Por: Fernando Facchin B. - ffacchinb@gmail.com - Tenemos frente a nosotros la posibilidad cierta de evitar caer en una grave crisis de gobernabilidad bajo la premisa del presidente: "yo o el caos". La pretensión es convertir el 26S en un plebiscito donde se juega, solamente, el futuro de HRChF, sin importar el presente ni el futuro del país. No es posible la subsistencia de la gobernabilidad cuando el presidente confunde los verbos "gobernar" y "mandar", dos conceptos disímiles, gobernar es dirigir con sabiduría los destinos de un país para su desarrollo sostenible, mandar es un verbo de resonancia militarista, por eso en el estamento militar hay cadena de mando y no de gobierno. Entonces, ¿HRChF ha gobernado alguna vez en 11 años?, ¿Ha buscado consenso con quienes no piensan como él? No, lo que ha hecho es acaparar cuanto residuo de poder queda al alcance de sus manos, violar la Constitución mil veces, desconocer el Estado de Derecho, la propiedad privada y los derechos humanos, su idea es doblegar a todo el país a sus pies. ¿Podría pensarse entonces que sólo nos encontramos ante una amenaza electoralista, destinada a cosechar los abundantes frutos del miedo? El 26S la suerte del país se decidirá a todo o nada, en consecuencia, esa jornada de importancia vital nos permite sostener que el destino del gobierno pende del débil hilo electoral y el triunfo de la alternativa democrática tendría, a corto plazo, 2012, un efecto "destituyente" del hegemónico poder presidencial, luego, lejos ya de un ser un acontecimiento casi rutinario en este país de múltiples y fraudulentas elecciones, el 26S se convierte así, desde la retórica oficial, en una batalla histórica entre los "buenos y los malos". La alternativa democrática lo superará el 26S, como se prevé, ¿aceptará HRChF dialogar con ella? Si no pudiera "mandar" como lo ha hecho hasta ahora, sin límites morales, políticos o institucionales, ¿se resignará a "gobernar" de aquí a 2012? Esta es la pregunta que hay que hacerse hoy. Estamos frente al peligro de la ingobernabilidad que vendrá de parte del oficialismo, por ello debemos ganar todos los escaños parlamentarios, para evitar que siga mandando y sea controlado por un Parlamento plural y democrático que dicte los instrumentos legales pertinentes y frene el desmedido poder del presidente y que éste se decida a gobernar y deje de mandar. Gobernar sin mayoría en el Parlamento ha sido frecuente y sano en las democracias presidencialistas contemporáneas, sin que hubiera por eso una crisis de gobernabilidad, siempre y cuando el presidente entienda que su función es gobernar y no mandar, aun cuando creo que no está psicológicamente preparado para hacerlo. Lo ideal sería que el presidente decidiera al fin pasar de la confrontación al diálogo por el bien del país. En definitiva, Chávez no sabe gobernar, sabe mandar autoritariamente, por esa razón sólo vemos un panorama nacional devastado por una crisis económica, social y política, donde no hay claridad de rumbo debido a la improvisación, la incapacidad, la corrupción y la mediocridad de quienes mandan. Por esa razón el llamado diario y repetitivo para acudir a votar masivamente no debe detenerse. El proyecto de cambio parlamentario debe estar orientado a que la alternativa democrática convenza con su posición de liderazgo, centrándose en el futuro inmediato, en las reformas legislativas y en las oportunidades existentes frente al continuismo que nos condena a la destrucción del país, requerimos un cambio de rumbo político y de forma de gobernar, especialmente en lo que se refiere al manejo de los dinero públicos, servicios públicos, educación, salud, seguridad, infraestructura y vivienda, oportunidades laborales, inversión productiva, desarrollo sustentable con seguridad jurídica, orientación territorial en función a la descentralización y a una profunda regeneración democrática con destino a tener un gobierno respetado, no temido, y donde la sociedad recupere el papel protagónico que le otorga la CN, que se impongan la limitación a la reelección y al periodo de gobierno, el control administrativo del Estado, la pluralidad informativa y legislativa, la separación de poderes, un programa de gobierno que nos lleve por la senda del progreso y no del retroceso histórico-político, debemos demostrar la importancia y eficacia del cambio propuesto. Mandar es lo contrario a gobernar.
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