lunes, 13 de octubre de 2014

Elogio de la fuerza...



















Por: Rafael Muci-Mendoza
...las células protectoras -la moral, las luces- han sido aniquiladas por un régimen malediciente y maleficiente que lo ha maleado todo...

He percibido la indetenible fuerza del río en varias ocasiones para recordar; una de ellas cuando esquiando en el río Orinoco -¡sí, esquiando yo!-, perdí el equilibrio y salí despedido dando tumbos por sobre aquél espejo de plata... Por su puesto, tenía un salvavidas ajustado a mi cuerpo.


Cuando me recuperé, miré hacia los lados y no alcancé a ver la lancha ¨voladora¨ que había venido arrastrándome. A decir verdad, no sentí angustia ni preocupación; en aquella quietud la masa acuosa del río me envolvía, sentía que me presionaba y me llevaba, sin estridencias, con terrible ímpetu y velocidad río abajo. Vi a lo lejos un punto que luego se hizo presencia: eran mis amigos y la lancha que venía en mi rescate. Me lanzaron un salvavidas y asunto concluido. En esos mismos días atravesamos el río Cinaruco al sur del Estado Apure en una chalana -embarcación pequeña de fondo plano-: El chalanero no se encontraba en su puesto: Había que resolver. Un grueso mecate extendido entre las dos orillas del río, dos rústicos, tres jóvenes alumnos y yo treintón. Había que tirar a mano de otro mecate para desplazar aquél pesado armatoste. 


Cuando entramos en el centro del río, la chalana fue empujada por la corriente y el mecate se tensó peligrosamente en dirección de la corriente. Con gran trabajo y esfuerzo llegamos a la otra orilla. La operación fue repetida en dos ocasiones.
 

Viajar con mis alumnos por tierra a la nación yanomama desde Caracas, fue una imprudencia para un médico de hospital que ya tenía una mujer, tres pequeños hijos, una familia, pero como inolvidable experiencia mucho me enseñó y mucho me dejó para contar...

Venezuela tiene un cáncer, un avanzado cáncer; una proliferación excesiva y anormal de células descarriadas -personas de mal vivir- que ha roto la armonía entre las gentes trastocando la homeostasis o balance natural que necesitamos para funcionar como sociedad. La célula o persona normal fallece toda vez que cumple su función. La célula cancerosa ¨no le obedece al freno ni lo paran falsas riendas¨ y nace para no morir, nace para matar. Es el Thanatos, es el Yang del taoismo. Tenemos un sistema de vigilancia interna o defensa natural que vigila nuestro cuerpo. Cuando fracasa, se descuida y se hace ineficiente, sobrevine la anomia: desaparecen leyes y normas y las células cancerosas forman bulto, un tumor cada vez más grande. Eso es lo que ha pasado en nuestro país, ni el Eros ni el Yin han podido ofrecer resistencia pues están debilitados y las células protectoras -la moral, las luces- han sido aniquiladas por un régimen malediciente y maleficiente que lo ha maleado todo.

La férrea unión de todos aquellos ciudadanos que pensamos que Venezuela debe tener un mejor destino tiene que ser como la fuerza del río... tiene que ser como la fuerza del amor, envolvente, determinada, inapelable, terca y sin retornos, decidida, dirigida a un fin común: la salida al mar de la libertad, porque no hay sino una sola causa por la cual luchar y sin la cual, todo sería vano: Venezuela; tanto así como el amor: quien ama sufre y quiere la libertad del otro.

En una carta de Albert Einstein (1879-1955) a su hija Lieserl, puede leerse; ¨Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el Amor. Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor. Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo. Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a  la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites¨.

Si todos los que nos oponemos a ver nuestra nación hecha harapos; si todos, sin egoísmos ni bastardos intereses hiciéramos un solo brazo, una sola voluntad, nadie podría controlar la envolvente fuerza del majestuoso río que seríamos y volveríamos a iniciar un periplo hacia la libertad y el crecimiento, eliminando las células malignas mediante el fortalecimiento de nuestro aparato de defensa que no es otro que el amor y la convivencia...
 

Addendum

Recientemente se ha asegurado que todos -es sólo cuestión de tiempo- seremos víctimas de la saña del virus chikungunya -ese nombre que no sabe pronunciar la ministra de salud, tan limítrofe-. Ya, desde diciembre del 2013, las islas del Caribe reportaron los primeros enfermos por esa infección viral.
 

Posteriormente, en febrero de 2014, la Organización Panamericana de la Salud emitió una alerta de vigilancia tras el salto del virus, desde las islas caribeñas, al continente americano. Nuestros epidemiólogos lo advirtieron, pregonaron su asalto y los mamelucos de la misión médica cubana -la que rige la salud de los venezolanos- hicieron oídos sordos: más bien, creo que ignoran saber qué hacer. 

Ahora después de todos estos meses es cuando en Gaceta Oficial proclaman que es una enfermedad de denuncio obligatorio. Por desgracia y por gracia de la opacidad imprimida por el régimen, nadie le cree al ministerio y no sabemos exactamente cuántos casos han ocurrido, pero ellos sí conocen cuántos criaderos del ¨patas blanca¨ han destruido: cuántos floreros, cuántos cauchos abandonados, cuántos recipientes de agua... ¡Qué estupidez! La pobreza de nuestro sistema de salud, incapaz de satisfacer las demandas de servicio del día a día, sin hospitales, dispensarios, medicinas ni disposición para el trabajo, mucho menos será capaz de atender una epidemia negada. Además, el virus de marras se ha aliado con el dengue, sus cuatro serotipos circulantes y el mameluco mayor que nos dice a los médicos que no podemos hablar, para hacernos a los venezolanos la vida de cuadritos.
 

Y para colmo se nos dice que el aguacerito continuará por 6 meses más y, que entre 10 y 20 millones de venezolanos se infectarán. Mientras tanto, los mamelucos, sacándose los mocos y mirándose la punta del dedo.

O nos unimos y hacemos la fuerza o perecemos definitivamente...

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