lunes, 27 de octubre de 2008

La trágica soledad del teniente coronel


Por: Antonio Sánchez García - Imposible desconocer la extraordinaria importancia de las declaraciones del gobernador del Estado Guárico e indiscutido líder guariqueño Eduardo Manuitt, publicadas hoy en un medio de circulación nacional. Como las que en el mismo sentido expresara el periodista Vladimir Villegas hace una semana en ese mismo medio, ponen el dedo en la llaga de la grave crisis porque atraviesa la alianza que llevara al teniente coronel Hugo Chávez al poder y las inmensas dificultades que confronta respecto de las elecciones regionales del 23 de noviembre, cuando estremecida por las actitudes rupturistas, atrabiliarias y sobre todo sectarias del presidente de la república ve desmoronarse una confluencia de fuerzas extraordinariamente exitosa. Tanto, que logró desbancar a la élite política tradicional, amenazar con la extinción de los partidos del sistema y construir una nueva realidad política en Venezuela. No hay duda que tal éxito se debió en gran medida al extraordinario carisma del presidente de la república. Pero tampoco hay duda de que sin el respaldo del MAS, del PPT, de PODEMOS y del PCV, la figura presidencial se hubiera visto reducida a los polvorientos confines del militarismo golpista. Y, mucho peor aún, desprovisto de ideología política y conocimiento gerencial. Pues sin los cuadros más experimentados de dichos partidos, la catástrofe que hoy amenaza arrasar con el experimento de una década se hubiera adelantado por lo menos en un lustro y el régimen sería el borroso recuerdo de un mal sueño. Sin María Isabel Rodríguez, sin Raúl Isaías Baduel y sin el PPT, el PCV y PODEMOS, Hugo Chávez no sortea con éxito el desbarrancamiento del 11 de abril. Hoy estaría, por lo menos, desterrado. Baduel lo rescata de La Orchila , María Isabel le da legitimidad y lo reenchufa con el sentimiento popular y los cuadros de los partidos de la alianza le montan un mínimo parapeto de credibilidad política y gerencial a ministerios e instituciones públicas. Desgraciadamente para su proyecto personalista, la lectura que Chávez realiza de su triunfo electoral de diciembre de 2006 lo lleva a golpear, a arrinconar y a desplazar a sus aliados, creyéndose suficientemente poderoso como para prescindir de cualquier respaldo ajeno al partido militar y a su entorno de validos. Desconociendo sus tradiciones y sus derechos, quiso obligarlos a rendirse, incorporándolos a un parapeto sin ninguna cohesión interna ni ideología, el PSUV. Un partido aluvional y clientelar, sin otro sostén que las nóminas de la burocracia estatal. Un partido que desaparecería en meses si se le desconectara del manejo presupuestario de ministerios y gobernaciones. Este próximo 23N podría suceder tal cataclismo. Manuitt lo señala con meridiana claridad: ¿comparable un paracaidista sin ningún peso específico regional como Willian Lara con su hija, la actual candidata, nacida, criada y crecida al fragor de las necesidades e impulsos guariqueños? Si ello sucede con su propia disidencia, no se hable de la situación respecto de la oposición. ¿Comparar a capitanes de ejército sin ninguna trayectoria política que no sea cuadrarse con el carisma y la figura presidencial para lograr figuración y enriquecimiento, como Jesse Chacón y Diosdado Cabello con Carlos Ocaríz y Henrique Capriles Radonsky? ¿O Salas Feo, exitoso gobernador de Carabobo y carismática figura regional con el periodista Mario Silva, sin otra ejecutoria que servir de otro yo psicoanalítico a las angustias nocturnas del presidente de la república? Se destaca a menudo la gigantesca popularidad de Hugo Chávez. Se olvida que sin Luis Miquilena y José Vicente Rangel jamás hubiera logrado sacudirse el polvo del fracaso del 4F . Se alaba su capacidad de sobrevivencia. Se olvida que el 11A se rindió de rodillas y fue rescatado por quienes hoy le dan la espalda. Se destaca su presencia continental y mundial: se olvida que es el fruto de la manipulación del titiritero que lo manipula, Fidel Castro y sus aparatos de inteligencia. Hoy está solo y empuja cada día a una mayor soledad. El 23 N verá que el refrán es implacable: la soledad es mala consejera.

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