La pregunta de la dama fue tan precisa como inesperada:
Dígame Profesor, en su condición de historiador ¿usted cree que este hombre es o no colombiano?
Dígame Profesor, en su condición de historiador ¿usted cree que este hombre es o no colombiano?
Mire, ese no es el problema. Lo
fundamental es que aquí no hay una política para sacarlo sino para convalidarlo y en este sentido, cuando el 15A se cantó el robo de
los resultados, se apeló a las instancias establecidas actuando totalmente
apegado al derecho que estaban cuestionando, y de este modo, se acepta que el propio acto
electoral se hizo en el marco legal y que, en consecuencia, cualquier error o
falla es subsanable utilizando los mecanismos objetados.
Esto quiere decir que la
MUD y el excandidato Capriles se entrampan por cuenta propia. Apelan a un
CNE para pedirle una auditoria que saben no les será concedida en la forma como
la solicitan y cuando el organismo procede a realizarla bajo sus condiciones, los
demandantes sólo pueden manifestar su disconformidad y aceptar lo establecido
por el organismo reconocido y convalidado por la propia solicitud opositora.
Esto mismo ocurre con la o las impugnaciones de los
resultados electorales del trajinado 14A ante el TSJ, que hasta la fecha no han
sido respondidas. Cuando se vencía el plazo para que la Sala Electoral dictaminara si se
aceptaba o no el/los recursos interpuestos,
la
Sala Constitucional sin mayores explicaciones, le ordenó remitir el caso
a su seno.
En ese momento quedó más en evidencia lo que viene.
Si ya se atrevieron el 09D-12 a dictar el fallo según el
cual el presidente electo no necesitaba ser juramentado porque prevalecía la
necesidad de la “continuidad administrativa” ¿Qué no harán ahora para acabar con la prédica
de la “ilegitimidad”? A nadie debe extrañar entonces que en cualquier momento
se publique el dictamen según el cual las apelaciones son inadmisibles.
Ya el régimen sabe que las oposiciones MUD-Capriles
no están ganadas para otro tipo de protesta que no sea la institucional. Eso los
obliga a defenderse en los organismos internacionales que dictaminan en el
largo plazo y cuyas decisiones por lo general no son vinculantes por cuanto sería
desconocer un estado de derecho y unas instituciones ya avaladas y convalidadas
por los propios demandantes.
En este sentido, nadie puede creer a esta hora que
Nicolás Maduro sea sacado del mando-poder por el TSJ, la
OEA o la
ONU. A eso no le otorga validez ni
la propia MUD-HCR que no solo convocó, sino que ya se sienten ganadores en las
elecciones del 08D.
Es tal el nivel de seguridad en la victoria que el excandidato denunció el 16/07 que el
régimen postergará esas elecciones para el próximo año tratar para superar un
cuadro electoral que ni siquiera cuenta con candidatos.
Para este momento, si se tiene claro lo que será el dictamen
del TSJ y se ve al demandante reconociendo al CNE, se decide acudir a otra
forma de impugnación. Y ya es mucha la gente que en medio de una explicable
desesperación, ha comenzado esa búsqueda.
El Referendo Revocatorio Presidencial sería a mitad de
mandato. Por ello hoy lo más inmediato es apelar al incumplimiento del requisito
de ser venezolano por nacimiento para ejercer el cargo y, según la prédica, Nicolás Maduro (NM) no lo
es.
Hasta ahora, sin prueba documental, toda la alharaca
parece obra de la desesperación, la impaciencia y la impotencia de muchos. Ante
la falta de una política convincente, la gente “de a pie” se inclina a aceptar
salidas que aún sin mayores esperanzas sirven para drenar la angustia.
A este nivel ha llegado el estado de una política que
no exhibe posiciones doctrinarias en lo ideológico y político. Difícil saber
hoy cómo actuaría la MUD ante una eventual
conducción de la sociedad venezolana. Su única carta de presentación es la
dirección de un frente democrático.
¿Democracia similar a la que prevalece en la Venezuela 1958-1998? ¿Mantenimiento del modelo gastado,
fracasado, corrupto, de violencia e injusticia?
Y si no es así, ¿cuáles son los reparos que ha hecho la
MUD a esos 40 años de gobierno que dieron
entrada a este tiempo de mayores padecimientos y penurias?
En sentido estricto, el régimen actual es la
continuación del desastre bipartidista de la llamada cuarta república, con la
diferencia de que a la cobertura ‘democrática’ se le añade ahora la de un supuesto
socialismo del siglo XXI.
Esto quiere decir
que en lo ideológico, político y programático este expaís sigue a nivel
de 1958, por no decir 1936, o tiempos anteriores. El liberal-positivismo
mantiene hoy y aquí su imperio.
¿Hasta cuándo se mantendrá la figura del
líder-caudillo tradicional?
¿Quién puede sostener que la Venezuela actual se puede regir por los lineamientos de dos
llamados líderes que se abrogan la dirección de esta sociedad?
¿De dónde sacan
que aquí aplica una polarización reducida a dos proyectos de país?
Hasta la fecha, se reducen a uno, porque no es
posible marcar una verdadera ruptura entre ambos. A una vacía democracia sigue
un vacío socialismo.
Estamos ante una actividad política tan
desjerarquizada, continuista y mecánica que prevalece una mutua legalización y
convalidación como la que actúa a
propósito de los resultados del 14A. Y
en este escenario se apela hoy a lo más pedestre: a la supuesta nacionalidad
colombiana de NM.
Estas formas de distracción llevan a consignas como la de “¡Fuera
Colombiche!”. La continuidad de la vieja
política de la conchupancia puntofijista que a la vez es la prolongación de
200 años de la misma politiquería y los
mismos beneficiarios.
Se olvida que hay una inmensa y mayoritaria Venezuela
que aspira adelantar la auténtica
reconstrucción de esta sociedad en términos de constituyente originaria.
Se impone alcanzar una realidad en la cual prevalezca,
al fin, el aporte, posición y decisión del colectivo social y no la voluntad de
quienes, por lo menos desde 1810-11 han dictaminado, vigilado y defendido los
infames poderes de las polarizaciones, complicidades y falsas y engañosas
luchas.
Hasta ahora lo que se conoce como independencia sólo ha servido para beneficiar
los independientes, con y sin cédula de identidad venezolana. ¡Qué historia
amigos!
El Universal, 19 de julio del 2013.
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