Por: Bernard Horande
Muy inteligente. No se puede negar que Joseph Goebbels era un tipo muy inteligente. Es realmente una pena que haya utilizado toda esa inteligencia y brillantez para el mal.
El jefe máximo de la propaganda del régimen nazi contaba con todo el apoyo de Hitler. Este sabía cuán importante podía resultar un eficiente aparato propagandístico para el surgimiento, crecimiento y mantenimiento de su dictadura.
A Goebbels se le atribuyen 11 Principios de la Propaganda. Por ejemplo, dos de ellos son:
El Principio de “Simplificación y del Enemigo Unico” indica que se debe “adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo”.
El Principio del “Método de Contagio” sugiere que hay que “reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada”.
Ambos textos sugieren conceptos comunes.
En primer lugar, se trata de hacer que las ideas sean lo más sencillas posibles. Luego, que los adversarios – mejor dicho, el “enemigo” -, no importa cuántos sean, puedan ser vistos como uno solo.
El régimen chavista-madurista adoptó estos principios con entusiasmo. No es por casualidad que el término nazismo sea la contracción de la voz alemana Nationalsozialismus, que significa nacionalsocialismo. Si algo tiene la pesadilla que vivimos desde hace 16 años es un exacerbado nacionalismo (“tenemos Patria…”) mezclado con retrógradas ideas socialistas-comunistas.
En resumen: algo muy parecido al nazismo.
El principio de hacer que las ideas sean únicas y con símbolos únicos se adapta bien al caso venezolano.
Un pueblo con cierto grado de ignorancia política así como de facilismo producto de una renta petrolera no trabajada, suele estar dispuesto a “comprar” cualquier elemental promesa que le brinde buenos beneficios a corto plazo. No importa lo disparatada que ella pueda ser.
Allí están, por ejemplo, las Misiones. Un nombre sencillo, una idea simple que conecta emocionalmente con lo religioso, y unos beneficios tangibles a corto plazo que “facilito me resuelven la vida”.
¿Otro ejemplo? El símbolo con los ojos de Chávez. Nada tan simple como una mirada. Nada tan directo como recordarle a la gente que “desde el más allá, los estoy observando, los estoy vigilando….”.
El otro principio sobre el enemigo común, el de reunir los adversarios en una sola categoría ha sido práctica común de Chávez y Maduro. La “ultraderecha“, los “escuálidos“, los “apátridas“, el “imperio“…
Y efectivamente: no somos “adversarios“. Somos “enemigos“.
Nunca en Venezuela habíamos tenido algo tan parecido al nazismo como el chavismo.
Muy inteligente. No se puede negar que Joseph Goebbels era un tipo muy inteligente. Es realmente una pena que haya utilizado toda esa inteligencia y brillantez para el mal.
El jefe máximo de la propaganda del régimen nazi contaba con todo el apoyo de Hitler. Este sabía cuán importante podía resultar un eficiente aparato propagandístico para el surgimiento, crecimiento y mantenimiento de su dictadura.
A Goebbels se le atribuyen 11 Principios de la Propaganda. Por ejemplo, dos de ellos son:
El Principio de “Simplificación y del Enemigo Unico” indica que se debe “adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo”.
El Principio del “Método de Contagio” sugiere que hay que “reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo; Los adversarios han de constituirse en suma individualizada”.
Ambos textos sugieren conceptos comunes.
En primer lugar, se trata de hacer que las ideas sean lo más sencillas posibles. Luego, que los adversarios – mejor dicho, el “enemigo” -, no importa cuántos sean, puedan ser vistos como uno solo.
El régimen chavista-madurista adoptó estos principios con entusiasmo. No es por casualidad que el término nazismo sea la contracción de la voz alemana Nationalsozialismus, que significa nacionalsocialismo. Si algo tiene la pesadilla que vivimos desde hace 16 años es un exacerbado nacionalismo (“tenemos Patria…”) mezclado con retrógradas ideas socialistas-comunistas.
En resumen: algo muy parecido al nazismo.
El principio de hacer que las ideas sean únicas y con símbolos únicos se adapta bien al caso venezolano.
Un pueblo con cierto grado de ignorancia política así como de facilismo producto de una renta petrolera no trabajada, suele estar dispuesto a “comprar” cualquier elemental promesa que le brinde buenos beneficios a corto plazo. No importa lo disparatada que ella pueda ser.
Allí están, por ejemplo, las Misiones. Un nombre sencillo, una idea simple que conecta emocionalmente con lo religioso, y unos beneficios tangibles a corto plazo que “facilito me resuelven la vida”.
¿Otro ejemplo? El símbolo con los ojos de Chávez. Nada tan simple como una mirada. Nada tan directo como recordarle a la gente que “desde el más allá, los estoy observando, los estoy vigilando….”.
El otro principio sobre el enemigo común, el de reunir los adversarios en una sola categoría ha sido práctica común de Chávez y Maduro. La “ultraderecha“, los “escuálidos“, los “apátridas“, el “imperio“…
Y efectivamente: no somos “adversarios“. Somos “enemigos“.
Nunca en Venezuela habíamos tenido algo tan parecido al nazismo como el chavismo.
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