En 1826 Simón Bolívar al invitar al Congreso Anfictiónico indicaba que Panamá, era el lugar propicio para convocar “una asamblea de Plenipotenciarios de cada Estado que sirviese de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel interprete en los tratados públicos cuando ocurran dificultades, y de conciliador, de nuestras diferencias”.
Casi dos siglos después es claro que ni los plenipotenciarios, ni el contenido de sus convocatorias están a la altura de esas aspiraciones. Y hoy es mi país Venezuela , la patria de ese Libertador la víctima de la indiferencia, del acomodo y de la complicidad de esos “Plenipotenciarios”, para los cuales la defensa de los Derechos Humanos no les quita el sueño.
Más aún algunos de ellos los violan como política de estado para mantenerse en el poder a cualquier costo, mientras que el resto los apoyan, activa o pasivamente. Pero los apoyan.
El régimen forajido venezolano subordinado al control político, militar y policial de La Habana, es su más acabada y peligrosa expresión.
Estos “Plenipotenciarios” han adoptado la practica amoral de igualar a las partes a pesar de conocer que una de ellas —el régimen— es la armada y agresora y, la otra —una disidencia desarmada.
Predican “el Diálogo” porque no se atreven ni a condenar al abusador, ni a defender a las víctimas.
Gobiernos que son parte de innumerables convenios obligantes de DDHH se apertrechan detrás del manejo retorcido del principio de soberanía y la no injerencia en asuntos internos cuando saben que la excepción es justamente los derechos humanos que no tienen fronteras.
Hablan de su rechazo a los regímenes militares, ¿y es que acaso el de Chávez-Maduro que lleva 16 años entronizados en el poder no lo es? Donde más de la mitad de sus jerarcas son militares que controlan directamente la economía , la justicia y las fuerzas militares y policiales.
Sin embargo gobernantas como las socialistas de Brasil, Chile y Argentina que han sufrido dictaduras militares permanecen solidarias con el régimen a pesar del rol que mi país ha jugado en la defensa de los suyos en el pasado.
Como venezolano no puedo dejar de recordar aquí que no ha habido un solo país latinoamericano, donde nuestros gobiernos de la etapa democrática no hayan jugado un rol en la defensa de sus libertades, de sus derechos, de su democracia, o de sus intereses. Sin jamás exigirles nada a cambio.
Aquí mismo en Panamá el 24 de marzo de 1975 vine con el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez cuando se suscribió el Acta de Contadora, con los presidentes López Michelsen de Colombia, y Odúber de Costa Rica quienes, con Omar Torrijos, constituyeron el primer Grupo de Contadora, que apoyó la exitosa negociación de la entrega del Canal de Panamá al Estado panameño.
De Contadora misma arrancó el proceso de pacificación en Centro América donde nuestra participación fue más que relevante.
Estas son apenas solo algunas de las contribuciones de mi país a las mejores causas de la región.
Hoy sin embargo somos los venezolanos los que sufrimos el desmantelamiento institucional del país donde todos los poderes públicos están secuestrados al servicio de una tiranía.
Por esta consideración no puedo dejar de declarar aquí que la única posibilidad de restablecer nuestra democracia, pasa por el restablecimiento de la separación de poderes independientes y autónomos, comenzando por un Poder Electoral que asegure elecciones libres y transparentes.
Y esta posibilidad no está para nada clara en nuestro horizonte cercano.
Basta oír las palabras del Ministro de la Defensa de Venezuela, el General Vladimir Padrino para evidenciar esa realidad:
“La fuerza armada es profundamente Socialista, Chavista y revolucionaria. Los fascistas no volverán. Nuestro Comandante Supremo y Eterno es Hugo Chávez”.
O sea que esa cúpula militar corrupta y arrastrada no está dispuesta a aceptar ninguna opción electoral, que no les sea favorable como sería sin la menor duda el caso de celebrarse un proceso electoral limpio.
En Venezuela no es suficiente ganar una elección si no se tiene la fuerza para imponerla.
Así aconteció en la presidencial de abril de 2013, cuando no fue suficiente ganarla. Al igual que insuficiente su defensa.
¿Entonces qué hacer?
Esta es la realidad: Un país colapsado, casi fallido. Reconocido internacionalmente como un narco estado. Donde cada 20 minutos muere asesinado un venezolano. Dividido por el odio y la violencia promovida por un régimen con control casi absoluto de los medios de comunicación.
Con una sociedad que no encuentra salidas y que está dejando la sangre de su juventud en las calles, buscando la libertad.
Desde mi participación como candidato presidencial independiente en el proceso de primarias en el año 2012 he propuesto que sin un mecanismo que logre la reunificación y la reconstrucción del país por la vía pacífica, será muy difícil el tránsito hacia la democracia.
Que Venezuela no saldrá en partes. O sale toda, o no sale.
Ese mecanismo está previsto en nuestra Constitución para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, con el objeto de “…transformar al Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”.
Esta refundación de la república establecería constitucionalmente las pautas para un proceso de transición para restituir la democracia, dándole estabilidad al país y a la región.
Esto es lo que deberían entender y apoyar los “Plenipotenciarios” que visitan Panamá.
Algunos de esos mismos gobernantes han declarado que Venezuela no es una amenaza ni para Estados Unidos ni para ninguno de ellos.
Sin duda un atrevimiento irresponsable afirmarlo cuando es conocido que nuestro país ha sido utilizado para amparar y promover a grupos de narcoterroristas que han sido más que una amenaza, por ejemplo para Colombia.
Igualmente que el régimen ha establecido relaciones de la más alta peligrosidad con grupos terroristas internacionales como nunca antes en la región.
Que coopera con regímenes como el de Irán y Siria como antes con el Irak de Hussein y la Libia de Gadafi, y con grupos como Hezbolá, que han puesto a nuestro país bajo el radar de la comunidad internacional.
Que es un factor más que significativo en el tráfico de drogas como lo ha documentado la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga, al igual que en el lavado de dinero. Que incluso acredita a terroristas con pasaportes venezolanos, manufacturados en Cuba.
Validar y servir de fiadores de un régimen de semejante calaña como se proponen estos gobernantes es un atentado contra la paz y la seguridad de su propia gente.
Por otra parte como reacción a las sanciones impuestas exclusivamente a siete delincuentes que han violado criminalmente los Derechos Humanos Maduro aduce falsamente que las sanciones son contra del país y solicita la derogación de la Orden Ejecutiva del Presidente Obama.
Para mi una orden sobradamente justificada y que espero sea punto de partida para que conozcamos muchas otras verdades de la corrupción. Al mismo tiempo esa medida representa, no un acto “injerencista” sino de solidaridad con nuestras víctimas y con nuestra lucha por rescatar la libertad, que yo aprecio y valoro.
Maduro en una típica acción pandillera se han embarcado en un proceso de recolección de firmas, extorsionando a los funcionarios públicos del país, obligando a firmar so pena de perder el empleo y los beneficios sociales de los ciudadanos más débiles de la población.
Un gobernante con menos de 20% de apoyo popular asegura traer a Panamá mas de 10 millones de firmas —o sea el 60 % del padrón electoral. Absolutamente fantasioso.
Al mismo tiempo Venezuela vende diariamente (al que llama su enemigo) 700,000 barriles de petróleo a Estados Unidos-único ingreso que tiene de divisas el país.
¿Y a todas estas en que consisten las sanciones para armar semejante escándalo?
En cancelarles las visas de ingreso a los Estados Unidos lo que no les permitirá ir mas de shopping a Miami ni visitar Disney.
“Prosperidad con Equidad” es el lema de la Cumbre de las Américas, cuando lo obligante sería realizar un ejercicio previo de reflexión y diagnostico sobre la decadencia e inoperancia del sistema Interamericano del cual han desaparecido los valores que hacen a una comunidad, desde que se entiende por democracia hasta en que consiste la solidaridad, pasando por valores éticos comunes, como el de defensa de los derechos humanos.
Pretenden ignorar, desconocer o minimizar la deriva hacia la indiferencia que ha socavado el sistema, y como esta carencia de valores comunes ha dado lugar a un pragmatismo aberrante.
Es evidente que si la razón de estado prevalece sobre la ética, el sistema Interamericano, y todos sus sucedáneos regionales y subregionales, pueden considerarse igualmente condenados a convertirse en instrumentos de condonación y complicidad y no en oportunidades para la defensa de los valores que figuran en sus cartas constitutivas.
Es este pragmatismo carente de ética el que ha permitido esta patética convivencia con regímenes que bajo el manto de revolucionarios han esclavizado a las sociedades que gobiernan.
Y este proceso no ha sido espontáneo ni mucho menos. Ha sido inducido por dos países.
Uno que hoy regresa como invitado luego de una larga y muy justificada expulsión del sistema y otro que estuvo al origen mismo del panamericanismo, pero ambos bajo gobiernos que distan mucho hoy en día de tener la mas mínima afinidad con los valores plasmados en la Carta Democrática Interamericana.
Es imposible entender las razones que motivan la renuencia de los gobiernos de la región a condenar las violaciones a los derechos humanos sin apreciar el peso y la influencia que el petróleo venezolano y “las generosas oportunidades de negocios” les ha ofrecido mi país. Dolorosamente nos han visto mas como un enorme barril de petróleo.
En este particular es notorio el constante uso que ha venido haciendo de sus recursos para crear complicidades de hecho en todos los países de América, tanto de alcance gubernamental como no gubernamental.
El régimen les ha pagado espléndidamente sus servicios contra la causa de nuestra libertad.
Por ejemplo, los subsidios petroleros al Caribe y Centroamérica han tenido como resultado una complicidad mas o menos activa pero constante en la que el silencio se ha comprado a punta de barriles de petróleo.
Igual ha sido en organizaciones como la OEA comprando votos para convertirla en un club para la protección de tiranías. Mismo rumbo que lleva UNASUR, encubridor del régimen venezolano.
A estas modalidades se suman las contrataciones de obras públicas sin licitaciones, las compras de obligaciones estatales, las importaciones masivas han sido otras prácticas en la compra de complicidades, y….. muy efectivas, con las grandes democracias del subcontinente suramericano. Brasil y Argentina en particular.
Pero, no nos engañemos, las complicidades tienen tentáculos hasta en países como Estados Unidos.
La pasividad de este país hasta hace muy pocas semanas con el caso de las sanciones a siete jerarcas venezolanos es digna de estudio.
Si bien es cierto que la actuación del chavismo en Venezuela siempre generó inquietud en Washington, donde no pasó por inadvertido que el régimen estaba destruyendo la democracia venezolana, sus autoridades concluyeron que Chávez era un problema de los venezolanos que por otro lado contenía los problemas sociales que se podrían generar en los países del Caribe si la ayuda venezolana era suspendida.
De hecho el subsidio petrolero venezolano al Caribe y Centroamérica ha sido un gran alivio político, económico y social para Estados Unidos que, gracias a este, no ha tenido que invertir en la estabilidad de la Cuenca.
La realidad es que el régimen chavista ha sido un peón de los Estados Unidos al financiar de manera mas que significativa la transición cubana gracias a la cual la isla pudo importar de Norteamérica los bienes y los alimentos que hoy incluso nuestro país no tiene.
Para nuestra desgracia se unieron la indiferencia latinoamericana con la conveniencia de Estados Unidos para darle carta blanca al chavismo. Esa es la verdad.
Me es imposible no referirme aquí sobre los alcances de la infame política venezolana con relación al proceso de paz en Colombia. Por una parte fungiendo de amigo del proceso pero en la practica actuando como aliada de la organización terrorista.
Son notorios en los perjuicios que ha traído a la paz y estabilidad de ese país; pero el resultado del continuo chantaje es la tolerancia callada del principal afectado, Colombia al punto de aceptar sin reclamar que su principal empresa de comunicaciones RCN esté vetada para operar en Venezuela,
Y hasta llegar al extremo de negar que Venezuela sea una amenaza cuando su presidente sabe mejor que nadie cuantos colombianos murieron a manos de narcoterroristas amparados por el régimen venezolano desde nuestro territorio.
Esta cumbre no debería ser —como fácilmente puede anticiparse— para consagrar el pragmatismo como método de convivencia Interamericana que oficialice la indiferencia generalizada hacia la violación de todos los principios éticos y políticos que le dieron razón de ser al sistema Interamericano.
Pero para que este no sea el caso, en primer lugar habría que denunciar con fuerza la situación prevaleciente en Cuba y en Venezuela, donde es triste constatar que solo a los Estados Unidos le interese la suerte de los cubanos presos, perseguidos y abusados, como tampoco la de los nuestros.
Los plenipotenciarios latinoamericanos llegan a Panamá para celebrar la reincorporación del régimen comunista avalando así todo su horrible historial de violaciones a los DDHH.
Les tiene sin cuidado este asunto con tal que Estados Unidos y Cuba se entiendan y que los venezolanos “dialoguen”.
Ni les interesa ni apoyan las exigencias que Estados Unidos hace a Cuba en materia de derechos humanos.
Su solidaridad es con los tiranos Castro. No con el pueblo cubano. Igual que su solidaridad es con Maduro no con nosotros los venezolanos.
Estamos en una circunstancia mas que oportuna para recordarle a las autoridades de Estados Unidos que como parte de un esquema de paz y seguridad regionales en la Cuenca, es indispensable incluir la situación en Venezuela en el acuerdo Cuba-Estados Unidos. Los cubanos no han perseguido ni torturado norteamericanos-pero si a venezolanos y en Venezuela. Y eso no puede pasarse por alto.
Cuba fuera de Venezuela debe ser una condición de otro modo los Estados Unidos estarían facilitando a Cuba continuar su tutoría de los sistemas de inteligencia y de la fuerza armada venezolana.
Fijar condiciones mínimas de garantías de los derechos humanos tanto en Cuba como en Venezuela; y exigir garantías de no intervención de parte de Cuba para ser admitida en el colectivo Interamericano, al igual que a Venezuela para que permanezca en el sistema.
Es evidente que los gobiernos han demostrado que no se movilizaran para defender a los perseguidos, torturados, encarcelados y extrañados de sus países-como en mi propio caso personal.
Siendo esta la realidad solo queda que nos organicemos mejor en una gran Alianza Latinoamericana para la Defensa de la Libertad.
La magnífica y oportuna Declaración de Panamá de los ex presidentes y ex jefes de estado puede ser la base de esta iniciativa generada en especial por el secuestro del Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, de Leopoldo López líder de Voluntad Popular y de Daniel Ceballos Alcalde de San Cristóbal quienes llevan un año de un encierro humillante.
Con optimismo constato que ya no estamos tan solos como lo hemos estado por 16 años.
La Libertad tiene como aliados a estos grandes y respetados amigos que espero nos permita pronto recitar como Pablo Neruda:
“Sube por mi, Calor Americano”.
Diego Arria