Un guerrero de la luz nunca tiene prisa. El tiempo trabaja a su favor; él aprende a dominar la impaciencia y evita gestos impensados. Caminando despacio, nota la firmeza de sus pasos. Sabe que participa de un momento decisivo en la historia de la humanidad, y necesita cambiarse a sí mismo antes de transformar al mundo. Por eso recuerda las palabras de Lanza del Vasto: "Una revolución necesita tiempo para instalarse". Un guerrero nunca coge el fruto cuando aun está verde.
Manual del Guerrero de la Luz - Pablo Coelho.
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