

(…) Me interesa especialmente saber cuál es su oferta. Me va razonablemente bien aquí: gano 25 dólares al mes, con provisiones y comida; tengo un hogar cómodo para Mandy (la gente le llama Señora Anderson) y los niños, Milly, Jane y Grundy, van a la escuela y aprenden mucho; el profesor dice que Grundy tiene cabeza para ser predicador. Van a la escuela dominical, y Mandy y yo vamos a la iglesia con regularidad. Nos tratan amablemente; a veces oímos a otros decir: "Esa gente de color era esclava en Tennessee". Los niños se sienten heridos cuando lo oyen, pero yo les digo que no era ninguna desgracia en Tennessee pertenecer al coronel Anderson. Muchos negritos hubieran estado orgullosos, como yo lo estaba, de llamarle amo. Ahora, si quisiera escribirme para decirme la paga que me daría, podría hacerme mejor a la idea de si me conviene volver. (…)
Uno de los momentos más impactantes de la carta es cuando le solicita que le abone todo lo adeudado por tantos años de trabajo sin recompensa:
(… ) Le serví fielmente durante treinta y dos años, Mandy durante veinte. A 25$ al mes para mí, y 2$ por semana para Mandy, nuestras ganancias ascenderían a 11.680 dólares. Sume a esto los intereses por el tiempo que ha tenido retenidas nuestras pagas y reste los gastos de vestirnos y las tres visitas del médico para mí, además de sacar un diente a Mandy, y el resultado mostrará lo que en justicia merecemos. Por favor, envíe el dinero a través de Adams Express, a la atención de V. Winter, esq, Dayton, Ohio. Si no nos paga por el trabajo que desempeñamos fielmente en el pasado, poca fe podemos tener en sus promesas para el futuro. Confiamos en que el buen Dios haya abierto sus ojos para ver los males que usted y sus padres nos han causado a mí y a los míos, haciéndoles trabajar duramente durante generaciones sin recompensa. Aquí cobro mi paga todos los sábados por la noche, pero en Tennessee no había más día de paga para los negros del que había para vacas y caballos. Seguramente, algún día, aquellos que privaron a los jornaleros de sus pagas tengan que devolvérselas. (…)
Hacia el final de la carta habla de las violaciones que sufrieron dos de sus hijas por parte de los "jóvenes amos" y de su temor a que se repitiese lo mismo con sus otras dos descendientes.
(…) Cuando responda esta carta, por favor explíquenos si habría alguna seguridad para mis hijas Milly y Jane, que han crecido y son dos jóvenes bien parecidas. Sabe lo que ocurrió con Matilda y Catherine. Preferiría quedarme aquí y pasar hambre - incluso morir, si fuera preciso - que llevar la vergüenza a mis hijas por la violencia y vileza de sus jóvenes amos. Por favor, aclárenos también si se han abierto escuelas para niños de color en su vecindario; mi mayor deseo es dar a mis hijos una educación, y lograr que sean jóvenes virtuosos. (…)
Para acabar la carta, manda un saludo para George Carter y le insta a que le dé las gracias de su parte por haberle quitado la pistola al Coronel Anderson cuando este le estaba disparando.
Nada se sabe de si llegó a percibir el pago de sus honorarios como esclavo con carácter retroactivo, pero lo que sí es seguro es que Jourdon Anderson no aceptó la oferta de volver a trabajar para su antiguo amo, ya que sus restos permanecen enterrados en el Woodland Cemetery en Dayton.
A pesar de que la carta lleva circulando por la red desde hace varios años (hay publicaciones de 2004), hasta ahora no ha llegado a ser ampliamente conocida por los internautas. Numerosas son las webs que señalan que se trata de un fake (bulo), pero los defensores de la veracidad de dicha carta aportan la publicación que realizó el New York Daily Tribune, el 22 de agosto de 1865, en el que se hizo eco de dicha carta.
Tomado de Yahoo
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