Por: Octavio Montiel
Hay vainas del dictador, dentro de su rollo interno, en el seno de ese infierno donde él es dueño y señor, que a mí, como opositor me hacen subir a las olas y escuchar las caracolas con un goce extraordinario. Me gusta cuando el locario regaña a sus jalabolas.Es un regalo la voz pendenciera del tirano cuando se le va la mano para insultar a Albornoz. Porque este tipo, por Dios! vive de las carambolas, sin ese momento a solas que un ser digno tiene a diario. Me gusta cuando el locario regaña a sus jalabolas.Dígame cuando se empina la apellido de aguardiente alabando al presidente con su consigna dañina. Vive amenazando Lina, junto a locos de perolas, que sin Chávez, las pistolas coparán el escenario. Me gusta cuando el locario regaña a sus jalabolas. Aunque sé que en buena ley, las rabietas que hoy exhibe se deben a que ni a Uribe, ni a su majestad el Rey pudo darles el mamey de groseras bataholas, puesto que esas banderolas salieron del escenario. Por eso es que este locario regaña a sus jalabolas
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