viernes, 5 de octubre de 2007

La Mariposa


Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevo a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por abrirlo más grande y poder salir. El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llego un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado.
Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera corto al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo al salir la mariposa tenia el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuo observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedió y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas... Nunca pudo llegar a volar. Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo y la lucha requerida por la mariposa, para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar. Libertad y volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud y crecimiento.Algunas veces las luchas son lo que necesitamos en la vida. Tenemos que vivir la experiencia consecuente de nuestro error, para poder aprender de ella y del mismo modo, tenemos que dejar que nuestros seres queridos vivan su propia experiencia, para que aprendan de las propias.
Si se nos permitiese progresar por nuestras vidas sin obstáculos, nos convertiríamos en inválidos. No podríamos crecer y ser tan fuertes como podríamos haberlo sido. Cuantas veces hemos querido tomar el camino corto para salir y sacar personas queridas de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo para poder ser libres. Necesitamos recordar que nunca recibimos más de lo que podemos soportar, y que a través de nuestros esfuerzos y caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego. Nunca permitamos que las cosas que no podemos tener, o que no tenemos, o que no debemos tener, interrumpan nuestro gozo de las cosas que tenemos y podemos tener. No pensemos ni nos enfoquemos en lo que no tenemos, disfrutemos cada instante de cada día por lo que tenemos y nos ha sido dado.

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