miércoles, 29 de octubre de 2008

¿Contemplación? ¿Acción?


¿Contemplación? ¿Acción? - ¿Cuántas interpretaciones se habrán hecho del pasaje de Lucas que recoge la visita de Jesús a Marta y a María? Creo que Lc 10, 38 -42 ha sido –y lo sigue siendo- uno de los pasajes más comentados del Evangelio más comentados. Todos los comentarios van más o menos en la siguiente dirección: supremacía de la contemplación sobre la acción, necesidad de conjugar la actitud de María (contemplación) con la de Marta (acción), ineficacia de la contemplación sin la proyección de la acción, vacío de la acción sin el contenido de la contemplación… Hay para todos los gustos. Hoy tuve la oportunidad de leer otra interpretación más, esta vez la que coloca la “Biblia de nuestro pueblo”, cuyo texto traducido debemos al nunca bien ponderado Luis Alonso Schökel, mientras que los comentarios son obra de un “equipo internacional”, según dice la referencia de la Biblia. Dicho sea de paso, personalmente me gusta mucho el texto de esta Biblia, entre otras cosas, porque es el que más se ajusta a la traducción del leccionario de la Conferencia Episcopal Española. Este leccionario –después de haber conocido y usado el de la Conferencia Episcopal Colombiana y el de la Conferencia Episcopal Mexicana- es el mejor; pero eso es otro asunto. La interpretación que de este pasaje de Lucas da el “Equipo Internacional” es que Marta, desviviéndose por atender a Jesús, “cumple” con las leyes propias de la hospitalidad entre los judíos. Mientras, María también cumple con las normas de la acogida hospitalaria judía, pero lo hace desde “una actitud novedosa que sale del corazón”. En fin, quedé sin saber qué fue lo que el “Equipo Internacional” quiso decir con eso de “actitud novedosa”. Más allá de la necesidad de acudir a buenos comentarios, producto de la paciente y abnegada labor de exégetas y hermeneutas de la Biblia, es necesario “leer”. Una de las veces que estuve en el Monasterio de La Candelaria, de los frailes agustinos, en Ráquira, Boyacá, vi en uno de los claustros una pintura de San Agustín, donde un ángel le daba un libro (no sé si la Biblia) y le decía: "Tolle lege, tolle lege". De eso se trata: de leer el texto con espíritu de fe, sin descartar, insisto, la bondad de los comentarios que ayuden a situar el texto en su contexto. Esta tarde, leyendo el texto de Lucas, me llamó profundamente la atención la respuesta de Jesús ante la demanda de Marta: “Marta, Marta, te preocupas e inquietas por muchas cosas, cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y no se la quitarán”. Esas palabras resonaron en mi interior de una manera especial. ¿Qué habrá querido decir Jesús con esas palabras? ¿Habrá exaltado la excelencia de la contemplación por encima de la acción? Hace poco, preparando una clase para los jóvenes del Seminario, leía la Suma Teológica, en II – II, q. 188 a. 6, donde dice Santo Tomás: “…hay que decir que las obras de la vida activa son de doble clase. Unas de derivan de la plenitud de la contemplación, como son la enseñanza y la predicación. (…) Y esto es más apreciado que la simple contemplación, puesto que, así como es más perfecto iluminar que lucir, así es más perfecto el comunicar a los otros lo contemplado que contemplar exclusivamente. (…)… entre las órdenes religiosas ocupan el primer puesto las que se dedican a la enseñanza y a la predicación. Estas se hallan muy próximas a la perfección de los obispos (…). Les siguen en importancia las que se ordenan a la contemplación, y en tercer lugar están las que se dedican a obras externas.”
Este género de vida –que según el P. Bandera no es propio llamar “vida mixta” sitúa como más perfecto la vida donde la contemplación se desborda en la predicación y en la enseñanza. En otras palabras, Santo Tomás, sin decirlo explícitamente, estaba hablando del ideal de la Orden de Predicadores, donde la contemplación y acción no son fines en sí mismo sino momentos de un único proceso. En muy buena medida esto resuelve el dilema –artificial, por lo demás- entre “contemplación” y “acción”. Habría que espera a un genio de la talla del P. Jerónimo Nadal (1507 – 1580), de la Compañía de Jesús, quien acuñó frase ideal que anima a los jesuitas: ser “contemplativos en la acción”. Más allá de todas las disquisiciones que se puedan hacer sobre la contemplación y la acción, a la luz de este pasaje de Lucas, creo que lo importante es el llamado a descubrir a Jesús como “la mejor parte”. Este descubrimiento, que necesariamente tiene que darse por vía de la experiencia, es lo único que puede hacer posible en el creyente una clara opción por el Reino de Dios, opción que se manifiesta como “la” opción fundamental del creyente, desde donde se articulan todo su ser y todo su hacer. Esta experiencia es posible a través de la oración, que nos permite adquirir la sensibilidad suficiente para ver el mundo como lugar del Evangelio, lugar del acontecimiento de la Gracia.

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