miércoles, 18 de noviembre de 2009

Venezuela se ha hecho ingobernable


Foro “Siglo XXI” observa que nuestro país ha entrado en una abierta fase de ingobernabilidad. Se ha perdido la capacidad institucional de control político del cambio social y el gobierno ha visto desaparecer su capacidad de control de los objetos de su gobierno. Estamos ante una sobrecarga de exigencias sociales que la ineptitud del régimen hace imposible de cubrir y que, por el contrario, aumenta ante el debilitamiento de la capacidad de intervención para dar respuestas favorables. Basta observar el comportamiento de exigencia de diversos y vastos sectores de nuestra población y la incapacidad del sistema político que nos rige para atenderlas. La ingobernabilidad proviene del deficiente desempeño gubernamental que olvidó, en primer término, el crecimiento natural del país y que, en segundo término, no tomó ninguna previsión en términos de inversión y desarrollo. El gobierno que padecemos ha sido absolutamente incapaz de tomar decisiones, simples o complejas, frente a las exigencias del cuerpo social. Las pocas decisiones que se han tomado han carecido de efectividad, han resultado derruidas por la ineptitud de los funcionarios encargados de administrarlas y, en infinidad de casos, desvirtuadas y paralizadas por la corrupción. Aún la reacción favorable inicial hacia algunas políticas gubernamentales, de mero asistencialismo y sin concepción de desarrollo humano, han perdido aceleradamente la aquiescencia original, aunque cabe advertir que tal aquiescencia nunca se tradujo ni implicó efectividad alguna en su diligencia por parte de los entes administradores de las mismas. La situación de pobreza y de incapacidad nacional para un desarrollo humano sostenido no han sido alteradas de manera alguna por los subsidios gubernamentales disfrazados de cosmética, siendo así que la nación presenta sus mismas fallas dado que las políticas gubernamentales no han alterado las condiciones prevalecientes. Por el contrario, se han acentuado vicios culturales en el comportamiento de nuestros compatriotas y la incoherencia de las políticas gubernamentales las hace caer en contradicciones de tal magnitud que se anulan entre sí. Más allá de la ingobernabilidad como concepto derivado de la situación social y económica del país, es menester mirar la situación desde un ángulo político. Esto es, la ingobernabilidad que afecta a la república proviene de la manifiesta incapacidad para introducir cambios en la marcha hacia metas políticas sin producir, como está sucediendo, una auténtica dislocación social. Se ha perdido completamente la posibilidad de corrección en el camino que se anda. La determinación de romper al país en dos pedazos irreconciliables, mediante el apelo a la confrontación como método de conservar el poder en el ejercicio de la violencia y la ruptura de las reglas de los procesos democráticos, ha conllevado a la disolución progresiva de las relaciones entre bases sociales y representación gubernamental. De esta manera, el gobierno que padecemos carece de toda fuerza para ser seguido fuera de la que impone con el ejercicio del poder armado. Las continuas manifestaciones de desapego y exigencia indican una amenaza de ruptura que la sociedad en su conjunto comienza a ver como válvula de escape a una presión insostenible. Resulta absolutamente improcedente llamar la atención del régimen sobre la presente situación, pues es obvia su incapacidad de preferenciar el trato con los diversos sectores en protesta y mucho menos de recoger en su conjunto las exigencias de la sociedad civil para agregarla a la acción gubernamental. Por el contrario, en su espejismo ideologizado el régimen fractura, agrede, impone y recurre a métodos inaceptables para buscar la cohesión de la nación, como es el del trajinado planteamiento de una guerra externa. No estamos frente a un gobierno democrático de manera que las mencionadas posibilidades de baja de las tensiones están absolutamente descartadas. Ello conduce a la autonomización de las acciones sociales que hasta el momento se han mostrado inconexas, pero que contienen en sí una grave advertencia de actuación al margen de toda institución o de toda agrupación organizada. El aumento del sector informal, la violencia homicida que cobra víctimas en número impresionante y la marginalidad que se nota en la proliferación de seres abandonados a su suerte en las calles de nuestras ciudades, llaman ostensiblemente a soluciones dramáticas. Foro “Siglo XXI” llama al país a la observación de que sólo es posible enfrentar los gravísimos problemas de ingobernabilidad mediante un proceso hacia la democracia. Ello implica un entendimiento global entre los hasta ahora factores inconexos y una definición del marco teórico y práctico que lo determinará, pues de la calidad de la transición depende siempre la calidad de la democracia que emerge. Un proceso ordenado implica desde un cambio de la cultura política como factor interno deseable hasta una determinación de lo político-jurídico, hasta la consideración detallada de la emergencia social que la ha producido. Foro “Siglo XXI” llama a considerar los factores reales de convergencia que posibiliten las salidas pacíficas y doten a la nación de un rumbo preciso, de uno que devuelva a la población la confianza y que permita el retorno de un clima de gobernabilidad en el marco de una democracia de este siglo.

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