domingo, 22 de noviembre de 2009

Guerra y paz - Los puentes


EDITORIAL - EL NACIONAL - De nuevo los conflictos en la frontera con Colombia vuelven a poner en vilo a la opinión pública de los dos países. Por encima de los sentimientos y las actitudes claramente antibelicistas de los pueblos colombiano y venezolano, expresadas y reconocidas por las mediciones de las encuestas, los gobiernos parecen no dar su brazo a torcer. El presidente Álvaro Uribe ha tratado de bajar el tono de la confrontación, pero le ha faltado vigor y se le ve estrechado en su voluntad de paz. De parte de Venezuela resulta imposible pedirle al actual gobierno militar que ceda ante los deseos de paz de la mayoría de los venezolanos. El Presidente siente la necesidad de ser protagonista de una guerra y lanza discursos altisonantes como si estuviera en la Europa de la entreguerra. Es una manera irresponsable de dibujar el futuro de la gente joven que, si en mala hora estallara un conflicto, heredaría una nación destruida y en la ruina. Y todo por seguir los consejos irresponsables de Fidel Castro, a quien le quita el sueño cualquier mención a Estados Unidos. El hecho de que se llegue a un acuerdo de cooperación militar entre Estados Unidos y Colombia no es un problema en el que Cuba puede pegar el grito al cielo. Es "una cuestión entre dos Estados", como bien lo dijo rotundamente, hace unos días, el ministro de Defensa de Nicaragua. En los años sesenta los cubanos depusieron su soberanía y abrieron su territorio a las bases nucleares rusas, previo pago de un millonario alquiler anual y el compromiso de comprarle la tonelada de azúcar a precios sustancialmente mayores a los del mercado internacional. Valga decir, un multimillonario subsidio económico tan vulgar y corriente como el que critican hoy los economistas neoliberales de Occidente. Hoy Cuba impulsa la lucha contra la presencia de militares estadounidenses en América Latina, cuando ellos fueron precursores de la presencia de los rusos en este continente. Vaya cinismo. ¿Por qué no se lanzan contra los franceses que mantienen una base militar de alto calibre en Cayena, donde lanzan cohetes y satélites? El colmo es que Lula acaba de invitar a Nicolás Sarkozy a la reunión de presidentes en Manaos, Brasil, aduciendo que Francia tiene un dominio territorial en la Amazonía. Es decir, que el socialista Lula quiere legitimar (en función de la voracidad de los negocios de las transnacionales brasileñas) el actual colonialismo francés en esta parte del continente. Cinismo puro. Desde luego que a los venezolanos, que no somos fanáticos histéricos ni oportunistas políticos, nos interesa conocer a fondo el acuerdo militar de Colombia con Estados Unidos. Es lógico y natural que nos preocupen los alcances de este tipo de alianza. Pero el Gobierno de Venezuela, por ejemplo, ha firmado una serie de acuerdos militares con Rusia, y la Asamblea Nacional los ha declarado secretos para los ciudadanos comunes. ¿Qué pretenden esconder?

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