Cristina Kirchner y Dilma Rousseff, las poderosas presidentes de Argentina y Brasil, aprovecharon la injusta suspensión de Paraguay para agraciar a su maniroto amigo Hugo Chávez forzando la entrada de Venezuela a Mercosur en condiciones donde todos pierden.
Para comenzar, pierde Mercosur al salir institucionalmente debilitado, dado que para congraciarse con Chávez se violó el Protocolo de Asunción firmado en 1991, que exige un consenso unánime en las decisiones de la unión.
Por una parte, aunque Paraguay fue suspendido transitoriamente (en retaliación a la destitución constitucional del presidente Fernando Lugo que hiciera la mayoría casi absoluta del Congreso de ese país) sigue siendo miembro pleno y, por ende, está vigente la oposición del Senado paraguayo a la entrada de Venezuela a Mercosur. Por otra, según reveló el Canciller de Uruguay a la prensa internacional, la presidente de Brasil habría tenido una intervención “decisiva” en el ingreso de Venezuela a Mercosur, sin darle derecho a pataleo a Uruguay para exponer sus argumentos en contra.
Para Venezuela, la entrada a Mercosur sin las previas negociaciones y acuerdos traerá terribles consecuencias para el país, y en especial para su ya menguado sector privado de la economía. Como es lo usual cuando un país se adhiere a alguna instancia de integración regional se negocian producto a producto las condiciones y los aranceles, siendo que la mayoría de las veces se acuerda que éstos deben llegar a Cero a los pocos años y en muchas ocasiones se exceptúan los productos sensibles a la economía del país que ingresa. El caso es que siempre se buscan beneficios mutuos de los integrantes de la unión.
Con el apuro, nada elegante ni civilizado, de la entrada de Venezuela a Mercosur, no está claro qué negociaciones se han adelantado, ni qué protecciones se han acordado, de las miles que deberían haberse concretado. La confusión y la desinformación incluso hace que no se conozca con claridad cuál será el plazo para aplicar los aranceles, unos hablan de dos años, otros de cuatro, otros que aplican de inmediato.
A ello se le auna la cruda realidad de la Venezuela “revolucionaria”: 1) Un sector productivo derruido que poco exporta y que ni siquiera logra satisfacer su demanda interna, especialmente el de la agroindustria. 2) Una economía soportada en importaciones.
Lo que queda claro es que Venezuela enfrentará múltiples amenazas, en una unión que no le es favorable, en especial al sector agroindustrial y a las pequeñas y medianas empresas que, como si no les bastara el cerco político y económico del Gobierno venezolano, ahora deberán enfrentarse con todo un emporio empresarial de Argentina y Brasil.
Pensar que el precio para llegar hasta esta orilla, fue abandonar una de las uniones aduaneras regionales más exitosas del mundo como es la Comunidad Andina de Naciones, donde la economía venezolana se complementaba con la de sus pares andinos….Cosas de la visión revolucionaria de Chávez.
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