martes, 21 de junio de 2011

Carta Abierta a Usuarios


Por: Marcelo Brunet
Estimado Usuario de blogs, Facebook y Twitter Domicilio desconocido. Presente:

Junto con saludarle, escribo estas líneas tras constatar que el nuevo plan de comunicaciones de La Moneda, referido al uso de un software de monitoreo de redes sociales, lo ha trastornado un poco, volviéndolo paranoico. He leído algunas de sus quejas, y decidí escribirle desde esta tribuna para ver si consigo hacer que Ud. vuelva a la calma. No soy tan ingenuo: asumo que es altamente probable que no lo logre, pero lo intentaré igualmente. Vea Ud. si me lee o no. He leído que Ud. y algunos amigos suyos cuestionan la licitud que el Gobierno chequee lo que se expresa en tales redes. Incluso afirman que esto es dictatorial y que les recuerdan frases de un lejano y triste pasado, del tipo de “aquí no se mueve ni una hoja sin que yo lo sepa señores”. A mi humilde juicio, monitorearlas no solo no tiene nada de tiránico, sino que es lícito y legal, y absolutamente necesario en pleno siglo XXI. Estimado paranoico: por si no lo sabe, le cuento que Ud. es usuario de una de los siete millones de cuentas de Facebook, y de una de las aproximadamente un millón de cuentas de Twitter, de las cuales 300.000 son operativamente activas [1]. Ud. es parte de un fenómeno en expansión: por algo las empresas, mediante sus Community Managers, han optado por estar dentro de las redes y fortalecer su posición dentro de ellas. Y por algo ellas usan frecuentemente sistemas de monitoreo similares al implementado por La Moneda. Lo que Ud. afirma, cuando dice que su opinión en redes sociales es privada[2] , denota que desconoce o quiere desconocer la naturaleza de las mismas. Ud. ya debería saber que las opiniones vertidas en ellas no son sujetas de privacidad por tratarse de comentarios vertidos en redes masivas de naturaleza abierta. Son, por lo tanto, públicas. Todo lo que se expresa en forma pública es de conocimiento y acceso general, sea que se diga en una plaza, en un medio de comunicación social o en un timeline. La revisión de twitts o de estados de Facebook es pública, salvo ciertas aplicaciones -los mensajes de Facebook o los DMs de Twitter- que están cubiertas por la garantía de protección a la privacidad. El monitoreo en comento dista mucho del Gran Hermano de “1984” de Orwell, que registraba la intimidad de los ciudadanos. Al contrario, lo que se escruta es el acotado ámbito de las opiniones públicas. Y es enteramente legal, pues ni es interceptación telefónica, sancionada delictualmente en el art. 161-A del Código Penal, ni tampoco manipulación informática de la ley 19.233. Su aprensión, estimado usuario, de que esto sea una práctica dictatorial, es totalmente absurda. Esto, al final, esto no es sino un clipping digital, un seguimiento de "medios" versión 2.0. Así como todos los gobiernos revisan los diarios y programas generadores de opinión en radio y TV, así como se leen las encuestas, creo razonable que se use este elemento como una herramienta más que permita monitorear la “temperatura ambiente”, ponderando todas las limitaciones propias de estos medios: su escasa penetración real y falta de representatividad real, su visión un tanto polarizada, etc. Le tengo una buena noticia para su paranoia: no obstante las redes son públicas, existen políticas de privacidad. Por ejemplo, Twitter permite cuidar los mensajes para ser leídos solo por seguidores por medio de un “candado” capaz de impedir acceso a extraños. Las georeferecias son igualmente desactivables, por lo que sus aprehensiones en tal sentido carecen de lógica. Así que, estimado usuario, puede respirar hondo: puede resguardar la privacidad de lo que dice. Pero además le cuento que creo que es necesario y útil que esto se haga. La crisis de representatividad que afecta a la política y a los gobiernos se debe en gran parte a su distancia respecto de las necesidades de las personas. Las redes sociales se han convertido en una moderna plaza pública, donde los ciudadanos expresan visiones, opiniones o sentimientos con el objeto de influenciar a terceros con ellos o, al menos, con la esperanza de ser escuchados. Ningún gobierno debiera restarse de reducir dicha distancia ni de estar en tal plaza y oír lo que en ella se comenta y piensa, pues ella es una forma de desarrollo moderno de la garantía constitucional de efectuar peticiones a la autoridad. En fin, si mis palabras no lo calman y si en definitiva el programa gubernamental lo trastorna y teme que otros sepan lo que hace en la web, tiene otra opción: no usar la web. Pues, como dice el proverbio chino, “si no quieres que se sepa… no lo hagas.”
Atentamente, se despide con afecto,
PD. Si le sirve de consuelo, en Twitter me hacen seguimiento cerca de 7.527 personas. Y yo le hago seguimiento a 2.171 personas. Hasta la fecha, nadie ha resultado lastimado ni herido.
Tomado de: http://www.blog.latercera.com

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