Por: Manuel Barreto H. - "La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo y no puede nacer lo nuevo; y en ese interregno se producen los fenómenos morbosos más variados".Antonio Gramsci - Según los estudiosos del tema hay distintas tipologías de liderazgo en política: el líder ideológico que define objetivos y busca reformas, el líder transaccional que gestiona y que es especialmente eficaz en momentos de estabilidad o el líder carismático que suele surgir en tiempos de crisis y se fundamenta en lo emocional. El liderazgo en el lenguaje político es un término estrechamente relacionado con el carisma. El uso político de este segundo concepto, el carisma se lo debemos al sociólogo alemán Max Weber, que lo definía como "una cualidad extraordinaria de una personalidad en virtud de la cual ésta es considerada como poseedora de poderes y cualidades sobrenaturales o sobrehumanos, o cuanto menos excepcionales, no accesibles a los demás". Para aquel entonces no se imaginaba Weber, en relación a los liderazgos carismáticos de corte totalitario, que éstos se apoyarían en la manipulación ideológica en el sentido más amplio, y la represión y control de la sociedad. Ya no será posible distinguir entre el apoyo irrestricto y ciego al líder, y el miedo o la necesidad, en sociedades donde todo termina dependiendo de la voluntad del líder máximo.Así se concebía a fines del siglo XIX, la conformación de líder, no en balde el término líder significa "führer" en alemán y así era cómo Hitler quería que todos los alemanes lo llamaran.En este milenio el carisma es algo diferente, más próximo a la popularidad, los líderes no deben pretender destacarse por encima del ciudadano común, más bien al contrario, el líder político debe presentarse como alguien corriente, no distanciado del resto, y logrará su cometido quien represente los intereses del grupo, quien pueda presentarse como parte de la mayoría, quien separe lo grande de lo vulgar. Lo habitual, en toda conversación que se sostiene actualmente, además de por qué el NO a la enmienda debe permitir oxigenar a nuestra manipulada democracia, converge en los liderazgos que emergen y lógicamente emergerán en estos convulsionados tiempos. Se requiere, y nadie afirma lo contrario, esa persona que nos haga vibrar de entusiasmo y de optimismo, que no nos aliente con demagogia, como lo hicieron los que hoy ostentan el poder, sino que además de su discurso esperanzador, cumpla todas y cada una de sus promesas.No fue un simple capricho la inhabilitación de Leopoldo López, ni fue cuestión de causas y azares el triunfo de Antonio Ledezma para la Alcaldía Mayor, por nombrar dos casos emblemáticos del compromiso y la dedicación responsable en el ámbito político. Dos generaciones diferentes y una visión muy similar y consciente de las necesidades de la ciudadanía, de las presiones, de las injusticias, de las desigualdades que incuban rencor. Dos generaciones que comprenden que en este duro momento que transita el país, se requiere del concurso de todas y cada una de las generaciones venezolanas, unan su vigor con su experiencia, su reflexión con su impaciencia, para transitar el camino, y salvar los obstáculos, que le permitan alcanzar el verdadero rescate de este marasmo en el cual se encuentra la nación.Si bien es cierto que hoy más que nunca se necesitan líderes políticos capaces de contribuir a definir los futuros posibles y deseables, y de acompañar a la ciudadanía en su búsqueda de una sociedad distinta y mejor, no es menos cierto que toda una generación de relevo se está preparando, basando su liderazgo sobre unos nuevos conceptos, muchos de ellos distintos a los considerados habituales en los estamentos políticos tradicionales, distintos a las cansonas campañas demagógicas de gritos y amenazas, de palabrería e insultos. Ya les hemos visto, demostrando coraje, dispuestos al debate, obligados a perfeccionar sus argumentos y con una clara capacidad de desafío, condición fundamental que no les permite resignarse ni conformarse en ningún momento. Y este es el momento; el comprometerse con las acciones que permitan frenar las pretensiones de perpetuarse en el poder de un régimen que NO cumplió, ni cumplirá con sus ciudadanos, será la carta-aval que les garantizará su justo sitial en el porvenir político del país. Los grandes líderes políticos surgen cuando hay falta de fe y de esperanza, cuando es necesario un faro que ilumine la ruta de las naciones.
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