza renal hacia la médula, camino por el cual el tránsito es más rápido, con lo que se reduce la perfusión cortical llegando hasta a detenerse y desaparecer. Así, la sangre no tiene oportunidad de ceder el oxígeno a los ovillos glomerulares. Prueba de ello, es la existencia de una misma concentración de oxígeno en la sangre tanto en la vena renal como en la arteria. A resultas, ocurre pues una necrosis aguda o destrucción total de la corteza renal.
Siempre llamó mucho nuestra atención que el Maestro Trómpiz, a la usanza europea, nunca se quitaba el paltó y usaba la bata blanca por encima dando la impresión de que ya se iba. Era sujeto de lustre universal y un médico enterado y compasivo. Gustaba de la observación y de la elucubración intelectual, de la investigación clínica simple con acures y conejos que pudiera realizarse en el confinado ámbito del Servicio, y se definía "como un profesional que andaba más entre ideas y sufrimientos de los enfermos que entre hermosas páginas de literatura o retórica".
Siervo de Dios, venerable doctor José Gregorio Hernández y Guaicaipuro, indómito guerrero cacique del pueblo de los Teques.
No era persona de exageraciones o liviandades, antes bien, era sobrio, serio y comedido. Así, que cuando cierto día me dijo que si yo estaba dispuesto, me haría una confidencia, me presté honrado a oírla con especial atención.
Muy conturbado y emocionado me contó una anécdota que recién le había ocurrido y que de sólo recordarla, todavía me recorre un escalofrío con piloerección. Sus palabras fueron más o menos las siguientes.
-"Mire Muci, alrededor de la actividad de un médico practicante ocurren hechos extraordinarios que pasarían totalmente por alto si él no atesorara en sí mismo, una disposición clara y abierta a escuchar lo que el paciente traiga a su consideración, no importando el contenido de la confidencia ni las creencias que animen la queja; por tanto, un buen médico debe ser un receptor desprejuiciado y comprometido, un real y leal depositario de los hechos que se le confíen, cualesquiera que ellos sean... Le ruego su atención".
-"Resulta que un día, ya entrada la tarde terminaba mi consulta; estaba muy fatigado por un largo día de lleno de vicisitudes y en disposición de irme a casa a reposar. En eso mi secretaria me informó que una cercana amiga, sin llamar anticipadamente, me había traído a su hija Sara de 15 años para que la examinara. Indispuesto por la intromisión sin previo aviso, la hice pasar y cuando su madre me expresó que tenía fiebre y le dolía la garganta, pensé que nada particularmente importante podía tener aquella joven, que a mis ojos, lucía tan saludable: Y así, a priori, no resistí la tentación de pensar que se trataba de una simple faringitis y me senté de nuevo en el escritorio que había dejado momentos antes, sin parar mientes en la facies sardónica o máscara tetánica con aspecto de concentración de la mitad superior de la cara y risa forzada, de volada le escribí una receta. Me despedí y abandoné el área de consulta en mi camino de vuelta a casa. Fue entonces cuando fui compelido a devolverme, tomar un depresor lingual y pedirle que abriera la boca. Quedé estupefacto cuando noté que no podía hacerlo y solo entonces pude percibir aquella facies previamente ignorada y que me era tan familiar. Inmediatamente pensé en tétanos y en efecto, existía el antecedente de que había pisado un clavo una semana antes cuando descalza, caminaba en el jardín de su casa recién abonado con bosta de vaca... Le pedí a uno de mis alumnos que de inmediato la hospitalizara, así que luego de algunos días de rigideces, convulsiones y temblores, con el tratamiento apropiado el cuadro remitió, y la joven sanó sin que quedaran secuelas. Me sentía contento de haber tenido aquel momento luminoso, para mi inexplicable".
-"Pasó el tiempo, olvidé lo ocurrido, y cierta vez me encontré con su madre en una reunión social. Al preguntarle por su hija, rápidamente me dijo que Sara se encontraba muy bien y totalmente recuperada, pero que la causa de su gran preocupación actual era su hija mayor de 22 años, Amalia, hermana de aquella. Esta joven había sido siempre retraída, tímida, muy timorata e indecisa, todo la sobresaltaba, la ruborizaba y la llenaba de miedo, al punto de que soliendo ir a menudo a la playa los fines de semana, la familia tenía preferencia por acampar en una playa resguardada y poco frecuentada, una ensenada de tranquilas aguas sembrada de cocoteros alineados en semicírculo a la orilla del mar... para que así, la niña no cogiera mucho sol. Amarraban un mecate a un tronco y el otro extremo lo asían a una tripa de automóvil inflada. Allí la sentaban, siendo que las olas ya moribundas y sin fuerzas, vinieran a mojarle las piernas... Nunca se atrevió a entrar al agua, ni siquiera en compañía de sus hermanos, magníficos nadadores".
-"A medida que la señora me contaba los hechos que constituían ahora su gran tribulación, sus ojos se abrían en forma desmesurada en busca de ayuda, de un destello de luz en los ojos míos... Pues bien, ocurrió que un domingo, uno de sus hermanos se aventuró mar adentro. Todos le gritábamos indicándole que regresara porque estaba muy lejos de la playa y en peligro de ahogarse. Él no oía o hacía caso omiso de nuestra preocupación, y nuestros gritos se fueron transformando en angustiosos alaridos. En una de esas, la joven también muy turbada se incorporó en el centro de la tripa, se empinó como quien quiere ver más lejos, gimoteando y repitiendo que su hermano se iba a ahogar. Repentinamente elevó los brazos, los trajo a su pecho golpeándolo y lanzando un agudo grito se echó al agua... Para sorpresa de todos, se fue nadando... para colmo, lo hacía con gran destreza y rapidez, así que llegó hasta donde su hermano, lo asió por el cuello y lo trajo de vuelta a la playa sano y salvo... A su arribo, su cara estaba totalmente transformada, vultuosa, sus rasgos se habían endurecido, las venas de su frente, cuello y cara estaban ingurgitadas y tortuosas, con voz gruesa hablaba un lenguaje inextricable aderezado con gruesas vulgaridades nunca acostumbradas por ella. Tomó del suelo una botella de ron que habían traído sus hermanos, y para más estupor y confusión de todos, elevándola, trago a trago, apuró todo su contenido. Entonces dijo con altivez ser el Cacique Guaicaipuro... Pasado algunos momentos de tensa expectación, bajó la cabeza, adoptó una postura de recogimiento y con voz pausada y tranquila, expresó que era el doctor José Gregorio Hernández, el médico de los pobres... Y desde entonces, aquellas trasmutaciones se repetían casi a diario, sin cesar: Dos personalidades diametralmente opuestas, habían poseído el cuerpo de la joven".
-"Bueno Muci, ¿qué pensaría usted de una historia como esta...? En mi caso, simulando compostura para no sonreír, pensé ¿qué otra cosa podría diagnosticarse como no fuera un caso de histeria mayor? La señora continuaba expresándome su preocupación y pidiéndome que la ayudara, que me acercara a su casa para que la viera, hablara con ella, la examinara y se la curara como había hecho con Sara, pues sería imposible sacarla de su habitación para llevarla a mi consulta. Pocos días más tarde, con motivo de una fiesta familiar, se presentó la oportunidad. Yo asistí y a las mil y quinientas, pudieron hacer que la muchacha, muy a regañadientes, se acercara a la sala donde todos departíamos. Alborotado el cabello, huraña, encorvada, desaliñada y asustada, la facies terrosa con círculos cenicientos alrededor de los ojos, apenas si elevó los ojos en señal de saludo y en la V de su escote brotaron los rojizos parches de un eritema a pudoris. En algún momento de la reunión familiar lanzó el consabido y aterrador grito, su cuerpo se enervó, su facies transmutó endureciéndose su semblante y dando inicio a su crisis mayor en medio de un lenguaje críptico abundoso en extrañas palabras, exclamaciones obscenas y sacrílegas. La botella de ron, la invitada de necesidad, salió a relucir para que no se tornara más violenta. La tomó trago a trago y completa en un envión sin que pareciera afectarla, mientras miraba a la concurrencia con ojos desafiantes. Yo, observaba maravillado y absorto la escena, pensando de nuevo que se trataba de un caso de múltiple identidad inducido por un paroxismo histérico¨.
¨Transcurridos algunos minutos de aquel drama donde todos estábamos por demás expectantes e impresionados, ocurrió la conversión... Se apoderó de su rostro la calma y el sosiego, adoptó una actitud monástica, entrelazó los dedos de sus manos, inclinó la cabeza y entornó los ojos. Con voz muy suave y pausada se dirigió hacia mí y me dijo estrechándome la mano".
-"¡Yo le conozco doctor Trómpiz! ¡Qué bueno tenerle en persona porque deseaba conversar con usted pues hay entre nosotros mucho en común! Usted como yo, ayuda a los enfermos pobres, ambos ejercimos en el Hospital Vargas y ambos también, salvando los tiempos, somos profesores universitarios por convicción y acción..." Aquel lenguaje tan cultivado y fino, distaba mucho del que había escuchado minutos antes... Habló del Hospital, de Razetti y sus tertulias con estudiantes en el patio de Vargas, de sus respetados colegas de entonces empeñados como él en modernizar la medicina, de la práctica profesional de su tiempo mostrando conocimiento y pasión, pero... de pronto, interrumpió su discurrir histórico y mirándome a los ojos me dijo:
-"¡Por cierto que yo le he ayudado en muchas ocasiones!"
Sonreí para mis adentros y me dispuse a llevarle la corriente.
-"¿Cómo es eso?" -le repliqué con mal disimulado cinismo-.
- "Pues sí doctor Trómpiz ¿Recuerda usted cuando Sara y su tétanos fueron a visitarle a su consultorio y usted ya se retiraba sin haberla examinado? Pues bien, fui yo quien al oído le susurré que se devolviera, tomara una paleta y le abriera la boca".
Viniendo esta anécdota de boca del doctor Trómpiz, no tuve más que creer en la veracidad de los hechos y pensar en lo incomprendido, en lo extraño, en lo supernatural, en la dificultad que tenemos los médicos para aceptar o explicar fenómenos extraños que a diario ocurren a nuestro derredor. Somos ¨científicos¨ ciegos y sordos, deambulando en una comarca donde los hechos extraordinarios nunca suceden, parecen no mostrársenos y por tanto nos son ignorados; más aún, los pacientes no quieren expresarnos sus vivencias por a suscitar un gesto de desaprobación, una respuesta escéptica o quizá, tan sólo una sonrisa burlona.
¿Un simple caso de la vieja histeria de Charcot?, ¿Esa que ya figuraba en referencias en los papiros egipcios, y que luego de Platón el filósofo, e Hipócrates el médico, hicieran su descripción y que según un mito griego se pensaba que la matriz deambulaba por el cuerpo de la mujer y cuando se aposentaba en el pecho, causaba enfermedades -del griego hystera o matriz-? Más tarde Galeno de Pérgamo estigmatizó a la mujer al escribir que era causada por la privación sexual especialmente en aquellas damas apasionadas, y por ello, con frecuencia se abusó de su diagnóstico en ¨señoritas viejas¨, vírgenes, monjas, viudas y por ocasión en mujeres casadas. Durante el Medioevo y el Renacimiento no se hizo esperar que con el diagnóstico viniera aparejado el tratamiento: Matrimonio si la mujer se encontraba soltera; coito repetido si era casada y el ¨masaje¨ de una comadrona como recurso heroico. Todavía por los ríos subterráneos de la medicina se deja oír con desprecio, ¡A esa lo que le falta es hombre!
Pero, ¿no sería lo de Amalia ese inquietante trastorno de la psiquiatría designado como trastorno disociativo de identidad o trastorno de personalidad múltiple? Quizá, a lo mejor alguna forma de psicosis.
Nunca lo sabremos... Algo parecido a ¨Sybil¨, la historia real de una mujer poseída por 16 diferentes personalidades. Sybil (1976) es un caso real llevado a la literatura por Flora Rheta Schreiber y basado a su vez en la vida de Shirley Ardell Mason, y posteriormente trasladado al cine y a una miniserie de televisión. La joven exhibía un asombroso total de 16 personalidades diferentes; sufría de la enfermedad como consecuencia de graves abusos sexuales en manos de su madre. A partir del libro, múltiples casos se sucedieron al margen de la Asociación Americana de Psicología (APA) que solo reconocería este trastorno en 1980. ¿Por qué finalmente lo reconoció? Luego de publicado el caso de Sybil a través del libro y el filme, se desvelaron las características del trastorno de identidad disociativo; algunos miembros de la APA estuvieron en desacuerdo y al considerar su inclusión afirmaron que era un ¨reconocimiento mediático¨ lo que había afianzado la presencia del trastorno.
Algunos todavía cuestionan su validez pues antes del éxito de Sybil apenas se habían descrito una cincuentena de casos, mientras que después el número ascendió a unos cuarenta mil, la mayoría diagnosticados en Estados Unidos, lo cual daría pie a pensar que es un trastorno de creación cultural y sustentado por medios de comunicación. Podría uno preguntarse si un fenómeno mediático puede fomentar la emergencia y desarrollo de una psicopatología... ¨Las tres caras de Eva¨, también pertenece a esta categoría de libros y una película de 1957 basada en hechos reales giraba en torno a Chris Costner-Sizemore que también sufrió un trastorno disociativo de identidad.
Sobre la psicopatología de la conciencia, asentaremos que dentro de ella se enmarca uno de los fenómenos psiquiátricos más extraordinarios e inquietantes descritos: la múltiple personalidad. Esta condición se caracteriza por la existencia de dos o más personalidades o estados de personalidad en el paciente; cada una con sus partes constituyentes de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre el Yo. En un momento dado por lo menos una de estas dos o múltiples personalidades, toman el control de la conducta y ello ocurre de forma recurrente. Otra de las características definitorias de este fenómeno es la invariable presencia de amnesias localizadas, que se distinguen por que el paciente suele afirmar una y otra vez que es incapaz de recordar amplios períodos de su vida.
Podría discutirse la pertinencia del traer a colación el caso de Amalia, el porqué de la escogencia de los dos personajes de la historia que protagoniza, tan disímiles, tan radicalmente opuestos: un recio cacique representante del coraje, la valentía y la libertad, y un médico santo entregado total e incansablemente a la cotidiana asistencia de los enfermos, sin reclamar a los pobres estipendio alguno, y que atendiendo los cuerpos, a la vez curaba las almas con gran amor; ambos, haciendo fidedignas confidencias por interpuesta persona es un algo imposible de explicar.
Así que yo, desde aquella revelación de mi maestro, siento que el Santo me respira en la oreja. Pienso que es él quien me susurra: ¿Acaso no le vas a hacer un tacto rectal a este paciente?, ¿No le vas a preguntar a esta joven señora taciturna y triste cómo anda su matrimonio o cómo marcha su vida sexual?, ¿Vas a confiarte en un informe radiológico en vez de mirar las radiografía con tus propios ojos y opinar en consecuencia? o ¿Es que no te compadeces por el aislamiento en que vive el hombre enfermo en estos
convulsionados tiempos donde en tu medicina fría y mecanicista no cabe el humanitarismo y le aíslas aún más?, ¿Es que no vas a acompañar al paciente pobre en esta horrible coyuntura histórica llamada socialismo del siglo XXI donde un régimen despótico le engaña, le ignora y le utiliza?
En una ocasión y en la década noventa del siglo pasado, en un artículo publicado en mi columna ¨Primum non nocere -Primero no hacer daño-¨ del Diario El Universal de Caracas, me referí a José Gregorio con el título, ¨El residente más viejo de mi Hospital... ¡Es un santo!¨. ¨Ese mismo -decía-, que nos acompaña en el día a día y susurra en nuestros oídos palabras de estímulo para seguir adelante no obstante la adversidad que nos arropa, nos llama la atención, nos plantea diagnósticos diferenciales, está allí para nosotros y para todos sus pacientes rescatándoles parte de la esperanza perdida¨.
El hombre primitivo inició lo que podría llamarse la protopsiquatría, y arrinconado por sus miedos atribuyó un origen sobrenatural a la enfermedad, y muy especialmente a la enfermedad mental, ideando intervenciones terapéuticas para expulsar demonios, diablos y espíritus malignos mediante trepanaciones craneales. Más tarde entre los antiguos judíos, los griegos, los egipcios y los chinos se emplearon rituales de exorcismos para extirpar del cuerpo los entes diabólicos enconchados en sus entretelas. Como bien se ha dicho, esta concepción prevaleció hasta Hipócrates de Cos (460 a 370 a.C.), quien arrebató la enfermedad a los dioses para entregarla a la responsabilidad de los hombres clasificando la enfermedad sobre la base de los cuatro temperamentos que modulaban la situación emocional del afectado: colérico, sanguíneo, melancólico y flemático.
El concepto de los cuatro humores de los griegos...
En 1563 se publica un texto de demonología, De Praestigiis Daemonum de la pluma del holandés Johann Weyer (1515-1588) al que se considera como padre de la psiquiatría moderna pues en ella denuncia la demonología oficializada del Malleus Malleficarum (¨El martillo de las brujas) que vio la luz hacia 1487 y en el cual se adiestraba sobre la detección del poseído, el examen del sospechoso de contubernio con El Malo y la posterior condena de brujos y brujas que terminaban calcinando sus huesos en la pira del martirio. Pobre de Amalia si hubiera vivido en aquellos tiempos de ignorancia... La psiquiatría de nuestros días permite dar explicación a muchos fenómenos llamados paranormales: esquizofrenia, epilepsia, alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas (aquellas que se producen en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, es decir, ocurren cuando nos estamos despertando) y muchas más que nos ayudan a esclarecer tal vez, algunos casos con apariencia
sobrenatural.
Colofón
La ciencia y el pragmatismo nos nublan la mirada acerca de hechos que a diario ocurren ante nuestros ojos; aunque el corazón conoce de cosas que no alcanzan a ver los ojos, rechazamos lo que la fisiología, la bioquímica y la fisiopatología no nos pueden explicar; por ello, atacamos con fiereza digna de mejor causa las creencias del paciente, aquello que no entendemos y no encaja dentro de nuestras concepciones médicas, y por tanto, los enfermos se
cuidan mucho de no molestar nuestro señorío y se reservan sus vivencias y concepciones de la enfermedad; así, nosotros perdemos oportunidades de ampliar los horizontes de nuestra comprensión y de crecer en medio de ella.
lunes, 15 de diciembre de 2014
Un argumento demasiado frágil.
Por: Alberto Medina Méndez - @amedinamendez
Es bastante habitual que ciertas
posiciones políticas intenten defenderse desde un complejo
arsenal de justificaciones. La lectura acerca de lo que
ocurre en el mundo real es invariablemente subjetiva, pero
encuentra usualmente algún soporte intelectual en el
nutrido intercambio de diversas miradas que procuran explicar
cada uno de los acontecimientos.
En ese contexto
y de modo recurrente, sobrevuela una estrategia argumental
que tiene un marcado sesgo utilitarista y que se apoya en
los hipotéticos resultados exitosos obtenidos. Desde
allí, pretende advertir que una decisión política
es instrumentalmente más conveniente que otra.
Es una gran tentación hacerlo. Es muy inocente
caer en esa infantil trampa. De hecho hasta los más
inteligentes, inexorablemente incurren en esta práctica,
buscando tomar un atajo para demostrar sus eventuales razones.
Ese sendero procura conducir hacia una especie
de camino breve que demuele cualquier comentario desde una
pretendida objetividad manifiesta. A veces parece que se
tratara de la ingenua tarea de ganar una pulseada mental
para señalar que cierta idea ha sido más eficaz
que otra.
En ese tipo de debates se corre el
riesgo de vaciar de contenidos el valioso flujo de ideas.
Sería bueno enriquecerlo con nuevos ingredientes en
vez de buscar aplastarlo todo como metodología secuencial.
El uso de datos técnicos, de estadísticas y cifras,
no deja de ser solo una perspectiva particular sobre lo
que ocurre y siempre puede alejar a la verdad.
La mayoría de los sectores políticos que gobiernan,
y muchos de sus defensores acérrimos, apelan a este
tipo de razonamientos de dudosa fortaleza. Sostienen que
durante una etapa de tiempo consiguieron que un aumento
del salario real, récord de exportaciones o una masiva
compra de vehículos nuevos, por solo citar ejemplos
tan reiterados como irrelevantes.
Un peligro
evidente es creer que esos números, demuestran algo
realmente importante, sin visualizar que esos datos son
cambiantes, que pueden revertirse velozmente y desmentir
lo antedicho con excesiva simplicidad.
Es cierto
también que esos movimientos políticos, tienen
un manual preparado para su rutinaria manipulación
informativa. Saben de antemano que cuando los vientos son
favorables se adjudicarán el mérito, y cuando
todo muestre lo contrario, encontrarán rápidamente
un culpable, hecho a la medida, para endilgarles la responsabilidad
del cambio de rumbo.
En realidad, el análisis
esencial debería basarse en una escala de valores de
orden conceptual. No se está mejor o peor porque un
indicador u otro así lo determinen, sino en la medida
que esas presuntas mediciones sean compatibles con los objetivos
definidos como prioridad en un momento.
Que
una persona obtenga más dinero no garantiza que sea
dichoso. Pero tampoco el hecho de que consiga más ingresos
lo convierte en desdichado. Si el parámetro fuera su
felicidad, pues la evaluación no debería pasar
entonces por indicadores que no pueden explicar una correlación
directa.
Con las sociedades pasa algo muy parecido.
En una comunidad, inclusive, esto constituye un fenómeno
de mayor complejidad ya que supone la existencia de una
voluntad difícil de establecer, ya que los objetivos
de la misma no se pueden fijar con tanta contundencia porque
se trata del deseo de la suma de muchos individuos con características
y metas disimiles.
El dilema de fondo es interesante
y merece ser discutido con suficiente profundidad. La libertad
es un valor superior, lo es también la vida y por supuesto
la propiedad, por solo citar los ejemplos más elementales.
Para medir el éxito de un sistema político,
es imprescindible enfocarse en esas cuestiones y no en meras
fórmulas estadísticas sin contenido y supuestos
utilitaristas prejuicios tan encarnados en la sociedad moderna.
Aunque suene algo extraño, importa muy poco
que un sistema económico sea eficiente en términos
de índices si lo hace a costa de limitar libertades,
irrespetar vidas humanas o apropiarse de lo ajeno. Esto
mismo podría decirse en términos inversos, es
decir en el caso de sistemas menos eficientes pero que permiten
mayores márgenes de libertad individual, respeto a
la integridad humana y al derecho de propiedad.
Estos debates pueden conducir innecesariamente hacia un
callejón sin salida porque ponen en el centro de la
escena a mediciones superfluas. La comparación con
el deporte tal vez ayude, aunque a veces justamente este
esquema es el que invita al error. En la actividad competitiva,
muchos suponen que lo importante es ganar, y entonces los
métodos, el estilo y hasta los ardides, no parecen
ser primordiales y pasan a segundo plano.
Sin
embargo para otros es posible que lo importante sea divertirse,
disfrutar, compartir con amigos o hacerlo en armonía.
En ese caso, si se gana será mucho mejor, pero igualmente
anecdótico. Lo significativo no habrá sido el
resultado, sino todo lo demás, claramente más
importante.
Los números no están de
más y pueden aportar un extra, un plus que agrega,
y hasta convertirse en una consecuencia natural de todo
lo fundamental. Nuevamente, como dirían los analistas
deportivos, existen más oportunidades de ganar un campeonato
jugando bien que haciéndolo mal, mostrando talento
que siendo incapaz. Sin embargo, es probable que el mundo
actual prefiera inclinarse frente a la linealidad que proponen
los argumentos exclusivamente estadísticos.
El desafío es discutir las cuestiones de fondo, las
trascendentes, las esenciales, superando la mediocridad
que propone el debate superficial que se apoya en la mera
conveniencia del corto plazo. Las sociedades maduras son
aquellas que han logrado darle el espacio necesario a las
discusiones vitales sin caer en el perverso juego de utilizar
los números circunstanciales para demostrarlo todo.
Hay que evitar tropezar con esa dinámica que solo invita
a exhibir un argumento demasiado frágil.
www.existeotrocamino.com
Elogio del reloj y el tiempo de Dios...
Por: Rafael Muci-Mendoza
Tengo un reloj pulsera Casio desde hace más de 20 años, es un reloj que cálculos conservadores catalogarían como de medio pelo; siempre lo mantengo en la hora llamando al 119, donde un señor muy serio y circunspecto, con acento español, me indica tres veces seguidas la hora exacta con minutos y segundos como si yo fuera estúpido; con una vez que me lo dijera me bastaría. Es un ¨jog & walk calorie¨, ¨water resistent 100 M¨, lo que quiere decir que puedo sumergirme en el mar a profundidades casi abisales sin que se detenga o se inunde de agua; todavía no me he decidido a probar la veracidad de este supuesto, pero les juro que me baño con él, lo enjabono y lo seco cuidadosamente. Está rayado; a cada rato se me revienta la correa plástica porque lo coloco de un lado de la muñeca y la tensión termina por partirla; muestra microtraumas en su perfil que son las arrugas del tiempo de los relojes. La correa vale Bs 1800, pero en el Centro, frente al Palacio de la Academias, las venden y las colocan a un bajo precio y de paso, ayudo a un ¨trabajador informal¨ porque seguro que buhonero no es. Pero lo amo porque tiene un marca-pasos sonoro que activo mientras troto, me hace mantener un paso acorde a mi capacidad y al final me dice cuánto tiempo me tomó mi entrenamiento y cuántas calorías consumí. Sinceramente, creo que esta información tampoco me ha servido de mucho, pero ahí queda. Es todo, mi pobre reloj no se conecta a la Internet pero me lanza un pitido al marcar la hora, que casi constituye para mí una prueba de agudeza auditiva por lo quedo de su reiterada queja horaria... Ah, y también tiene alarma para despertarme a las 2.20 A.M. hora de espantos y aparecidos, hora de oscuridad y crimen, pero también hora de estudio y producción intelectual. Me considero pues, muy afortunado de tenerlo conmigo; sin embargo, hay tantos puntos de vista como seres humanos existimos... Otros consideran que mi reloj es realmente una vergüenza y hasta digno de desprecio y repudio. En días pasados un malandro trató de arrebatármelo, lo vio y con gran desprecio me lanzó el brazo hacia abajo; menos mal que no me disparó la cacerina de su pistola por andar tan mal trajeado, porque encontrándome cerca de la Asamblea Nacional, vio a otro candidato, un asambleísta con un reloj que daba envidia: Haimov HM14 "anti-imperialista" que cuesta US $62.000, y allá, con decisión y apetencias se fue raudo y decido. De no ser por ello, no lo estuviera contando; por ello, debo amarlo aún más...
El reloj de pulsera ya cuenta un siglo de antigüedad, tiene múltiples caras y facetas, y su seducción hace parte de la cultura. Su significación difiere para las diferentes personas y grupos de la sociedad. Para algunos portadores de relojes como yo, su importancia se limita únicamente a la visualización de la hora, del tiempo, ese inflexible dictador...; para otros, constituye una codiciada pieza de colección; por el contrario, otros lo ven como un accesorio complementario de la moda y culturalmente, un símbolo del estatus, una declaración de poder, una oportunidad de ostentación. Compañías como Casio, Seiko, Samsung, ya han sacado al mercado sus primeros prototipos de relojes "inteligentes", capaces de funcionar a modo de teléfono o de conectarse a nuestro celular. ¡El sueño de Dick Tracy hecho realidad! Las marcas famosas como Rolex, Breitling, Jaeger LeCoultre, IWC y Tag Heuer, están diseñador para mostrar poder económico, político o social. Estos artilugios son sinónimo de lujo, de prestigio y de estilo de vida. Antes los relojes de las mujeres eran diminutos y sutiles como sus figuras; ahora, que las mujeres fuman, se echan palos, comen chatarra, dicen groserías de alto calibre y exhiben grandes y poderosas razones implantadas, son unos cebollones desechables que dan la impresión de pesar mucho y servir de muy poco...
Anteriormente un ¨tierrúo¨ era una persona de bajo nivel económico que poseía un vocabulario limitado, generalmente lleno de vulgaridades y palabras soeces, un sujeto de pocas luces y conocimientos; quizá agresivo, borracho, parrandero y jugador como Juan Charrasqueado: la culpa era de la falta de oportunidades... pero, esta definición ha variado, hay ¨tierrúos¨ del cerebro y del comportamiento social, ¨elementos¨ qué prevalidos de su poder, del poder que les da el partido rojo, exhiben relojes costosísimos que obscenos, dejan ver cuando alzan sus brazos con el puño apretado, sinónimo de revolución armada pero pacífica, en clara señal de amenaza y que sin ningún recato hablan de pobres, menesterosos, chupamedias y marginados del capitalismo.
Presidentes, deportistas sufragados por el estado, ministros
revolucionarios, alcaldes rojos, cualquier bicho de uña que detente un ministerio o un viceministerio, si se precia, debe lucir en su muñeca y de vez en cuando replegarse el puño de la camisa para mostrar un Richard Mille no "hecho en socialismo" que cuesta $ 110.000, o un Haimov HM14 "anti-imperialista" que cuesta US $62.000, o aquellos de un viejo revolucionario inventor de fatalidades, y descubridor de conspiraciones y magnicidios en TV, que luce, según el caso, bien un Rolex Oyster Perpetual Cosmograph Daytona de oro rosado de 18 quilates con correa de piel de cocodrilo del Mississippi de módico precio: US $ 28.800 o un Bvlgari que vale US $ 11.700. Otros abnegados servidores del pueblo llevan sin recato un Panerai a un coste de US$ 14.900, o un Rolex de US de $ 9.475, o un reloj U-Boat que cuesta US $ 6.150. Con los magros estipendios que reciben no pueden comprarlos, ¨pero es que me lo regalaron¨ porque un reloj fino siempre ha comprado una conciencia, un favor pues ... Entre nosotros parece que la mano que roba no suele ser visible, pero la mano que gasta es monstruosamente visible y hace tanto ruido como un taladro neumático manifestado en las lujosas camionetas blindadas sin placas, en los viajes de salud al exterior en aviones de la nación, mientras el paupérrimo se sume en su desesperanza; en las mansiones en construcción en el Country Club y La Lagunita en momentos en que un joven profesional debe vivir con sus padres, no puede casarse y mucho menos comprar o aspirar a comprar un techo provisional que su intelecto y trabajo le lleven a mejorar a cada tanto como su sitio de vida...
Y es que el reloj de pulsera mide ese tiempo que es un bien, que se puede invertir o gastar, pero que no puede ni debe guardarse o malgastarse porque es la materia con que está hecha la vida, y debe ser empleado en bien de todos, y cuando al ¨tiempo" nos referimos, recordamos dos palabras griegas: Cronos y Kairós. El tiempo secuencial y cronológico deriva de cronos; no otra cosa que el tiempo humano, vital, ese que en nosotros, los provectos, va tocando a su fin, especialmente cuando presenciamos la partida de familiares, amigos y contemporáneos. Pero Kairós es el tiempo de Dios, y significa el momento oportuno, ni antes ni después; un calendario divino que controla los hechos de la vida, nadie sabe cuándo llega ni lo espera pero un buen día se hace efectivo... Él tiene un tiempo para cada cosa y no podríamos saber cuándo decide ejecutarlo, no podemos anticiparlo ni forzarlo. El tiempo que vivimos, tan trágico y doloroso como es para los venezolanos, también toca a su fin: No hay sino que mirar la destrucción, la pena y los dolores no atendidos para husmear un tufillo a final fatal.
El filósofo William James (1842-1910) afirmó que la más grande utilidad de nuestra vida era emplearla en algo que durara más que ella; es decir, en trascender. Por su parte, me decía el Maestro Félix Pifano (1912-2013), moviendo su dedo índice en gesto de predicador, mire Rafael, ¨nacemos, nos hacen, crecemos, nos hacemos y trascendemos...¨
Tengo un reloj pulsera Casio desde hace más de 20 años, es un reloj que cálculos conservadores catalogarían como de medio pelo; siempre lo mantengo en la hora llamando al 119, donde un señor muy serio y circunspecto, con acento español, me indica tres veces seguidas la hora exacta con minutos y segundos como si yo fuera estúpido; con una vez que me lo dijera me bastaría. Es un ¨jog & walk calorie¨, ¨water resistent 100 M¨, lo que quiere decir que puedo sumergirme en el mar a profundidades casi abisales sin que se detenga o se inunde de agua; todavía no me he decidido a probar la veracidad de este supuesto, pero les juro que me baño con él, lo enjabono y lo seco cuidadosamente. Está rayado; a cada rato se me revienta la correa plástica porque lo coloco de un lado de la muñeca y la tensión termina por partirla; muestra microtraumas en su perfil que son las arrugas del tiempo de los relojes. La correa vale Bs 1800, pero en el Centro, frente al Palacio de la Academias, las venden y las colocan a un bajo precio y de paso, ayudo a un ¨trabajador informal¨ porque seguro que buhonero no es. Pero lo amo porque tiene un marca-pasos sonoro que activo mientras troto, me hace mantener un paso acorde a mi capacidad y al final me dice cuánto tiempo me tomó mi entrenamiento y cuántas calorías consumí. Sinceramente, creo que esta información tampoco me ha servido de mucho, pero ahí queda. Es todo, mi pobre reloj no se conecta a la Internet pero me lanza un pitido al marcar la hora, que casi constituye para mí una prueba de agudeza auditiva por lo quedo de su reiterada queja horaria... Ah, y también tiene alarma para despertarme a las 2.20 A.M. hora de espantos y aparecidos, hora de oscuridad y crimen, pero también hora de estudio y producción intelectual. Me considero pues, muy afortunado de tenerlo conmigo; sin embargo, hay tantos puntos de vista como seres humanos existimos... Otros consideran que mi reloj es realmente una vergüenza y hasta digno de desprecio y repudio. En días pasados un malandro trató de arrebatármelo, lo vio y con gran desprecio me lanzó el brazo hacia abajo; menos mal que no me disparó la cacerina de su pistola por andar tan mal trajeado, porque encontrándome cerca de la Asamblea Nacional, vio a otro candidato, un asambleísta con un reloj que daba envidia: Haimov HM14 "anti-imperialista" que cuesta US $62.000, y allá, con decisión y apetencias se fue raudo y decido. De no ser por ello, no lo estuviera contando; por ello, debo amarlo aún más...
El reloj de pulsera ya cuenta un siglo de antigüedad, tiene múltiples caras y facetas, y su seducción hace parte de la cultura. Su significación difiere para las diferentes personas y grupos de la sociedad. Para algunos portadores de relojes como yo, su importancia se limita únicamente a la visualización de la hora, del tiempo, ese inflexible dictador...; para otros, constituye una codiciada pieza de colección; por el contrario, otros lo ven como un accesorio complementario de la moda y culturalmente, un símbolo del estatus, una declaración de poder, una oportunidad de ostentación. Compañías como Casio, Seiko, Samsung, ya han sacado al mercado sus primeros prototipos de relojes "inteligentes", capaces de funcionar a modo de teléfono o de conectarse a nuestro celular. ¡El sueño de Dick Tracy hecho realidad! Las marcas famosas como Rolex, Breitling, Jaeger LeCoultre, IWC y Tag Heuer, están diseñador para mostrar poder económico, político o social. Estos artilugios son sinónimo de lujo, de prestigio y de estilo de vida. Antes los relojes de las mujeres eran diminutos y sutiles como sus figuras; ahora, que las mujeres fuman, se echan palos, comen chatarra, dicen groserías de alto calibre y exhiben grandes y poderosas razones implantadas, son unos cebollones desechables que dan la impresión de pesar mucho y servir de muy poco...
Anteriormente un ¨tierrúo¨ era una persona de bajo nivel económico que poseía un vocabulario limitado, generalmente lleno de vulgaridades y palabras soeces, un sujeto de pocas luces y conocimientos; quizá agresivo, borracho, parrandero y jugador como Juan Charrasqueado: la culpa era de la falta de oportunidades... pero, esta definición ha variado, hay ¨tierrúos¨ del cerebro y del comportamiento social, ¨elementos¨ qué prevalidos de su poder, del poder que les da el partido rojo, exhiben relojes costosísimos que obscenos, dejan ver cuando alzan sus brazos con el puño apretado, sinónimo de revolución armada pero pacífica, en clara señal de amenaza y que sin ningún recato hablan de pobres, menesterosos, chupamedias y marginados del capitalismo.
Presidentes, deportistas sufragados por el estado, ministros
revolucionarios, alcaldes rojos, cualquier bicho de uña que detente un ministerio o un viceministerio, si se precia, debe lucir en su muñeca y de vez en cuando replegarse el puño de la camisa para mostrar un Richard Mille no "hecho en socialismo" que cuesta $ 110.000, o un Haimov HM14 "anti-imperialista" que cuesta US $62.000, o aquellos de un viejo revolucionario inventor de fatalidades, y descubridor de conspiraciones y magnicidios en TV, que luce, según el caso, bien un Rolex Oyster Perpetual Cosmograph Daytona de oro rosado de 18 quilates con correa de piel de cocodrilo del Mississippi de módico precio: US $ 28.800 o un Bvlgari que vale US $ 11.700. Otros abnegados servidores del pueblo llevan sin recato un Panerai a un coste de US$ 14.900, o un Rolex de US de $ 9.475, o un reloj U-Boat que cuesta US $ 6.150. Con los magros estipendios que reciben no pueden comprarlos, ¨pero es que me lo regalaron¨ porque un reloj fino siempre ha comprado una conciencia, un favor pues ... Entre nosotros parece que la mano que roba no suele ser visible, pero la mano que gasta es monstruosamente visible y hace tanto ruido como un taladro neumático manifestado en las lujosas camionetas blindadas sin placas, en los viajes de salud al exterior en aviones de la nación, mientras el paupérrimo se sume en su desesperanza; en las mansiones en construcción en el Country Club y La Lagunita en momentos en que un joven profesional debe vivir con sus padres, no puede casarse y mucho menos comprar o aspirar a comprar un techo provisional que su intelecto y trabajo le lleven a mejorar a cada tanto como su sitio de vida...
Y es que el reloj de pulsera mide ese tiempo que es un bien, que se puede invertir o gastar, pero que no puede ni debe guardarse o malgastarse porque es la materia con que está hecha la vida, y debe ser empleado en bien de todos, y cuando al ¨tiempo" nos referimos, recordamos dos palabras griegas: Cronos y Kairós. El tiempo secuencial y cronológico deriva de cronos; no otra cosa que el tiempo humano, vital, ese que en nosotros, los provectos, va tocando a su fin, especialmente cuando presenciamos la partida de familiares, amigos y contemporáneos. Pero Kairós es el tiempo de Dios, y significa el momento oportuno, ni antes ni después; un calendario divino que controla los hechos de la vida, nadie sabe cuándo llega ni lo espera pero un buen día se hace efectivo... Él tiene un tiempo para cada cosa y no podríamos saber cuándo decide ejecutarlo, no podemos anticiparlo ni forzarlo. El tiempo que vivimos, tan trágico y doloroso como es para los venezolanos, también toca a su fin: No hay sino que mirar la destrucción, la pena y los dolores no atendidos para husmear un tufillo a final fatal.
El filósofo William James (1842-1910) afirmó que la más grande utilidad de nuestra vida era emplearla en algo que durara más que ella; es decir, en trascender. Por su parte, me decía el Maestro Félix Pifano (1912-2013), moviendo su dedo índice en gesto de predicador, mire Rafael, ¨nacemos, nos hacen, crecemos, nos hacemos y trascendemos...¨
sábado, 13 de diciembre de 2014
Venezuela: ¿Por qué nos quieren llevar por la ruta electoral 2015-2019?
Por: María Walter / Soberania.org
El elector no elige por causa de que la estructura del poder electoral ha sido montada expresamente con la finalidad de que nada cambie
“Prefiero el título de Ciudadano al de Libertador,
porque éste emana de la guerra,
aquel emana de las leyes”. Simón Bolívar
porque éste emana de la guerra,
aquel emana de las leyes”. Simón Bolívar
“A pedir vengo a los Hijos de Bolívar un puesto en la milicia de la paz”.
José Martí, Apóstol cubano de la Libertad
José Martí, Apóstol cubano de la Libertad
“La violencia es el miedo a los ideales de los demás”.
Mathama Gandhi, Apóstol hindú de la Paz
Mathama Gandhi, Apóstol hindú de la Paz
Porque es a través de las elecciones que tanto políticos oficialistas como opositores conocidos han “recibido” del pueblo la “Auctoritas”
para que ejerzan mando; así, una y otra vez la ruta electoral surge
como la idónea a los fines de la preservación de los cargos de
representación popular en las distintas instancias de poder
politico/territorial.
El asunto es que, lo que en realidad sucede es que a través de dichos cargos de representación los electores DELEGAMOS NUESTRO PODER DECISORIO, de allí que las elecciones son la manera para “delegar en otros” ese nuestro PODER DECISORIO;
es por ello que consciente de la responsabilidad que como ciudadanos
con cualidad política tenemos, en aras de la necesaria defensa y
reconstrucción de la Patria, hoy 8 de diciembre de 2014 propongo que Nosotros, Ciudadanos venezolanos con cualidad política, lejos de delegar nuestro poder decisorio (Poder Político), lo conservemos en Nosotros mismos, como en efecto, a través de este acto de carácter público hago, de conformidad con la Ley de la República Bolivariana de Venezuela y al amparo de la Ley de Dios para así, INVESTIDA(OS) DE LA AUTORIDAD prevista por la Constituyente de 1999, asumiendo(nos) y actuando en concordancia de SER POSEEDORA(ES) DE AUTORIDAD,
utilizando ese poder político del cual por causa de la condición
ciudadana y en ejercicio del protagonismo obligante que la propia Constitución establece en su Articulo 333 en aras de la defensa de la Patria y, la restitución de los Preceptos Fundamentales que han venido de manera flagrante siendo vulnerados; actuando en favor de Nosotros mismos, CIUDADANOS VENEZOLANOS y no, en favor de terceros inútiles para desarrollar a la Venezuela próspera del Siglo XXI, pero, si hábiles para robar y dilapidar el Tesoro Público, en mi condición de ciudadana venezolana, mujer y madre, asumiendo con pleno poder y autoridad EL PODER SOBERANO que la Constitución me reconoce y consagra -nos consagra- actuando por causa de madurez política, con plena consciencia de mis actos, EJERCIENDO SOBERANIA DIRECTA Y NO DELEGADA, NO INDIRECTA (elecciones) como se nos tiene ‘acostumbrados’; así EMPODERADA DE PODER CIVIL Y POLITICO y por tanto, EMPODERADA COMO CIUDADANA VENEZOLANA, INVESTIDA DE LUZ, insto a mis Hermanos Venezolanos al EMPODERAMIENTO INDIVIDUAL Y COLECTIVO COMO PUEBLO SOBERANO para, desde tal condición, asumir darle un alto a la DICTADURA que a través de la ruta electoral adquiere traje de gala democrática, cual si falso fuera que en Venezuela se han irrespetado Derechos Humanos Fundamentales, se ha vulnerado la Soberanía, no solo al extremo que, pese a la contínua y permanente realización de procesos electorales, realmente
el elector no elige por causa de que la estructura del poder electoral
ha sido montada expresamente con la finalidad de facilitar los medios
para que, al cobijo de los poderes cautivos a las exigencias de las
figura presidencial, en colaboración por algunos líderes opositores que
comparten con ellos en cofradía, cuotas de poder y prebendas, lograr que
nada cambie.
Es por ello que, este es un llamado a
la reflexión del pueblo para que abandone conscientente el fangoso
puerto electoral que se nos ofrece para el lapso 2015-2019 y que
promociona no solo elecciones para renovación de la Asamblea Nacional (2015) sino la elección presidencial (2019) e, incluso, la posibilidad de viabilizar por medio del CNE la convocatoria para realizar un proceso consttuyente en un tiempo aun no determinado.
Quiero ser enfática al respecto, ya
que, dar pasos seguros hacia la rectificación del sinnúmero de
desaciertos en que se ha incurrido en el ámbito de lo público, con las
consecuencias que a nivel individual y familiar tiene para todos los
venezolanos, exige de manera urgentísima de la reflexión profunda y la
organización para la aplicación de los correctivos pertinentes que, al
abrigo de las ciencias, sean indispensables, máxime cuando la
profundidad de la crisis existente deja ver que a la hora de las
decisiones los aspectos ideológicos están por encima del apego a los
criterios técnicos; por ello, este llamado es una invitación a la
transformación de la acostumbrada condición de Pueblo Elector por la
que se nos convoca, para transformados gracias al ímpetu libertario que
sembraron en Nosotros nuestros primeros padres los indígenas y los próceres de nuestra Independencia, a cualificar dicha condición, al convertirnos en Pueblo Opositor Consciente, condición
política a través de la cual venezolanos, civiles o militares,
independientes o militantes (de izquierda o de derecha), Ni-Nis y
Resistencia Civil y Militar, asumiéndonos en pleno derecho a tomar con
carácter crítico la situación socio-política- económica existente, en
PLENO EJERCICIO DE SOBERANIA DIRECTA, ASUMIENDONOS COMO CIUDADANOS
LIBRES CON LEGITIMO DERECHO A EJERCER AUTORIDAD CIVICO- MILITAR, nos
asumimos cualificados para decidir con suficiencia y desde la
civilitud nuestro destino.
Bastan estos 16 años de experiencia al
estilo castro-cubano para asumir esta decisión en defensa de los valores
de la Patria Libre y Soberana. Gracias a los Hermanos cubanos por
mostrarnos a través de su dolorosa experiencia el insignificante poder
del voto cuando la forma de gobierno es una DICTADURA. Bastan estos 16
años de experiencia al estilo castro-cubano para decidir como PUEBLO
SOBERANO que los venezolanos no queremos dictadura! Los venezolanos
queremos convivir pacíficamente, Juntos e Integrados, Conscientes de
nuestra corresponsabilidad en la Solución de crisis existente y, por
tanto, dispuestos desde la dignidad a decir basta a este absurdo de la
separatividad entre Hermanos, este absurdo de la intolerancia, la
violencia y la militarización con la cual se nos ha pretendido
entrampar mediante la amenaza, el miedo y el terror.
Por ello, “anhelantes de ser un
pueblo identificado con el respeto a la Dignidad Humana, la Verdad, la
Libertad, la Justicia y el Compromiso por el bien común”, actuando como Hijos de Dios para romper con cualquier pacto, acuerdo o negociación contraria a la Verdad y la Luz,
asumimos la experiencia de estos 16 años pasados de dificultades como
parte de la lección que la vida nos brindó (y desde nuestra experiencia
brinda a los pueblos del Mundo) para edificar como pueblo pacifista y democrático, la Sociedad Fraterna Técnico Humanística que, desde el presente, el futuro nos exige como garantes de la Libertad de las generaciones presentes y futuras.
En consecuencia, este es un llamado para construir como Hijos de Dios la convivencia fraterna, sanando desde el Amor
las heridas que las acciones (lecciones) acerca de la intolerancia, el
resentimiento y el odio nos fueron dadas para probar nuestra capacidad
de superación de las dificultades que con total intención fueron
instrumentalizadas para dividirnos, enfrentarnos, con la pretensión de
hacernos creer bajo condición de sumisión que éramos enemigos
irreconciliables como si en realidad los venezolanos careciéramos del
fuego libertario que desde el Empíreo, el Supremo Autor infundió al pueblo venezolano, haciéndonos lo que SOMOS, Seres Libres de convivencia pacífica, honestos y trabajadores, técnicamente capaces para dirigir en cooperación armónica nuestra Nación hacia la obtención de niveles Superiores de Calidad de Vida.
Por lo antes expuesto, este es el tiempo de LA CIUDADANIA CONSCIENTE
y por tanto, el tiempo preciso para asumir responsabilidad con las
generaciones presentes y futuras, tiempo donde la llama libertaria nos
convoca a asumir, de manera civilizada dar los pasos necesarios para en
corto plazo enrutarnos todos hacia la conquista de METAS COMPARTIDAS COMO PUEBLO/NACION PARA ASI, REALIZAR EL MAYOR DE LOS COMPROMISOS QUE LA AMADA VENEZUELA ESPERA DE SUS HIJOS!
Hermanos Venezolanos, de
Nosotros depende el futuro! Venced el miedo que la Libertad está
esperando por nuestras acciones para convivir expandiendo la cultura de
la Paz.
CON LA PLENA SEGURIDAD QUE EL
VALOR DEL VUELO LIBERTARIO CONTENIDO EN ESTAS PALABRAS FAVORECERA LA
TOMA DE LA CONCIENCIA CIUDADANA, insto a la Fuerza Armada Nacional a sumarse a este proceso de reconstrucción y defensa efectiva de la Soberanía
como garantes que son de ella por mandato constitucional. A aquellos
que persistan en mantenerse a la orden del régimen pro castrista han de
comprender que esta ACCION CIUDADANA ES Y SERA ABSOLUTAMENTE LEGITIMA Y CONSTITUCIONAL y por ende, de obligado compromiso patriótico de las fuerzas militares a quienes por causa de origen del Ejército Libertador están obligados a la no utilización de las armas en contra del PUEBLO SOBERANO y por tanto, de Uds. se espera y a Uds. corresponde el resguardo y defensa de la soberanía, asumiéndose como GUARDIANES Y DEFENSORES de la CIUDADANIA QUE EN SU CONDICION SOBERANA ASUME ACTUACION de conformidad al obligante mandato constitucional establecido en el Artículo 333 acerca de la CORRESPONSABILIDAD CIUDADANA.
Por ello, como población civil fiel a su
vocación pacifista y democrática exige para el restablecimiento del
hilo constitucional el acompañamiento y acatamiento al PODER
CIUDADANO, AL PODER SOBERANO QUE LAS CONVOCA A LA ACCION PACIFICA Y
RESPONSABLE, EN CONCORDANCIA AL MANDATO DEL RESPETO A LA VIDA Y DEMAS
DERECHOS HUMANOS DE LA CIUDADANIA y por tanto, les insta a colocarse a su lado como PATRIOTAS que conscientes de que la Soberanía de la Patria ha venido siendo vulnerada, actuando como ciudadanos, asuman estar a nuestro lado para la impostergable reconstrucción de la Patria!
En consecuencia y por causa de
la autoridad conferida por el Constituyente en el año de 1999, en este
día 8 de diciembre de 2014, ante la opinión pública nacional e
internacional, desde Caracas, Venezuela, América del Sur, actuando como
ciudadana venezolana, mayor de edad, hábil políticamente insto a todo
ciudadano cubano civil o militar con injerencia en el poder nacional en
materia de Seguridad y Defensa Nacional a ABANDONAR EL PAÍS de manera
pacífica! Al ciudadano Nicolás Maduro y al cuerpo de funcionarios, les
aclaro que esta solicitud no raya en la ingenuidad, sí en el compromiso
fehaciente de asumir acción soberana sobre nuestros asuntos e intereses!
A los ciudadanos del mundo que hacen vida en nuestro país, válida es la oportunidad para manifestarles que SIENDO
COMO SOMOS UN PUEBLO PACIFICO QUE ASUME DE MANERA RESPONSABLE Y
CIVILISTA ACCION DE SOBERANIA Y COMO TAL, LA EXIGE, A LA PAR, TAMBIEN
CONFIA ESTA ACCION DE SOBERANIA SEA COMPRENDIDA Y COMO TAL, RESPETADA.
QUE LA PAZ NOS SOSTENGA PARA CON TEMPLANZA ASUMIR LOS RETOS QUE LOS NIÑOS QUE AUN NO HAN NACIDO ESPERAN DE NOSOTROS!
DIOS Y PATRIA! LIBERTAD! 8 de Diciembre de 2014 tiempo que Sella la Regencia de la Luz e instauración de la 7ma. República.
……………………………………………….
Notas:
Si a la actual escasez de alimentos y
medicinas, la pérdida del poder adquisitivo de la moneda venezolana, la
importación de bienes a precio de dólar fluctuante, la encuentra Ud.
asociada a la llamada guerra económica de la “oposición apátrida”, le
invito a releer estas líneas con la mano en el corazón y la mente
abierta a las posibilidades que el Amor cierto ofrece, teniendo en
consideración su reacción a la hora de hacer una cola para la
adquisición de mercaderías… También sirve a los mismos fines que Ud.
recuerde la enorme cantidad de pollos, leche y medicinas vencidos que
como caso de corrupción nunca fue discutido en la Asamblea Nacional,
pese al revuelo que por oprobioso pasó a ser conocido como el CASO
PUDREVAL…
EL AMOR ES EL ARMA, LA ESTRATEGIA Y EL LOGRO, SOL-DADO, HE ALLI TU UNIFORME!
QUE LA PAZ NOS SOSTENGA EN EL CAMINO TRASCENDENTE DE LA VUELTA A LA HERMANDAD!
CONSTITUCION DE LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Art. 333: Esta Constitución no perderá
su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere
derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella.
En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.
En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.
Artículo 350: El pueblo de Venezuela,
fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz
y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad
que contrarie los valores, principios y garantíasn democráticas o
menoscabe los derechos humanos.
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