Sistemáticas violaciones a los derechos humanos en Venezuela

Por: Williams Cárdenas Rubio Vargas - El régimen represivo que gobierna Venezuela, con un fuerte componente militar, no cesa en sus reiteradas y continuas violaciones a los derechos humanos de la población venezolana. En este caso la víctima, como viene siendo frecuente en tiempos recientes, es un estudiante, Luis Eduardo Ramírez Bello, cursante del 2º semestre de Ingeniería Mecánica de la Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET), en san Cristóbal, ciudad situada al occidente del país, quien resultó muerto por un disparo en la cabeza, que le causó pérdida de la masa encefálica. El hecho ocurrió durante una manifestación que realizaban los estudiantes de la UNET, el martes 8 de Diciembre, para protestar contra los continuos cortes de luz y agua que viene sufriendo la población de San Cristóbal, cuando un grupo de encapuzados pertenecientes a las bandas amadas del chavismo, arremetió disparando armas de fuego contra la manifestación. Es necesario precisar que estas bandas armadas conforman los grupos de choque que utiliza el golpista Hugo Chávez para reprimir a la oposición política. Están organizados desde las más altas esferas gubernamentales, que los financian y pertrechan de armas automáticas, y ante la mirada cómplice de la Policía y la Guardia nacional, actúan impunemente, causando el terror y la muerte entre ciudadanos que simplemente ejercen el derecho constitucional de manifestarse. A raíz de la muerte de Ramírez Bello, las protestas estudiantiles se han extendido a la vecina ciudad de Mérida, donde igualmente se han producido fuertes disturbios con saldo de varios heridos de bala entre los manifestantes, quema de contenedores de basura y el asalto a la sede de la delegación de la empresa de electricidad, cuyas deficiencias mantienen a la ciudad a oscuras, sin servicio eléctrico. La situación de tensión en Mérida se ha prolongado por la brutal agresión de los cuerpos policiales contra los manifestantes, a los cuales disparan con perdigones y gases lacrimógenos, llegando a producirse excesos, pues estas bombas han sido lanzadas contra edificios residenciales causando conatos de incendio. También en la sede de la Universidad de los Andes (ULA) se han constatado agresiones contra la comunidad estudiantil, en la que actúan conjuntamente las bandas armadas chapistas y los cuerpos policiales, que llegaron a destrozar las cercas del perímetro de la universidad para introducirse en ella en persecución de los estudiantes. (Ver foto). Pero estos no son los únicos hechos que reportan la gravedad de la situación en la que se encuentra la población venezolana. Para dar una idea, tenemos que referir que desde el 1º de diciembre de este año 2009, han muerto tres estudiantes universitarios que fueron atracados para ser despojados de sus vehículos, en hechos que se atribuyen a la delincuencia común, pero que obviamente tienen que ver con el discurso violento de revanchismo social estimulado desde la Presidencia de la República. Todo este panorama responde al clima de beligerancia social, cuyo balance al término del presente año nos deja unos números rojos que superan a los de países en guerra: 18.500 homicidios, según cifras oficiales, muchos de ellos cometidos por los cuerpos de seguridad, policiales, para policiales, o bandas armadas del chavismo. Es el resultado de una política de terrorismo de estado dirigida a mantener a la población aterrorizada, a la oposición perseguida y/o encarcelada, y a los medios de comunicación silenciados, a fin de imponer por la vía de la coacción “legítima” del estado, un comunismo a la cubana. Desde el comienzo de su gestión Hugo Chávez recurrió a la distribución entre sus partidarios, de armas (pistolas 9.mm Glok compradas en Europa), que han sido utilizadas en numerosos ataques contra la disidencia política del régimen. Son muchos los muertos y los heridos causados por estos grupos. Ahora le toca el turno a los estudiantes, el objetivo mas reciente de las miras de los “revolucionarios”. La situación para la población es realmente insostenible, pues además de la carestía de alimentos y productos de primero necesidad, de la inseguridad ciudadana, del deterioro de todo tipo de servicios e infraestructuras, de la corrupción imparable, de la persecución y la cárcel al opositor, se suman los ahora continuos y prolongados cortes de los servicios de luz y agua. Si a ello añadimos que Venezuela tiene la tasa de inflación mas alta del continente, que supera casi el 30% y que de acuerdo a los recientes informes de los organismos financieros internacionales, PDVSA, la empresa petrolera estatal, y por ende Venezuela, están al borde de la quiebra, podemos comprender que el país sudamericano es un auténtico barril de pólvora. Chávez trata de distraer la atención creando enemigos externos, el “imperio”, las bases en Colombia, etc., pero lo cierto es que solo se mantiene al frente del país por haber impuesto este régimen de terror y haber logrado cerrar la salida electoral a través del control fraudulento de los procesos electorales. La salida democrática para los venezolanos es bastante complicada, por no decir imposible, pero el deterioro del régimen también es acelerado. Entre tanto, Chávez huye hacia delante, acentúa sus relaciones con las guerrillas terroristas de las FARC, ELN, Hamas, y algunas más; estrecha los vínculos con Irán, que incluyen intercambio de uranio por asistencia en un programa de desarrollo energético en esta delicada materia; continúa manteniendo a la Cuba de Fidel; se aproxima cada vez mas a Siria, Libia y Corea del Norte, mientras compra armas a Rusia y China, que no sabe si va a poder pagar, pero que difícilmente podrá utilizar. Por otra parte, cada día son mas frecuentes las capturas de cargamentos de drogas en Europa y los EE.UU, que han salido desde Venezuela, convertida en el puente predilecto de los carteles de la droga sudamericana, probablemente por la protección y garantías que a sus actividades proporciona el gobierno chavista. Obviamente la fuente de ingresos del régimen puede que dependa mas del lavado de los recursos provenientes del narcotráfico, que de la quebrada PDVSA.