miércoles, 29 de febrero de 2012

Carta abierta a Vladimir Villegas


Magda Mascioli G. - Noooooooooo nos diga eso Villegas. ¿Si? ¿En serio? Pero nooooooo puede ser. ¿Cómo es la cosa? ¿A ver? ¿Que su esposa está siendo atropellada, según dice Ud., por sus compinches chavistas dentro de la PDVSA roja rojita que tanto Ud. celebró, felicitó y alabó? Pero noooooooo puede ser. ¿En serio? Pero díganos Villegas ¿Qué opinión le merece eso, ahora que lo toca directamente? Mejor dicho, cuéntenos más bien ¿Qué opinión le mereció cuando su jefe Chavez botó a 20.000 personas de PDVSA, con sus familias a cuestas? ¿Qué opinión le mereció a Ud. el atropello de sus panas chavistas en los campos petroleros cuando sacaban en la madrugada a familias enteras (de todas las edades) a punta de golpes, lacrimógenas, atropellos e insultos? ¿Qué opinión le mereció cuando los círculos bolivarianos atropellaban a los empleados de PDVSA en la calle ante la sonrisa y contento de individuos como Ud.? ¿Qué opinión le mereció todo eso Villegas? Porque aun recuerdo los programitas suyos y de su hermano, sus escritos, opiniones... sonrisas. ¿Ahora se presenta aquí y pretende mover nuestra lástima vendiéndonos a su esposa como una pobre atropellada del régimen que Ud. apoya, y como una supuesta representante del más rancio estoicismo? ¿En serio? Noooo nos diga.

Y fijese las ironías de la vida. ¿Dice Ud. que la transfirieron a Intevep? Justamente a Intevep. Cuéntenos Villegas ¿Qué opinión le mereció a Ud. cuando un esbirro del régimen del que Ud. forma parte, mató impunemente a nuestro compañero de Intevep, José Vilas, cuando defendía la libertad? Intevep, Villegas. ¡Intevep! Interesantes las cosas de la vida ¿Verdad?

Solo le voy a decir algo que decía mi mamá: DIOS CASTIGA SIN PALO Y SIN LÁTIGO; y le aseguro que ante las atrocidades que este régimen ha cometido en muchos órdenes con la anuencia suya y de quienes, como Ud., lo apoyan, falta mucho por ver.

Lo felicito Villegas... recibe Ud. una parte micrométrica e infinitesimal, de su propio jarabe.

¿Tiempos de cambio Villegas? ¿Así es como nombra Ud. su columna? Bueno. Sepa que nadie que hace daño sale liso en la vida, Villegas.
Nadie que haga daño de pensamiento, de palabra, de obra u omisión, sale liso. Téngalo presente.

Paso a paso entenderá el por qué de todo lo que la vida le mande.


Y le aseguro Villegas que, queriéndolo Ud. o no, su conciencia estará siempre allí.

Magda Mascioli García

Aristóteles: La Justicia como igualdad proporcional: Dar a cada uno lo que es suyo, o lo que le corresponde. Dice que lo que le corresponde a cada ciudadano tiene que estar en proporción con su contribución a la sociedad, sus necesidades y sus méritos personales.


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Tiempos de cambio
Misión atropello" en Pdvsa
VLADIMIR VILLEGAS
vvillegas@gmail.com

Una práctica recurrente en la administración pública de estos tiempos es el acoso laboral, la persecución política, la cacería de brujas y la siembra del miedo como elementos cotidianos de la gerencia "revolucionaria", y Petróleos de Venezuela no es la excepción.

Mi esposa, la periodista Egilda Gómez, labora en la Gerencia de Asuntos Públicos desde hace unos siete años, aproximadamente, y en los últimos dos ha venido siendo víctima de acoso y persecución por parte del gerente Julio González, y tengo suficientes elementos que me permiten calificar este caso como de retaliación política, como consecuencia de mis posiciones críticas al gobierno del presidente Hugo Chávez Frías. Ella ha soportado estoicamente todos los atropellos, de los cuales tiene conocimiento por escrito el gerente de Relaciones Laborales, José Gregorio Villarroel, a quien envió una comunicación explicativa de la situación, con el objeto de cubrir las instancias internas de denuncia, sin que hasta la fecha se haya producido una respuesta, a excepción del pasado viernes, cuando fue citada a la Gerencia de Prevención y Control de Pérdidas, donde la exhortaron a renunciar a la empresa, o de lo contrario sería despedida. Detrás de este abuso está, sin duda, la mano de Julio González, y me gustaría saber si Rafael Ramírez convalida que los despidos en Pdvsa los tramite la gente encargada de seguridad y control de pérdidas, y que estas acciones contra algunos trabajadores violen incluso convenios laborales internacionales suscritos por Venezuela. Los atropellos a los cuales me refiero son, entre otros, el traslado a Intevep, en Los Teques, la asignación de funciones que están muy por debajo de su capacidad y condición profesional y de las labores que había venido desempeñando como fotógrafa, de las cuales existe constancia documental; y últimamente la no asignación de funciones, como método de castigo que viene acompañado además con la humillación de no contar desde hace varios meses ni siquiera con un lugar para sentarse. Así como ella, hay otros trabajadores en igual situación. Incluso dirigentes no oficialistas de la federación petrolera despedidos y atropellados, aún con fuero sindical, entre ellos Orlando Chirinos. Todo el mundo en Pdvsa sabe de "Flotaven", donde van a parar quienes caen en desgracia por caprichos gerenciales. Y no es casual que varios de esos trabajadores, como es el caso de mi esposa Egilda, hayan sufrido problemas de salud derivados del acoso laboral al cual están sometidos diariamente, según consta en la División de Medicina Ocupacional. Estas medidas de traslado unilaterales, amenaza y anuncio de despidos, desmejora de las condiciones de trabajo y citaciones intimidatorias se ejercen, para colmo de males, en medio de una doble inamovilidad laboral. La primera se deriva de la discusión del contrato colectivo, y la segunda, del decreto presidencial dictado el pasado 26 de diciembre, de acuerdo con el cual "las trabajadoras y los trabajadores protegidos por el presente decreto no podrán ser despedidos, desmejorados ni trasladados sin justa causa calificada previamente por la inspectora o el inspector del Trabajo de la jurisdicción, siguiendo para ello el procedimiento previsto en el artículo 444 de la Ley Orgánica del Trabajo". Hago público este asunto que pudiera ser calificado de personal o familiar porque pone en evidencia el permanente abuso contra los trabajadores, y la indefensión en la cual se encuentran no sólo en Pdvsa, sino en buena parte de la administración pública. ¿Qué dice la dirigencia sindical roja rojita?

lunes, 27 de febrero de 2012

El Poder del pueblo venezolano


Tal vez nadie, ni el mismo Ejecutivo Nacional, se imaginó en 2006 cuánto potencial podía llegar a tener en Venezuela el pueblo organizado en los consejos comunales creados mediante Ley Orgánica publicada en Gaceta Oficial del 10 de abril de ese año. Estas nuevas instancias de poder ciudadano, fueron creadas por el Gobierno Nacional como un símil de los soviéts de la derrumbada URSS, obviamente con fines de control político. Pero, para sorpresa de todos, en Venezuela estos consejos comunales están adquiriendo personalidad propia, dejando a un lado los intereses políticos para privilegiar realmente a los de la comunidad. La ley les dio, de manera inédita en el país, el poder de organizarse como pueblo a fin de ejercer directamente “la gestión de las políticas públicas y proyectos orientados” para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las comunidades con equidad y justicia social. Y eso es lo que literalmente están haciendo los más de 41.000 consejos comunales que para mayo de 2011 ya existían en el país, un promedio de cuatro consejos comunales en cada una de las más de 10.000 parroquias que existen en Venezuela. Y esto es lo que esperan emprender los otros 10.000 que aguardan por ser legalmente reconocidos por el Ministerio del Poder Popular. Cabe recordar que los consejos comunales son órganos de gobierno local, cuyos integrantes son elegidos directamente por los ciudadanos de su comunidad y responsables ante ésta de sus actividades, gestiones y rendición de cuentas. Que además, según la Ley que los norma no pueden coexistir dos o más Consejos Comunales en una misma área geográfica, y que para formar un Consejo Comunal en un área urbana debe haber un conglomerado de unas 200 a 400 familias; en las rurales entre 10 a 20 familias; y en las comunidades indígenas entre a partir de 10 familias. Actualmente se estima que en el país 65% de la población, pertenece o es familia de un miembro de un consejo comunal. Un estudio realizado por Alfredo Croes y Análisis Estratégicos 21, conjuntamente con la encuestadora Datos entre septiembre y diciembre, en una muestra representativa de 50 consejos comunales entrevistados a profundidad, determina que los venezolanos están empezando a mostrar "espíritu comunitario". En sólo cinco años, los consejos comunales han pasado a convertirse en una institución social importante. Están en todas partes. Afectan las vidas y el bienestar de millones de venezolanos. Es el pueblo en acción haciendo valer el poder que les da la Ley, sin distingos políticos o clases sociales. Muestra de ello, son las comunidades de Catia y Montalbán, cuyos consejos comunales le están parando el trote a las arbitrariedades de las invasiones y confiscaciones de terrenos comunales que merman su calidad de vida.
Disponible en inglés en: www.veneconomy.com a partir de las 4:00 p.m.

sábado, 18 de febrero de 2012

San Agustín

Obedeced más a los que enseñan que a los que mandan.
AGUSTÍN DE HIPONA, San

lunes, 13 de febrero de 2012

El ex esclavo que envió una carta a su antiguo amo


Por: Alfred López - Cuaderno de Historias - Tras el fin de la Guerra Civil americana, miles de esclavos fueron liberados por sus amos y les ofrecieron la oportunidad de empezar una nueva vida como hombres y mujeres libres. Después de ello, muchos terratenientes se habían encontrado en la dificultad de hallar personal adecuado para atender sus tierras y casas, lo que les hacía recurrir a sus sirvientes ya libres para ofrecerles de nuevo su puesto de trabajo en unas mejores y más dignas condiciones. El antiguo amo de Jourdon Anderson era uno de ellos y había escrito a este solicitándole que volviese a prestar servicios para él. Pero Jourdon ya era un hombre libre y vivía como tal. Se había trasladado junto a su mujer, Mandy, y sus hijos hasta la población de Dayton (Ohio), un lugar en donde les llamaban 'Señores Anderson', sus pequeños podían acudir a la escuela y, además, cobraba un sueldo de 25 dólares mensuales por realizar su trabajo. Todo ello se conoce gracias a una carta que remitió el 7 de agosto de 1865 a su antiguo amo, elCoronel P.H. Anderson, como contestación a la oferta para que volviese a trabajar bajo sus órdenes. Había estado a su servicio a lo largo de 32 años, a los que debían sumarse los 20 que estuvo su esposa Mandy. Fueron años de despotismo y malos tratos por parte del amo, pero en esta nueva etapa prometía la mejora de condiciones laborales. La misiva de Jourdon estaba hábilmente redactada, lo que ha hecho sospechar que no fue escrita directamente por él, sino por otra persona con unas bases de cultura superiores a las que se le suponía a un ex esclavo de raza negra en pleno siglo XIX. En la carta agradecía el ofrecimiento que le realizaba su antiguo amo, pero le indicaba lo bien que le iban las cosas desde que había recuperado la libertad un año atrás, y recordaba algunos pasajes vividos durante los años que sirvió como esclavo, recordando que en todo ese tiempo no había percibido pago alguno por sus servicios.

(…) Me interesa especialmente saber cuál es su oferta. Me va razonablemente bien aquí: gano 25 dólares al mes, con provisiones y comida; tengo un hogar cómodo para Mandy (la gente le llama Señora Anderson) y los niños, Milly, Jane y Grundy, van a la escuela y aprenden mucho; el profesor dice que Grundy tiene cabeza para ser predicador. Van a la escuela dominical, y Mandy y yo vamos a la iglesia con regularidad. Nos tratan amablemente; a veces oímos a otros decir: "Esa gente de color era esclava en Tennessee". Los niños se sienten heridos cuando lo oyen, pero yo les digo que no era ninguna desgracia en Tennessee pertenecer al coronel Anderson. Muchos negritos hubieran estado orgullosos, como yo lo estaba, de llamarle amo. Ahora, si quisiera escribirme para decirme la paga que me daría, podría hacerme mejor a la idea de si me conviene volver. (…)

Uno de los momentos más impactantes de la carta es cuando le solicita que le abone todo lo adeudado por tantos años de trabajo sin recompensa:

(… ) Le serví fielmente durante treinta y dos años, Mandy durante veinte. A 25$ al mes para mí, y 2$ por semana para Mandy, nuestras ganancias ascenderían a 11.680 dólares. Sume a esto los intereses por el tiempo que ha tenido retenidas nuestras pagas y reste los gastos de vestirnos y las tres visitas del médico para mí, además de sacar un diente a Mandy, y el resultado mostrará lo que en justicia merecemos. Por favor, envíe el dinero a través de Adams Express, a la atención de V. Winter, esq, Dayton, Ohio. Si no nos paga por el trabajo que desempeñamos fielmente en el pasado, poca fe podemos tener en sus promesas para el futuro. Confiamos en que el buen Dios haya abierto sus ojos para ver los males que usted y sus padres nos han causado a mí y a los míos, haciéndoles trabajar duramente durante generaciones sin recompensa. Aquí cobro mi paga todos los sábados por la noche, pero en Tennessee no había más día de paga para los negros del que había para vacas y caballos. Seguramente, algún día, aquellos que privaron a los jornaleros de sus pagas tengan que devolvérselas. (…)

Hacia el final de la carta habla de las violaciones que sufrieron dos de sus hijas por parte de los "jóvenes amos" y de su temor a que se repitiese lo mismo con sus otras dos descendientes.

(…) Cuando responda esta carta, por favor explíquenos si habría alguna seguridad para mis hijas Milly y Jane, que han crecido y son dos jóvenes bien parecidas. Sabe lo que ocurrió con Matilda y Catherine. Preferiría quedarme aquí y pasar hambre - incluso morir, si fuera preciso - que llevar la vergüenza a mis hijas por la violencia y vileza de sus jóvenes amos. Por favor, aclárenos también si se han abierto escuelas para niños de color en su vecindario; mi mayor deseo es dar a mis hijos una educación, y lograr que sean jóvenes virtuosos. (…)

Para acabar la carta, manda un saludo para George Carter y le insta a que le dé las gracias de su parte por haberle quitado la pistola al Coronel Anderson cuando este le estaba disparando.

Nada se sabe de si llegó a percibir el pago de sus honorarios como esclavo con carácter retroactivo, pero lo que sí es seguro es que Jourdon Anderson no aceptó la oferta de volver a trabajar para su antiguo amo, ya que sus restos permanecen enterrados en el Woodland Cemetery en Dayton.

A pesar de que la carta lleva circulando por la red desde hace varios años (hay publicaciones de 2004), hasta ahora no ha llegado a ser ampliamente conocida por los internautas. Numerosas son las webs que señalan que se trata de un fake (bulo), pero los defensores de la veracidad de dicha carta aportan la publicación que realizó el New York Daily Tribune, el 22 de agosto de 1865, en el que se hizo eco de dicha carta.

Tomado de Yahoo


August Landmesser


Este señor se llamaba August Landmesser y en 1936, en pleno auge del nazismo, tuvo la valentía de negar el saludo nazi en medio de una multitud. Una foto lo retrata. ¿Por qué? Esta conmovedora historia que hoy reproduce el diario español El Mundo trascendió a partir de su publicación en el blog Senrimonchi -creado para facilitar las tareas de socorro después del terremoto de Japón en marzo de 2011-, que publicó la imagen que está siendo vista por varios miles de personas en la web.

Según cuenta el blog, durante la botadura de un buque de la marina alemana una multitud de personas se congregó en Hamburgo. Mientras todos levantaban su brazo para hacer el saludo nazi, uno de ellos se quedó con sus brazos cruzados. Era Landmesser.

Recién en 1991 una de sus hijas identificó a este hombre como August Landmesser, un trabajador del astillero de Hamburgo. Esta semana la imagen dio la vuelta al mundo en Internet, con más de 26.000 visitas hasta este momento.

Landmesser tenía detrás una desgarradora historia, la razón por la cual no realizó el saludo. Aunque fue del Partido Nazi desde 1931 y hasta 1935 fue expulsado por haberse casado con una mujer judía, Irma Eckler.

Con ella tuvo dos hijas y esto le costó la cárcel por "deshonrar a la raza". De Irma se cree que fue detenida por la Gestapo y metida en la prisión de Hamburgo y sus hijas (Ingrid e Irene), separadas.

A Ingrid se le permitió vivir con su abuela materna, mientras que Irene fue llevada a un orfanato y más tarde adoptada por una familia.

Una vez que Landmesser salió de prisión en 1941 fue enviado a la guerra, aunque pronto se le declaró como desaparecido en combate y se le dio por muerto, tal y como publica un blog de The Washington Post. En 1996 una de sus hijas, Irene, escribió la historia de su familia con el fin de contar al mundo la desgarradora historia de su padre y su madre y de cómo fueron separados por el régimen nazi.

Tomado de: http://ve.noticias.yahoo.com/historia-hombre-neg%C3%B3-saludo-nazi-171000280.html

martes, 7 de febrero de 2012

Charles Dickens



En una fábrica de betún para calzado, cerca de la que hoy es la estación de trenes Charing Cross, de Londres, Charles Dickens comenzó a trabajar. Pegaba etiquetas en las latas por 6 monedas a la semana. Aunque era un hijo de la clase media, su padre se pasó la vida de deuda en deuda, hasta que por la época en que Dickens comenzó a trabajar, a los 12 años, estaba preso justamente por éso: por no pagar sus deudas.

Dickens nació en Landport, Portsmouth, el 7 de febrero de 1812, hace exactamente 200 años. Su padre trabajaba en una dependencia naval y él era el menor de ocho hermanos. En 1817 la familia comenzó un largo periplo, hasta que en 1822 llegaron a Londres, la neblinosa ciudad en la que John, su padre, termina en la cárcel de Marshalsea. Charles se mantenía con lo que ganaba en la fábrica y además ayudaba a su familia, que vivía en la cárcel junto al padre.

Hasta los 9 años, Dickens no había recibido ninguna educación formal, fue casi un autodidacta, si se exceptúa su paso por una escuela privada, pero pasaba el tiempo leyendo: fue un lector voraz, especialmente de libros como Robinson Crusoe y Don Quijote .

Las cosas parecieron comenzar a mejorar cuando su abuela materna murió y dejó una herencia de 250 libras. Pero Elizabeth, su madre, pretendía que Charles continuara con su trabajo en esa fábrica de betún. Es decir, en condiciones de humillación, de casi esclavitud. Era la vida miserable que podía esperarse de esa sociedad victoriana de comienzos del siglo XIX.

En 1827 comenzó a escribir crónicas judiciales, aprendió taquigrafía y consiguió su primer empleo como cronista parlamentario. Dickens tuvo una leve tentación por el teatro, pero finalmente lo ganó, de manera contundente, la escritura. Fue reconocido en Londres como un gran cronista y por esos años publicó las primeras entregas de “Los papeles póstumos del club Pickwick”. En 1836 se casó con Catherine Thompson, con la que tuvo diez hijos. Se separó de ella después de 20 años de matrimonio, con un enorme escándalo.

Pero mucho antes, la fama de Dickens traspasaba las fronteras. Tuvo, entre otras habilidades, la de hacer que sus novelas, complejas, fuera populares. La publicación por entregas en medios gráficos de Oliver Twist, con esa enorme descripción de la pobreza y los suburbios de Londres, el relato de un niño huérfano con la brutalidad como único horizonte, fueron claves. Después llegaron Nicholas Nickelby y El almacen de antigüedade s, en la que la protagonista es una niña rodeada de gente siniestra. Dickens comenzó a viajar –a Estados Unidos, entre otros países– y poco después escribió Cuentos de Navidad . Entre 1849 y 1850, publicó David Copperfield.

El mundo celebra los 200 años de su nacimiento. Dickens, que murió el 9 de junio de 1870, sigue siendo uno de los escritores de lengua inglesa más leídos. Entre los homenajes, uno de los que más hay que festejar es la reedición de Dickens. El observador solitario , de Peter Ackroyd, que Edhasa publicará en marzo.



El auxiliar de la parroquia
Un cuento de amor verdadero
Charles Dickens

Había una vez, en una diminuta ciudad de provincias bastante alejada de Londres, un hombrecito llamado Nathaniel Pipkin, que trabajaba en la parroquia de la pequeña población y vivía en una pequeña casa de la Calle High, a escasos diez minutos a pie de la pequeña iglesia; y a quien se podía encontrar todos los días, de nueve a cuatro, impartiendo algunas enseñanzas a los niños del lugar. Nathaniel Pipkin era un ser ingenuo, inofensivo y de carácter bondadoso, de nariz respingona, un poco zambo, bizco y algo cojo; dividía su tiempo entre la iglesia y la escuela, convencido de que, sobre la faz de la tierra, no había ningún hombre tan inteligente como el pastor, ninguna estancia tan grandiosa como la sacristía, ninguna escuela tan organizada como la suya. Una vez, una sola vez en su vida, había visto a un obispo... a un verdadero obispo, con mangas de batista y peluca. Lo había visto pasear y lo había oído hablar en una confirmación, y, en aquella ocasión tan memorable, Nathaniel Pipkin se había sentido tan abrumado por la devoción y por el miedo que, cuando el obispo que acabamos de mencionar puso la mano sobre su cabeza, él cayó desvanecido y fue sacado de la iglesia en brazos del pertiguero.

Aquello había sido un gran acontecimiento, un momento fundamental en la vida de Nathaniel Pipkin, y el único que había alterado el suave discurrir de su tranquila existencia, hasta que una hermosa tarde en que estaba completamente entregado a sus pensamientos, levantó por casualidad los ojos de la pizarra -donde ideaba un espantoso problema lleno de sumas para un pilluelo desobediente- y éstos se posaron, inesperadamente, en el radiante rostro de María Lobbs, la única hija del viejo Lobbs, el poderoso guarnicionero que vivía enfrente. Lo cierto es que los ojos del señor Pipkin se habían posado antes, y con mucha frecuencia, en el bonito semblante de María Lobbs, en la iglesia y en otros lugares; pero los ojos de María Lobbs nunca le habían parecido tan brillantes, ni las mejillas de María Lobbs tan sonrosadas como en aquella ocasión. No es de extrañar, pues, que Nathaniel Pipkin fuera incapaz de apartar su mirada del rostro de la señorita Lobbs; no es de extrañar que la señorita Lobbs, al ver los ojos del joven clavados en ella, retirara su cabeza de la ventana donde estaba asomada, la cerrara y bajase la persiana; no es de extrañar que, inmediatamente después, Nathaniel Pipkin se abalanzara sobre el pequeño granuja que antes le había molestado y le diera algún coscorrón y alguna bofetada para desahogarse. Todo eso fue muy natural, y no hay nada en ello digno de asombro.

De lo que sí hay que asombrarse, sin embargo, es de que alguien tan tímido y nervioso como el señor Nathaniel Pipkin, y con unos ingresos tan insignificantes como él, tuviera la osadía de aspirar, desde ese día, a la mano y al corazón de la única hija del irascible viejo Lobbs... del viejo Lobbs, el poderoso guarnicionero, que podía haber comprado toda la ciudad de un plumazo sin que su fortuna se resintiera... del viejo Lobbs, que tenía muchísimo dinero invertido en el banco de la población con mercado más cercana... que, según decían, poseía incontables e inagotables tesoros escondidos en la pequeña caja fuerte con el ojo de la cerradura enorme, sobre la repisa de la chimenea, en la sala de la parte trasera... y que, como todos sabían, los días de fiesta adornaba su mesa con una auténtica tetera de plata, una jarrita para la crema y un azucarero, que, según alardeaba con el corazón henchido de orgullo, serían propiedad de su hija cuando encontrara a un hombre digno de ella. Y comento todo esto porque es realmente asombroso y extraño que Nathaniel Pipkin hubiera tenido la temeridad de mirar en aquella dirección. Pero el amor es ciego, y Nathaniel era bizco; y es posible que la suma de esas dos circunstancias le impidiese ver las cosas como son.

Ahora bien, si el viejo Lobbs hubiera tenido la más remota o vaga idea del estado emocional de Nathaniel Pipkin, habría arrasado la escuela, o borrado a su maestro de la faz de la tierra, o cometido algún otro desmán o atrocidad de características igualmente feroces y violentas; pues el viejo Lobbs era un tipo terrible cuando herían su orgullo o se enojaba. Y, ¡podría jurarlo!, algunas veces soltaba tantos improperios por la boca, cuando denunciaba la holgazanería del delgado aprendiz de piernas esqueléticas, que Nathaniel Pipkin temblaba de miedo y a sus alumnos se les erizaban los cabellos del susto.

Día tras día, cuando se acababan las clases y los alumnos se habían ido, Nathaniel Pipkin se sentaba en la ventana que daba a la fachada y, mientras fingía leer un libro, miraba de reojo al otro lado de la calle en busca de los brillantes ojos de María Lobbs; y no transcurrieron muchos días antes de que esos brillantes ojos apareciesen en una de las ventanas del piso de arriba, aparentemente enfrascados también en la lectura. Era algo maravilloso que llenaba de alegría el corazón de Nathaniel Pipkin. Era una felicidad estar sentados allí durante horas, los dos juntos, y mirar aquel hermoso rostro cuando bajaba los ojos; pero cuando María Lobbs empezaba a levantar los ojos del libro y a lanzar sus rayos en dirección a Nathaniel Pipkin, su gozo y su admiración no conocían límite. Finalmente, un día en que sabía que el viejo Lobbs se hallaba ausente, Nathaniel Pipkin tuvo el atrevimiento de enviar un beso con la mano a María Lobbs; y María Lobbs, en lugar de cerrar la ventana, ¡se lo devolvió y le sonrió! A raíz de esto, Nathaniel Pipkin decidió que, pasara lo que pasara, comunicaría sin más demora sus sentimientos a la joven.

Jamás un pie más lindo, ni un corazón más feliz, ni unos hoyuelos más encantadores, ni una figura más hermosa, pisó con tanta gracia como María Lobbs, la hija del viejo guarnicionero, la tierra que embellecía con su presencia. Había un centelleo malicioso en sus brillantes ojos que habría conquistado corazones mucho menos enamoradizos que el de Nathaniel Pipkin; y su risa era tan alegre que hasta el peor misántropo habría sonreído al oírla. Ni siquiera el viejo Lobbs, en el paroxismo de su furia, podía resistirse a las carantoñas de su preciosa hija; y cuando ella y su prima Kate -una personita traviesa, descarada y cautivadora- querían conseguir algo del anciano, lo que, para ser sinceros, ocurría a menudo, no había nada que éste fuera capaz de negarles, incluso cuando le pedían una parte de los incontables e inagotables tesoros escondidos en la caja fuerte.

El corazón de Nathaniel Pipkin pareció brincarle dentro del pecho cuando, una tarde de verano, divisó a aquella atractiva pareja unos cientos de yardas por delante de él, en el mismo prado donde tantas veces había paseado hasta el anochecer, recordando la belleza de María Lobbs. Pero, a pesar de que, en esas ocasiones, había pensado frecuentemente con cuánta rapidez se acercaría a María Lobbs para declararle su pasión si la encontraba, ahora que inesperadamente la tenía delante, toda la sangre de su cuerpo afluyó a su rostro, en claro detrimento de sus piernas que, privadas de su dosis habitual, empezaron a temblar bajo su torso. Cuando las jóvenes se paraban a coger una flor del seto, o a escuchar un pájaro, Nathaniel Pipkin hacía también un alto, y fingía estar absorto en sus meditaciones, lo que sin duda era cierto; pues pensaba qué demonios iba a hacer cuando se dieran la vuelta, como ocurriría inevitablemente, y se encontraran frente a frente. Pero, a pesar de que temía acercarse a ellas, no podía soportar perderlas de vista; de modo que, cuando las dos jóvenes andaban más deprisa, él andaba más deprisa y, cuando se detenían, él se detenía; y habrían seguido así hasta que la noche se lo impidiera, si Kate no hubiera mirado maliciosamente hacia atrás y hubiese animado a avanzar a Nathaniel. Había algo irresistible en los modales de Kate, así que Nathaniel Pipkin accedió a su deseo; y después de mucho ruborizarse, mientras la pequeña y traviesa prima se desternillaba de risa, Nathaniel Pipkin se arrodilló en la hierba mojada y declaró su determinación de quedarse allí para siempre, a menos que le permitieran ponerse en pie como novio formal de María Lobbs. Al oír esto, la alegre risa de la señorita Lobbs resonó a través del aire sereno de la noche... aunque no pareció perturbarlo; su sonido era tan encantador... Y la pequeña y traviesa prima se rió más fuerte que antes, y Nathaniel Pipkin enrojeció como nunca lo había hecho. Finalmente, María Lobbs, ante la insistencia de su rendido admirador, volvió la cabeza y susurró a su prima que dijera -o, en cualquier caso, fue ésta quien lo dijo- que se sentía muy honrada con las palabras del señor Pipkin; que su mano y su corazón estaban a disposición de su padre; y que nadie podía ser insensible a los méritos del señor Pipkin. Como Kate declaró todo esto con enorme seriedad, y Nathaniel Pipkin acompañó a casa a María Lobbs, e incluso intentó despedirse de ella con un beso, el joven se fue feliz a la cama, y pasó la noche soñando con ablandar al viejo Lobbs, abrir la caja fuerte y casarse con María.

Al día siguiente, Nathaniel Pipkin vio cómo el viejo Lobbs se alejaba en su viejo pony gris y, después de que la pequeña y traviesa prima le hiciera innumerables señas desde la ventana, cuya finalidad y significado fue incapaz de comprender, el delgado aprendiz de piernas esqueléticas fue a decirle que su amo no regresaría en toda la noche y que las damas lo esperaban para tomar el té exactamente a las seis en punto.

Cómo transcurrieron las clases aquel día es algo de lo que ni Nathaniel Pipkin ni sus alumnos saben más que usted; pero lo cierto es que, de un modo u otro, éstas llegaron a su fin y, cuando los niños se marcharon, Nathaniel Pipkin se tomó hasta las seis en punto para vestirse a su gusto. No es que tardase mucho tiempo en elegir el atuendo que iba a llevar, ya que no había dónde escoger; pero, conseguir que éste luciera al máximo y darle los últimos toques era una tarea no exenta de dificultades ni de importancia.

Lo esperaba un pequeño grupo, formado por María Lobbs, su prima Kate y tres o cuatro muchachas, juguetonas y afables, de mejillas sonrosadas. Nathaniel Pipkin comprobó personalmente que los rumores que corrían sobre los tesoros del viejo Lobbs no eran exagerados. Había sobre la mesa una auténtica tetera de plata, una jarrita para la crema y un azucarero, y auténticas cucharitas de plata para remover el té, y auténticas tazas de porcelana para beberlo, y platos a juego para los pasteles y las tostadas. Lo único que le disgustaba era la presencia de otro primo de María Lobbs, un hermano de Kate, a quien María llamaba Henry, y que parecía acaparar la compañía de María Lobbs en uno de los extremos de la mesa. Resulta encantador que las familias se quieran, siempre que no lleven ese sentimiento demasiado lejos, y Nathaniel Pipkin no pudo sino pensar que María Lobbs debía de estar especialmente encariñada con sus parientes, si prestaba a los demás la misma atención que a aquel primo. Después de tomar el té, cuando la pequeña y traviesa prima propuso jugar a la gallina ciega, por un motivo u otro, Nathaniel Pipkin estuvo casi todo el tiempo con los ojos vendados; y siempre que cogía al primo sabía con seguridad que María Lobbs andaba cerca. Y, a pesar de que la pequeña y traviesa prima y las otras muchachas le pellizcaban, le tiraban del pelo, empujaban las sillas para que tropezara, y toda clase de cosas, María Lobbs jamás se acercó a él; y en una ocasión... en una ocasión... Nathaniel Pipkin habría jurado oír el sonido de un beso, seguido de una débil protesta de María Lobbs, y de unas risitas de sus amigas. Todo esto era extraño... muy extraño... y es difícil saber lo que Nathaniel Pipkin habría hecho si sus pensamientos no hubieran tomado bruscamente otra dirección.

Y las circunstancias que cambiaron el rumbo de sus pensamientos fueron unos fuertes aldabonazos en la puerta de entrada; y quien así llamaba era el viejo Lobbs, que había regresado inesperadamente y golpeaba la puerta con la misma insistencia que un fabricante de ataúdes, pues reclamaba su cena. En cuanto el delgado aprendiz de piernas esqueléticas les comunicó la alarmante noticia, las muchachas subieron corriendo al dormitorio de María Lobbs, y el primo y Nathaniel Pipkin fueron empujados dentro de dos armarios de la sala, a falta de otro escondite mejor; y, cuando María Lobbs y su pequeña y traviesa prima hubieron ocultado a los jóvenes y ordenado la estancia, abrieron al viejo Lobbs, que no había dejado de aporrear la puerta desde su llegada.

Lo que, desgraciadamente, sucedió entonces es que el viejo Lobbs, que estaba muerto de hambre, llegó con un humor espantoso. Nathaniel Pipkin podía oírlo gruñir como un viejo mastín con dolor de garganta; y, siempre que el infortunado aprendiz de piernas esqueléticas entraba en el cuarto, tenía la certeza de que el viejo Lobbs empezaría a maldecirlo del modo más sarracénico y feroz, aunque, al parecer, sin otra finalidad u objetivo que desahogar su furia con aquellos superfluos exabruptos. Finalmente le sirvieron la cena, que hubieron de calentar, y el viejo Lobbs se abalanzó sobre la comida; después de comérselo todo con rapidez, besó a su hija y le pidió su pipa.

La naturaleza había colocado las rodillas de Nathaniel Pipkin en una posición muy cercana, pero, cuando oyó que el viejo Lobbs pedía su pipa, éstas se juntaron con fuerza como si pretendieran reducirse mutuamente a polvo; pues, colgando de un par de ganchos, en el mismo armario donde se escondía, había una enorme pipa, de boquilla marrón y cazoleta de plata, que él mismo había contemplado en la boca del viejo Lobbs con regularidad, todas las tardes y todas las noches, durante los últimos cinco años. Las dos jóvenes buscaron la pipa en el piso de abajo, en el piso de arriba, y en todas partes excepto donde sabían que estaba, y el viejo Lobbs, mientras tanto, despotricaba del modo más increíble. Finalmente, recordó el armario y se dirigió a él. No sirvió de nada que un hombre diminuto como Nathaniel Pipkin tirara de la puerta hacia dentro mientras un tipo grande y fuerte como el viejo Lobbs tiraba hacia fuera. El viejo Lobbs abrió el armario de golpe, poniendo al descubierto a Nathaniel Pipkin que, muy erguido dentro del armario, temblaba atemorizado de la cabeza a los pies. ¡Santo Dios! Qué mirada tan terrible le lanzó el viejo Lobbs, mientras lo sacaba por el cuello y lo sujetaba a cierta distancia.

-Pero ¿qué demonios se le ha perdido aquí? -exclamó el viejo Lobbs, con voz estentórea.

Nathaniel Pipkin fue incapaz de contestar, de modo que el viejo Lobbs lo zarandeó hacia delante y hacia atrás durante dos o tres minutos, a fin de ayudarlo a aclarar sus ideas.

-¿Que qué se le ha perdido aquí? -bramó Lobbs-; supongo que ha venido detrás de mi hija, ¿no es así?

El viejo Lobbs lo dijo únicamente para burlarse de él; pues no creía que el atrevimiento de Nathaniel Pipkin pudiera llegar tan lejos. Cuán grande fue su indignación cuando el pobre hombre respondió:

-Sí, señor Lobbs, he venido detrás de su hija. Estoy enamorado de ella, señor Lobbs.

-¿Usted? ¡Un rufián apocado, enclenque y mal encarado! -dijo con voz entrecortada el viejo Lobbs, paralizado por la terrible confesión-. ¿Qué significan sus palabras? ¡Dígamelo en la cara! ¡Maldita sea, lo estrangularé!

Es muy probable que el viejo Lobbs hubiera ejecutado su amenaza, empujado por la ira, de no haberlo impedido una inesperada aparición: a saber, el primo de María que, abandonando su armario y corriendo hacia el viejo Lobbs, exclamó:

-No puedo permitir que esta persona inofensiva, que ha sido invitada aquí para el regocijo de unas niñas, asuma, de un modo tan generoso, la responsabilidad de una falta (si es que puede llamarse así) de la que soy el único culpable; y estoy dispuesto a reconocerlo. Quiero a su hija, señor; y he venido con el propósito de verla.

El viejo Lobbs abrió mucho los ojos al oír sus palabras, aunque no más que Nathaniel Pipkin.

-¿Ha venido usted? -dijo Lobbs, recuperando finalmente el habla.

-Sí, he venido.

-Hace mucho tiempo que le prohibí entrar en esta casa.

-Es cierto; de otro modo no habría venido a escondidas esta noche.

Lamento contar esto del viejo Lobbs, pero creo que habría pegado al primo si su hermosa hija, con los brillantes ojos anegados en lágrimas, no le hubiera agarrado el brazo.

-No lo detengas, María -exclamó el joven-; si quiere pegarme, déjalo. Yo no tocaría ni uno de sus cabellos grises por todo el oro del mundo.

El anciano bajó la mirada tras ese reproche, y sus ojos se encontraron con los de su hija. He insinuado ya en una o dos ocasiones que los tenía muy brillantes, y, aunque ahora estaban llenos de lágrimas, su influjo no era menor. Cuando el viejo Lobbs volvió la cabeza, para evitar que esos ojos lo convencieran, se topó con el rostro de la pequeña y traviesa prima que, medio asustada por su hermano y medio riéndose de Nathaniel Pipkin, mostraba la expresión más encantadora, y no exenta de malicia, que un hombre viejo o joven puede contemplar. Cogió zalamera el brazo del anciano y le susurró algo al oído; y, a pesar de sus esfuerzos, el viejo Lobbs no pudo evitar sonreír, al tiempo que una lágrima rodaba por sus mejillas. Cinco minutos más tarde, sus amigas bajaban del dormitorio entre remilgos y risitas sofocadas; y, mientras los jóvenes se divertían, el viejo Lobbs descolgó la pipa y se puso a fumar; y se dio la extraordinaria circunstancia de que aquella pipa de tabaco fue la más deliciosa y relajante que había fumado jamás.

Nathaniel Pipkin creyó preferible guardar silencio y, al hacerlo, consiguió ganarse poco a poco la estima del viejo Lobbs, que con el tiempo le enseñó a fumar; y, durante muchos años, los dos se sentaban en el jardín al atardecer, cuando el tiempo era bueno, y fumaban y bebían muy animados. No tardó en recuperarse de su desengaño, pues su nombre figura en el registro de la parroquia como testigo de la boda de María Lobbs y su primo; y, según consta en otros documentos, parece que la noche de la ceremonia la pasó entre rejas, por haber cometido toda clase de excesos en las calles en un estado de absoluta embriaguez, ayudado e instigado por el delgado aprendiz de piernas esqueléticas.

FIN

lunes, 6 de febrero de 2012

¿Y a éstos se les garantiza IMPUNIDAD?

Juan Francisco Alonso - EL UNIVERSAL - http://porlaconciencia.com/?p=2401 Para el magistrado de la Sala Constitucional el socialismo que promueve el Gobierno es compatible con la Constitución vigente . Pese a que la Constitución de 1999 establece que el Gobierno de Venezuela “es y será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables”, la actual administración puede continuar en su empeño por instalar un modelo político y económico socialista sin ningún problema, pues estas intenciones “no chocan” con los principios antes mencionados. La afirmación la hizo el magistrado de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo y director de la Escuela de la Magistratura, Arcadio Delgado Rosales, durante el discurso central que dio en el marco de la sesión de apertura de las actividades judiciales este martes. “El término socialista es un concepto histórico genérico que no solo alude al llamado socialismo real, cuyo rasgo distintivo es la propiedad y administración colectiva o estatal de los medios de producción, sino también a los modelos socialistas que, como el plasmado en la Carta de 1999, renuncian expresamente al monopolio de la propiedad pública exclusiva de los medios de producción, aunque no a su regulación y control, como sucede en el llamado ‘Estado del Bienestar’ europeo”, aseveró. Delgado agregó que “el Estado democrático y social de derecho y de justicia” y “la democracia participativa”, conceptos plasmados en el texto fundamental “son variantes de un modelo socialista”. No obstante, la Constitución reconoce los derechos de asociación con fines políticos, a la libertad de expresión, de religión y de competencia en el ámbito económico, proscritos en la mayoría de los regímenes socialistas y cuestionados por los teóricos de este modelo como el ruso Vladimir Lenin.


Por el estado total

En su discurso Delgado también defendió las tesis del jurista alemán Carl Schmitt quien defendió la teoría del “Estado total”, en el cual no haya diferencias entre la sociedad civil y militar y la sociedad civil y política; y en la que se asegura que en política no hay rivales, sino enemigos a los que se les puede eliminar.

A Schmitt se le ha incluido dentro de los llamados juristas del horror, grupo de jueces y abogados alemanes que dieron sustento al régimen nazi e hicieron legales las torturas, detenciones y asesinatos en masas que él impulsó.

Schmitt mismo se unió al Partido Nazi en 1933 y contribuyó a la caída de la República de Weimar, experimento democrático surgido en Alemania tras su derrota en la Primera Guerra Mundial.


Magistrado Arcadio Delgado Rosales:
Reflexiones sobre el Estado político y el Estado social
(…)
Es la primera vez en la historia del la dictadura que se está fabricando en Venezuela que un personero del chavismo como lo es el magistrado ARCADIO DELGADO ROSALES( hijo del ex magistrado y profesor DELGADO OCANTO, conocido juez del TSJ chavista que abdicó su trono en el tribunal en su hijo) admite la influencia de un jurista alemán nazi en el chavismo y en la juridicidad que se debe originar a partir de él. Schmitt basa su doctrina jurídica acerca del Estado, habiendo sido señalado, como uno de los elementos ideológicos sobre los que se fundó el nacionalsocialismo, al que se adhirió en 1933. Dirigió una crítica constante hacia las instituciones y los principios democráticos durante la República de Weimar, cuya estabilidad contribuyó a socavar. Según su teoría, el poder real se descubre en la situación de excepción, según quién conserve la capacidad de decisión, y no de acuerdo con la atribución constitucional de poderes.También criticó el individualismo subyacente a la democracia, al considerar que el pueblo era propiamente masa, que adquiría una identidad por adhesión a un líder carismático, y por enfrentamiento al «enemigo», categoría fundamental en la constitución de un pueblo y que se establecía por decisión arbitraria del líder.
(…)
Durante su discurso como orador de orden en el acto de Apertura Judicial 2012, el magistrado de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y director de la Escuela Nacional de la Magistratura, Arcadio Delgado Rosales, “basó sus profundas reflexiones sobre el Estado” como sistema político y el Estado social, al tiempo que advirtió que el contenido de su discurso expresa “mi cosmovisión del mundo y de la vida, estrictamente personal, y no involucra en consecuencia la opinión de mi Sala”, advertencia que realizó en virtud de los conceptos y conclusiones polémicos que expuso a lo largo de la intervención.Para el Magistrado Arcadio Delgado Rosales la definición clásica de Estado de Carré de Malberg, es de carácter estrictamente jurídico y es clave ejemplo de una perspectiva amplia de Estado, constituido por tres elementos o condiciones existenciales: la población (dato demográfico o sociedad), el territorio y el poder (Estado en sentido estricto: gobierno, aparatos y ramas de poder). Ciertamente, una teoría meramente jurídica “es insuficiente para el análisis del Estado como forma de organización social, pero la doctrina jurídica nos ofrece un marco para el análisis no sólo del Estado como órgano de producción normativa, sino de esa totalidad o unidad política”, explicó.El Magistrado explicó que la sociedad como condición existencial del Estado es una sola y la insistencia en pretender excluir o distinguir de la globalidad a “ciudadanos” integrantes de la “sociedad civil” es una construcción ideológica liberal, en la cual hay “reminiscencias censitarias, de desprecio a las clases populares y de odio al Estado como unidad política que, como veremos más adelante, es concebido como una amenaza latente contra la concepción individualista”, señaló.En ese sentido, rechazó la escisión de la totalidad social (sociedad civil/sociedad militar; sociedad civil/sociedad política) y, en consecuencia, la pretendida división entre actores e interacciones sociales al interior del sistema político y los actores e interacciones al “exterior” del mismo. “Todos los ciudadanos y demás integrantes del cuerpo social están dentro del Estado y, como tales, son actores sociales y, potencialmente, políticos”, agregó.Otro de los datos que identifica al Estado, a juicio del orador de orden, es el poder, que determina la necesidad del análisis de las confrontaciones que históricamente se han dado en su seno para construir (o destruir) la hegemonía y definir el modelo de orden político. Por ello, insistió el orador que “no puede pretenderse despojar al Estado de su significación política para abordarlo solo desde la perspectiva jurídica. Como expone el gran jurista alemán Carl, no podemos limitar la Constitución en términos kelsenianos, al Estado entendido como unidad de normas jurídicas, y a la Constitución como norma de normas”, dijo.Explicó que hay que distinguir entre el ordenamiento jurídico y la existencia real del Estado, este último entendido como la unidad política de un pueblo. Así, la Constitución en sentido positivo es la decisión del conjunto del pueblo sobre el modo y la forma de la unidad política. La decisión política es pues, según Schmitt, el fundamento de la Constitución y del Estado.También mencionó que al menos en el campo del derecho público y, en particular del derecho constitucional, es imposible abordar los temas fundamentales con métodos típicamente técnicos como el exegético, el dogmático, el sistemático o analítico, etc. “El ingrediente político está imbricado en el campo constitucional y ya, desde 1865, Gerber planteaba que la doctrina del Estado no podía enfocarse ética o socialmente, sino conforme a una sistematización política”.

De lo anterior el Magistrado enfatizó, “nuestra coincidencia con Schmitt en la crítica al nominalismo estéril kelseniano que, en el afán de crear una ciencia jurídica pura, se desentiende de la realidad y de todo dato de la experiencia, para resolver, como teoría pura, la unidad del Estado en un curioso sistema de concepciones y posibilidades lógicas. En definitiva, el Estado no se identifica con el Derecho, el Estado no se agota con el Derecho”.

Siguiendo con sus reflexiones el magistrado Arcadio Delgado Rosales explicó, desde la óptica de Carl Schmitt, que el concepto de Estado presupone el de político y debe ser definido como el estatus político de un pueblo organizado. Además señaló que el concepto schmittiana ofrece un claro panorama de la naturaleza de la lucha que se libra al interior del sistema político en aras de imponer la hegemonía. “Ahora bien, la forma y características del Estado van a depender sin duda del desenlace de esas luchas para construir el orden político”, argumentó.

En cuanto a las modalidades de construcción del Estado-sistema político, el orden político puede ser estructurado en función del individuo o con base en la sociedad. “O lo que es lo mismo, podemos construir el Estado a partir de una concepción individualista que va a defender el modelo de democracia liberal; o se asume una perspectiva social que conduce a la construcción de una democracia participativa”, refirió el Magistrado.

Entre otras reflexiones también señaló que el Estado liberal burgués se centra en la defensa de los derechos del individuo. Tiene como modelo la democracia representativa y el capitalismo como sistema económico. Las Constituciones liberales nacidas de las revoluciones burguesas en el siglo XIX fueron introducidas en el marco de un proceso de limitación y fragmentación del poder absoluto de las monarquías europeas, “en nuestro caso el Estado absolutista español en el marco de la lucha por la Independencia. Es por ello que todavía hoy el concepto de Constitución se ha considerado coincidente con el de poder político repartido entre varios órganos, de modo que se reconozca a los ciudadanos concebidos como individuos, además de una serie de derechos fundamentales, garantías contra los eventuales excesos de los titulares de dichos órganos del poder político”, detalló.

Por otra parte, el Magistrado calificó de muy importante es asimismo, en apoyo de la definitiva cancelación de la dicotomía normas programáticas/normas operativas, el privilegio que la Sala Constitucional ha otorgado a los derechos sociales en relación a las libertades individuales.

“Como ya hemos advertido, cuando se realizaba a nivel jurisprudencial y doctrinario la aludida distinción, se hacía con el propósito ideológico y político de proclamar derechos sociales o colectivos, pero sin darles operatividad, la cual sujetaban a la eventual labor legislativa. Cuando el TSJ ratifica la caducidad de esta distinción, que por otra parte ya era asomada bajo la Carta de 1961 (vid. Sentencia 51/2000) y precisa que, en caso de contradicción entre intereses particulares y colectivos deben prevalecer estos últimos, se ratifica el definitivo salto cualitativo en la parte dogmática de la Constitución”, mencionó.

En efecto, el fallo N° 1265/2008 (ratificado en sentencias posteriores), estableció que en caso de contradicciones o antinomias “deben prevalecer las normas que privilegien el interés general y el bien común, debiendo aplicarse las disposiciones que privilegien los intereses colectivos (…) sobre los intereses particulares…”.

“De esta manera, hemos querido exponer nuestras reflexiones sobre el Estado Social de derecho y de justicia, el salto cualitativo de la Carta de 1999 en el decurso histórico-constitucional de Venezuela y el aporte del Tribunal Supremo de Justicia, mediante su labor jurisprudencial, al cambio de paradigma para la construcción de un nuevo orden político y social”, finalizó el Magistrado.

EL PERRY

Noticiero Digital

CARL SCHMITT

(Plettenburg, Alemania, 1888-id., 1985) Jurista alemán. Profesor en la Universidad de Berlín desde 1934, su doctrina jurídica acerca del Estado se ha señalado como uno de los elementos ideológicos sobre los que se fundó el nacionalsocialismo, al que se adhirió en 1933. Dirigió una crítica constante hacia las instituciones y los principios democráticos durante la República de Weimar, cuya estabilidad contribuyó a socavar. Según su teoría, el poder real se descubre en la situación de excepción, según quién conserve la capacidad de decisión, y no de acuerdo con la atribución constitucional de poderes. También criticó el individualismo subyacente a la democracia, al considerar que el pueblo era propiamente masa, que adquiría una identidad por adhesión a un líder carismático, y por enfrentamiento al «enemigo», categoría fundamental en la constitución de un pueblo y que se establecía por decisión arbitraria del líder. Entre las obras en que desarrolló su doctrina, destacan La dictadura (1921), Teología política (2 vol. 1922, 1970) y Estado, movimiento, pueblo (1933).

domingo, 5 de febrero de 2012

A TODOS los Ciudadanos Venezolanos


Magda Mascioli G. - A todos los Ciudadanos Venezolanos de a pie, nacidos y adoptados, con franelas de todos los colores, incluyendo rojas, que sabemos a ciencia cierta la situación gravísima por la que atraviesa nuestro país, porque lo vivimos en carne propia día a día;

Ciudadanos que nos asqueamos cuando de ambos extremos se nos presentan con discursos demagogos subestimando y ofendiendo nuestra inteligencia;

Ciudadanos que ante la hipocresía politiquera de individuos interesados solamente en sus negocios, acuerdos, alianzas (que no unidad) que tienen como única finalidad lograr concretar intereses individuales, grupales o empresariales puntuales, quedamos estupefactos ante el cinismo con el que se nos miente;

Ciudadanos que a sabiendas de las mentiras que muchos de quienes se presentaban a diario pidiendo votos para hacer una supuesta oposición en la Asamblea Nacional, DE TODOS MODOS, en septiembre nos presentamos TERCAMENTE a cumplir para PONER (porque NI el psuv NI la mud nos permitieron ELEGIR) a diputados impuestos en su mayoría, quienes a la postre NOS HAN DEMOSTRADO que no era cierto lo de la supuesta oposición, sino que lo que querían era un escalón para hacerse de candidaturas para las que no están preparados;

Ciudadanos que en esa oportunidad, al igual que en las anteriores, dejamos un mensaje claro y preciso que TAMPOCO esta vez fue escuchado por la camada politiquera de este país, ni por los de antes, ni por los de ahora;

Ciudadanos que NO por pacientes, nobles y confiados, somos imbéciles;

Ciudadanos que día a día somos victimas no solo de la delincuencia armada, sino de la delincuencia que nos subestima y nos agrede pisoteando inmisericordemente el poco amor propio que nos queda luego que les hemos permitido arrebatarnos hasta nuestra identidad;

Ciudadanos que nos sabemos ya SIN ÁPICE DE PACIENCIA, que nos sabemos hundidos en la más indescriptible indignación, preocupados, mortificados, en medio de dos lodazales igual de putrefactos;

Ciudadanos HARTOS de tantos atropellos de lado y lado, de tantas burlas, de tantas mentiras, pero que sin embargo seguimos AFERRADOS a nuestro corazón, a nuestra dignidad, a nuestra idiosincracia siempre paciente, siempre conciliadora, razón por la que NUNCA nos han respetado... les pido:

NO OIGA...

¡ESCUCHE!

¡ESCUCHE CON EL CEREBRO!

¡ESCUCHE CON EL CORAZÒN!

¡ANALICE!

¡RAZONE!

¡PREGÚNTESE SI LO QUE ESTÁ ESCUCHANDO ES CIERTO O NO!

¡EVALÚE!

¡HAGA VALER SU INTELIGENCIA!

Y DESPUES...

¡DECIDA EN CONSECUENCIA!
¡NO SE DEJE MANIPULAR DE NUEVO!
¡VOTE A CONCIENCIA!

http://recorta.com/1657f1