EL CARABOBEÑO - Por: Ricardo Rivero Sira - Presidente Cámara de Comercio Valencia - La Alcaldía de Valencia está en manos del socialismo marxista gracias a la acción irresponsable de Enrique Salas R, Francisco Cabrera S. y Enrique Fernando Salas F. quienes, en su interés manifiesto por coartar la legítima aspiración de Miguel Cocchiola de ser alcalde, no les importó que Valencia y los valencianos, quienes con generosidad les han colmado de oportunidades para desarrollar su trabajo político, estemos ahora bajo las órdenes directas del jefe de la "revolución", personaje que no ha tenido empacho alguno, cada vez que se aparece por estos lares, en ofender y maltratar a los ciudadanos de esta Ciudad. Si el fin de la política es "la solución de los problemas sociales y la construcción de una sociedad a la medida de la dignidad humana", ¿Cómo es posible que esta actividad, noble por su origen, esté ahora convertida en un medio para el toma y dame, la mentira, el engaño, la argucia, el insulto, la hipocresía, la falta de respeto, la mezquindad, la corrupción, la bajeza intelectual, el comportamiento inmoral, el rastacuerísmo -para usar una palabra de Rómulo Betancourt-? Los políticos faltos de ética, faltos de valores y faltos de virtudes, introdujeron en su práctica diaria esa conseja de "en política se vale todo", y aquella otra "la p olítica da para todo", y ahora sufrimos las consecuencias. La ética, señores políticos, por definición busca el bien. Y el bien se logra cuando se conoce y se respeta la verdad. El futuro político de Miguel Cocchiola es asunto suyo, pero el de Valencia y el de los valencianos sí me interesa, porque: aquí vivo, aquí trabajo, aquí están mi esposa y mis hijas, aquí está mi nieto, aquí están mis amigos. Los que han podido ser entonces cuatro años de paz social y de progreso, serán cuatro años perdidos, condenados a la pobreza y al atraso, porque nada más podemos esperar de esta ideología. Apoyé el criterio: voté por quienes las encuestas señalaban estar de primero, por eso, como ciudadano que quiere saber la verdad, y en aras del bien común al cual moralmente están obligados, uno mi voz para exigirles se disculpen y, con generosidad, pongan a la orden las actas. Pero no hay mal que por bien no venga. Si la vemos con sentido de trascendencia, podemos, y debemos, c onvertir esta desgraciada situación en la gran oportunidad para fortalecernos como opinión pública, ejerciendo la contraloría social vigilando al servidor público; alcalde o gobernador, pues es allí donde está nuestra verdadera fuerza como tal, y así, el político no tendrá más remedio que obrar siempre buscando el bienestar para todos. ¡Esta es nuestra hora! Son momentos trascendentales para Valencia y ella espera por la acción de sus hijos. Sería una barbaridad hipotecarnos por una mala interpretación de lo que son el interés personal, el negocio futuro o la amistad. Por último, tengan en cuenta que: Quien por sus acciones busca perjudicar a otro, a quien en primer lugar daña es a su propia persona.
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