miércoles, 9 de julio de 2008
Los jalabolivarianos
Por: Omar Estacio - "Jalar" es un trabajo mal remunerado y peor comprendido. Usted o yo, por ejemplo, nos ponemos a ejercer este viejo oficio sin admitir que somos unos amateurs y terminamos por provocar un efecto contrario al buscado. Tomemos un ejemplo arrancado de la vida misma. En una de sus continúas idas y venidas Maracay-Caracas- Maracay, Juan Vicente Gómez ordenó detener la comitiva. - Tarazona, "ordénale al chofer" que pare porque tengo una "necesaria". Gómez tenía dificultades para la micción. Luego de internarse en un matorral, transcurrieron varios minutos angustiosos para sus acompañantes, hasta que ¡por fin! se escuchó un chorro que se estrellaba contra la maleza. Fue entonces cuando un tal Uribe, para su caída en desgracia, porque el Benemérito lo tomó a burla, tuvo la ocurrencia de formular el siguiente comentario de pésimo gusto: - ¡Qué petróleo ni qué petróleo, ese es el verdadero chorro que salvará Venezuela! Dicen que, todavía, el espíritu en pena del desafortunado, merodea por predios donde estuvo "La Rotunda". Chupar medias, guindarse, jalar mecate, columpiarse en la entrepierna viril o ser un jalabolivariano, son apenas unas pocas de las numerosísimas expresiones que describen este codiciado oficio. Es que es sabido que la existencia de sinónimos es directamente proporcional a la proliferación de un hábito, en una sociedad determinada. Sin embargo el asunto también tiene sus matices. Una cosa es mecerle la hamaca al jefe tirando de una cabuya y conjugar literalmente el "jalar mecate" y otra columpiarse a dedo pelado o recurriendo a los dientes, lo cual puede resultar poco placentero para el potencial adulado porque más de uno ha padecido de orquitis y al final ¿qué es lo que quiere usted? la concesión de unos dólares en Cadivi o la megacomisión por la compra de los aviones Sukhoi o el bobalicón y hasta desabrido otorgamiento, a dedo, sin licitación, de un contrato de suministro en algunas de las llamadas misiones. En el socialismo del siglo XXI, ha cobrado auge adular, por la vía de las imitaciones. Hablar, gritar, payasear, amenazar, denunciar complots, apalear estudiantes, como El jefe. Sin embargo, ser más papista que el Papa también requiere de la dosis precisa. Es como curarse con goticas de curare. Pecar por defecto no sana, y un miligramo de más fulmina de manera instantánea. Son las 4:00 pm del miércoles pasado. Luego de pensar lo que le sonará más grato a los oídos de Miraflores, Agapito Mondragón, escribidor, supuesto intelectual bolivariano y beneficiario de las sinecuras gobierneras. Aparece como entrevistado en un programa por VTV a dar su versión sobre la liberación de Ingrid Betancourt. - ¡Venezolanas, venezolanos! Luego de consultar "El Oráculo" (de El Guerrero, no el de Grecia); de interpretar los sucesivos tics nerviosos del cachete izquierdo de nuestro máximo jefe; he llegado a la siguiente conclusión: el de Ingrid fue un autosecuestro, en complicidad con Baby Bush, Uribe, el cardenal Velasco (Q.E.P.D.), monseñor Castillo Lara (Q.E.P.D.), también con la asesoría del testigo estrella, Giovanni Vázquez ¿Van a creerse ese cuento chino o colombiano que Ingrid estaba prisionera por órdenes de "Tirofijo"? ¿No se dieron cuenta de lo rozagante, lo lúcida, lo buenota que está, después de seis años de supuesto cautiverio? ¡Esa mujé no etaba secuetrada na' sino que durante to' ete tiempo, lo etaba pasando goldo en Saint Germain de Prés, allá en los París! Imitar de manera servil, como un mandril -sin alusiones personales- los ademanes del jefe máximo entraña sus riesgos. Uno de ellos es quedar como un asomado. - ¡Caramba, ese tal Agapito, no se da cuenta que como vienen las elecciones anda en la nota de conciliador, con Uribe y hasta con Bush! Fue cuando Chávez, anunció que el próximo fin de semana iba a recibir a su colega colombiano como un hermano y los Agapito Mondragón quedaron ahí, como lo que son en realidad, unos condones usados.
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