miércoles, 17 de abril de 2024

Las consecuencias de nuestros actos

 

Al hablar de física, pocos dudan de la veracidad de una de las leyes promulgadas por Isaac Newton: «a toda acción corresponde una reacción en igual magnitud pero en sentido opuesto». A pesar de la aceptación prácticamente global de este principio, parecemos olvidar que ese mismo principio aplica para nuestras acciones, palabras y decisiones. Todo lo que hacemos tiene, eventualmente, consecuencias. Si evitas dañar a otros y buscas nutrir y ayudar constantemente a las demás personas, es lo que tarde o temprano recibirás. Si, en cambio, eres una persona tóxica para otros, la respuesta que obtendrás en el largo plazo será de igual o mayor magnitud.

Visto coloquialmente, ¡no puedes sembrar cardos y esperar que crezcan rosas! Muchas veces, las consecuencias de nuestros actos se encuentran en la respuesta inmediata de los demás: si nos expresamos con rudeza, es muy probable que la contestación que obtengamos sea similar. Otra veces, tardan un poco más, pero eventualmente el mundo se posiciona como un espejo para mostrarnos nuestro verdadero ser.

Este principio de cosechar lo que siembras se encuentra presente en la gran mayoría de las culturas del mundo. En filosofías orientales, se conoce como Karma: un concepto ancestral para referirse a la energía dinámica que proviene de nuestras acciones y tiene consecuencias en nuestra existencia. Simplificado, el Karma podría entenderse como una especie de saldo bancario: cada que tomas decisiones o acciones que lastiman a otros, haces un «retiro» y cada que ayudas a otros haces un «depósito».

Bajo este ejemplo, una persona buena tiene constantemente saldo a favor, mientras que una persona que incurre constantemente en el daño a otros o a sí mismo llega a contraer deudas con la energía universal. Tal vez ese saldo tarda un poco en reflejarse, pero el momento llega.

Si hoy hicieras un balance de tu vida, considerando tus actos positivos y negativos ¿tendrías más saldo a favor, o en contra? Si tu respuesta es la segunda, ¡estás a tiempo de enmendar tu camino! 

 

Tomado de: alejandramaytorena.com