Por: Octavio Montiel
Un tono encolerizado,
fuerte gesticulación
de valiente, guapetón,
sietemachos, arrojado,
son tan sólo el decorado
del más rastrero talante.
¿Acaso habrá quien se espante
de ese verbo capachero
con que cubres, lisonjero,
tu espíritu de adulante?.
Nos parece interesante
la técnica que controlas,
pues con ella jalas bolas,
mientras que lo altisonante
solapa el modo aberrante
de tanta genuflexión
que brota en cada oración
con que sobas al tirano.
Pero se te va la mano
en el ajeno calzón.
Más alto que la función
de tira golpes y macho
grita el pobre carapacho
que tienes por corazón.
Tu fémina sumisión
a un hombre que crees más fuerte,
obliga al país a verte
como la histérica foca
con el labial en la boca:
“socialismo, patria o muerte”.
Así que para creerte
arrecho, como ha de ser,
hay que verte sin poder,
sin amo y con otra suerte.
No creo que podamos verte
en un futuro cercano,
levantando allí la mano
cual peleón y súper hombre.
Y no decimos tu nombre
por el respeto a tu hermano.
martes, 12 de enero de 2010
El bobo feroz
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