Por:
Eugenio Montoro - montoroe@yahoo.es
Muchos gerentes, supervisores
y profesionales han oído esta máxima, pero realmente solo la entienden cuando
la vida los pone a prueba.
Imaginemos un
profesional que le encargan la construcción de un edificio. La información
disponible es poca “queremos un edificio bien situado en Puerto Ordaz, será el
cuartel general para el personal que construirá una planta industrial. Serán
unas trescientas oficinas y debe estar disponible en dos años. Esto es el
“decir”. El profesional debe ahora darle forma a esa idea. Pasarán muchas
semanas diseñando, comprando materiales y equipos, contratando la construcción.
Todo condimentado con cosas que salen mal y hay que tomar rápidas acciones
correctivas. La idea tomó pocos segundos
en decirla. Construirla necesita mucho esfuerzo y tiempo frente a un trabajo
retador.
La mayoría de las actividades humanas que buscan un
objetivo responden a este esquema. Un grupo de científicos quiere desarrollar
tecnología de protones para combatir ciertas enfermedades. La idea se dice pronto,
pero lograr desarrollar los equipos, hacer las pruebas y miles de otras
actividades lo coloca en el mundo real donde las cosas son difíciles de lograr
y requieren mucho tiempo.
Todo este cuento pretende explicar el fracaso del
Socialismo XXI usando ejemplos reales.
La “idea” de ser una potencia agrícola suena bien.
Produciríamos alimentos para el consumo interno y además exportaríamos. Muchos
dirigentes repitieron la ilusión, pero después de quince años no somos tal
potencia e importamos casi todos los alimentos .¿Que nos pasó?. La respuesta
está en la enorme distancia entre el decir y el hacer que ya mencionamos. Hubo
emoción pero no acción. La “idea” requería alguien que la ejecutase. No el
Ministro atareado con miles de cosas o sus directores. Quizás un equipo nuevo
de trabajo diseñaría el plan, seleccionaría los cultivos, buscaría los
presupuestos, coordinaría la ejecución y se mediría el resultado.
Igual cosa la ilusión de ser “una potencia energética”.
Decirlo está bien pero si de verdad quieres lograrlo hay que “dejar el pelero”
trabajando.
El chavismo llenó al País de sueños y poca acción. Para
colmo lo infestó el comunismo con sus reglas de control que lo llevó a
expropiar fábricas y fincas sin tener mucho talento para manejarlas.
El chavismo se dedicó a afianzarse en el poder usando
dineros y favores que llegaron de regalo con unos precios altos de petróleo. Cambió
el nombre de todos los organismos y los pintó de rojo, se hizo dueño de casi
todos los medios de comunicación, inventó misiones para controlar a la
población y actuó con tiros y cárcel frente a amenazas.
Pero descuidaron la moral y se inventaron el cuento de
enemigos con guerras que los quieren tumbar. Se olvidaron de la papa y del
jabón creyendo que hablando de ellos los producirían.
Así que mejor se van a otro lado a hablar. Los que nos
quedamos re construiremos la patria. Viva
Venezuela.
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