lunes, 30 de junio de 2008
Lo que no permiten ver
Por: Alberto Mansueti - Frederic Bastiat (1801-1850) fue un escritor francés, propagandista y político liberal. Luchó contra los socialistas y comunistas por un lado, y por otro contra los conservadores proteccionistas. Escribió artículos y ensayos muy claros y lógicos, salpicados de fina y cómica ironía.Pero además de eso, hizo lo que todo liberal debería hacer y muchos se niegan: campaña política para la Asamblea Nacional. Fue elegido en el año de la revolución de 1848, sólo dos antes de su muerte por tuberculosis, que le fue contagiada en sus numerosos viajes por toda Francia enseñando las ideas liberales. Es famosa su “Petición de los fabricantes de velas a la Cámara de Diputados”, incluida en sus Sofismas Económicos (1845):“Sufrimos la intolerable competencia de un rival extranjero, al parecer en condiciones tan superiores a las nuestras en la producción de luz que inunda nuestro mercado nacional a un precio fabulosamente reducido (…) Demandamos de Ustedes que tengan a bien hacer una ley que ordene el cierre inmediato de todas las ventanas, tragaluces, pantallas, contraventanas, postigos, cortinas, cuarterones, claraboyas, persianas; en una palabra, de todas las aberturas, huecos, hendiduras y fisuras por las que la luz del sol tiene la mala costumbre de penetrar en las casas, en perjuicio de las bellas industrias con las que dotamos al país, pues sería ingratitud abandonarnos en lucha tan desigual.”Más famoso es su último escrito, titulado “Lo que se ve y lo que no se ve”, que comienza con la falacia del cristal roto. Un niño juega a la pelota y rompe el vidrio de una tienda. Mucha gente cree que eso es bueno para la economía, pues el tendero dará empleo al cristalero; y eso es lo que se ve. Pero no se ve que de no haberse roto el cristal, el tendero hubiese gastado ese mismo dinero en ropa o zapatos, y el sastre o el zapatero habrían tenido empleo; produciendo cosas nuevas en lugar de reponer lo que ya había.Así ocurre con el proteccionismo económico y demás privilegios otorgados a los empresarios mercantilistas, para evitarles el inconveniente de tener que someterse a la ley de la libre competencia. “Lo que se ve” es el beneficio tangible de esas medidas para sus beneficiarios directos: es su efecto inmediato y de corto plazo. “Lo que no se ve” son los perjuicios que causan esas políticas al resto de la sociedad: 1) a los consumidores y usuarios del lado de la demanda, privados de artículos y servicios que podrían ser creados en un ambiente de competencia abierta; 2) y del lado de la oferta, a los trabajadores, empleados y ahorristas, cuyos recursos productivos podrían haberse empleado. Son los efectos mediatos, a mediano y largo plazo.Igual es con los impuestos. Se ve el gasto “público”; pero no se ven todas las empresas y empleos privados adicionales que se harían reduciendo el gasto estatal y los impuestos. Y acabando con la inflación, que aunque la gente cree que se debe a “la especulación” de los empresarios, es en realidad un impuesto disfrazado y encubierto, generado por la expansión artificial que hace el Banco Central de la masa monetaria, y los bancos del crédito. La inflación es ganancia para sus beneficiarios: los allegados a la maquinaria del Estado y sus socios. Pero es pérdida para sus víctimas: todos los demás, a quienes nuestro poder de compra se nos reduce. Sin embargo esto no se ve.¿No se ve? No permiten ver, porque el pensamiento liberal es en todas partes reprimido, y se le impide expresarse. Cuando una creencia errónea tiene unos beneficiarios muy concretos, éstos amordazan la verdad, para impedir que se conozca. Y ya no es por error, sino por conveniencia propia y falta de ética. “Detienen con injusticia la verdad”, en palabras más breves, no de Bastiat sino de San Pablo en su carta a los cristianos de Roma (Romanos 1:18).
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