jueves, 17 de diciembre de 2009

Lecciones llegadas de lejos


Por: Antonio Cova Maduro - antave38@yahoo.com - El régimen ¿no ve que ya el malestar desbordó Caracas y se desparrama por el interior? Imponente avanza por el centro de Europa la Grande Armée que ha logrado ensamblar el emperador Napoleón Bonaparte. Nunca antes los europeos -y con ellos el resto del mundo- habían visto una movilización semejante. Habrá que esperar al siglo XX para contemplar la única que logrará superarla: la Operación Barbarroja de Hitler. Presidida por oficiales franceses, el grueso de los más de 600 mil hombres que se dirigen a la conquista de Rusia aquel mes de mayo de 1812, son de variadas nacionalidades.Bonaparte estaba en el apogeo de su gloria y Europa entera temblaba de sólo pensar en provocarle. Después de todo, ya la decadente monarquía Borbón de España había gustado lo que significaba no complacer sus deseos. La “abdicación de Bayona” y su consecuencia inmediata, la instalación de José Bonaparte como nuevo rey de España, eran la prueba contundente. Fue de otra prueba, sin embargo, de la que no pareció hacerse consciente Bonaparte: la del 2 de mayo de 1808. Aquel día, ante la vergonzosa parálisis de su monarca, el pueblo español tomó las armas para repeler la agresión francesa. Poco importaba cuan caro tendría que pagarlo -como bien lo documentaría el pincel magistral de Goya- porque más se lo hizo pagar a Napoleón. La sublevación del pueblo español inauguraría en las lenguas occidentales un nuevo término que ya no saldrá nunca más de su vocabulario: guerrilla.Napoleón, sin embargo, ni oyó ni entendió (después de todo, los militares entienden de soldados y municiones) lo que significaba una sublevación popular. Tampoco entendió que los cambios duraderos y profundos en la vida de cualquier sociedad jamás son productos del mero “ordeno y mando” de la voluntad militar, sino que a veces son precisamente los que brotan de una resistencia profunda a los cambios que manos -y torpezas- militares les quieren imponer.Independientemente del tiempo transcurrido, aquellos eventos -espectaculares y muy atemorizantes para sus contemporáneos- guardan importantes lecciones para nosotros. La primera de ellas, que nunca ningún líder o cabeza de régimen, por más fuerte y poderoso que luzca a todos quienes le contemplan& y le temen, sabe a ciencia cierta cuánta y de qué magnitud será la resistencia que pudiere encontrar en su aparentemente victorioso camino. Eso sólo se sabe cuando ya la tienes enfrente. Eso fue lo que le sucedió a Hitler pasado el primer desconcierto y la consecuente desbandada de los rusos ante su sorpresivo ataque de fines de junio de 1941. Una segunda lección -ya muy clara para el ejército napoleónico y que Hitler despreció para su irreparable desgracia- que mientras más avanzas para lograr tu objetivo, más te alejas de tus bases de aprovisionamiento y resguardo. Cada legua conquistada con prisa y seguridad en territorio ruso, alejaba más al formidable ejército napoleónico de sus bases. Igual le sucederá a Hitler más de cien años después. Esa fue la genial “trampa rusa”.Una tercera, y por ahora última lección, es que el terreno a conquistar no lo conoces a profundidad. Ya podían mapas u opiniones expertas alertarte, que al frío ruso sólo lo conocen -y lo soportan- quienes allí moran. El medio ambiente, cualquiera, en cualquier parte, sólo lo conocen verdaderamente quienes viven en él: beduinos en el Sahara, esquimales en el Polo, pieles rojas en la pradera y gauchos en la Pampa.Para los demás es pura teoría y consecuencialmente, con estrategias inútiles a la hora de confrontarlo con desconocedores. Traigamos estas lecciones a nuestra cotidianidad. ¿Puede el régimen saber a ciencia cierta qué le espera a la vuelta de la esquina? ¿Puede avizorar el vigor y tesón que encontrará llegado el día de la prueba? Y quizás lo más importante, ¿podrá estar seguro de los recursos que podrá amasar cuando llegue la hora de enfrentarse a quienes lo adversan? Napoleón, al parecer, jamás imaginó la feroz resistencia del pueblo de Madrid aquel 2 de mayo de 1808. El régimen ¿no se aleja peligrosamente del territorio proclive que hasta ahora ha transitado? ¿No capta que su 2 de mayo fue la derrota de diciembre de 2007? ¿No oye el rumor sordo de los territorios chavistas, dispuestos a quemar Cadafe y alcaldías chavistas? ¿No oye la furia que ya desatan los dólares sacados de la paga de los obreros para entregarlos alegremente a sus panas? Y finalmente, ¿no ve que ya el malestar desbordó Caracas y se desparrama por el interior? ¿No siente lo que no borran inútiles totumas: el calor pegajoso que provocan las fallas eléctricas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Su Comentario