Por: @golcar1 - El sábado 14 de noviembre, mientras revisaba mi timeline de Twitter que, para quienes no están familiarizados con esta red social, viene a ser la pantalla en donde aparecen todos los comentarios publicados por las personas que yo sigo, junto con los míos, tuve la sensación de que estaba viendo, a través de una pequeña pantalla, al país en su conjunto. Mientras algunos twitteros discutían sobre la situación política del país, con comentarios desde los más conciliatorios hasta los más radicales, otros hablaban acerca de su situación personal en ese momento y otros lo hacían sobre sus aficiones o sobre su trabajo. De esta forma, mi timeline pasaba de un comentario sobre los presos políticos a otro sobre lo que querían comer o estaban comiendo. Unos se concentraban en el partido de béisbol y otros en la corrida de toros que se llevaba a cabo en la Monumental de Maracaibo. Más tarde, otro grupo seguía con atención un encuentro de boxeo que se desarrollaba en algún sitio, llegando incluso a hacer sus predicciones sobre cuál de los dos boxeadores derribaría al otro. Una twittera se quejaba por su imposibilidad de dormir debido a una fiesta que tenían los vecinos, otra acerca de la migraña que se le empezaba a manifestar, mientras que otros se enfrascaban en una profunda discusión acerca de los líderes estudiantiles y el papel que deberían jugar en la política actual del país. Todo esto se desarrollaba al mismo tiempo. Algunos miembros de la red indagaban sobre la presencia de la cantante colombiana Shakira en una fiesta en Valencia y unos cuantos políticos se dedicaban a defender sus puntos de vista acerca de la unidad de los factores de oposición para enfrentar la situación actual del país y, específicamente, para encarar las elecciones de Asambleístas del año que viene. PASA EN LA VIDA, PASA EN TWITTER - Mientras mi vista recorría la pantalla del computador, podía ver cómo la vida diaria real se reflejaba en los comentarios de los usuarios. En mi tienda de mascotas siempre me ha llamado la atención cómo cada cliente que llega tiene su propia historia que contar y sus conflictos personales qué atender. Allí llega la señora que se preocupa por la situación política del país, que vive obsesionada con lo que el presidente dice y hace, al punto de parecer obsesiva. Pero también llega el señor al que la política no le interesa para nada y que no tiene ni la más remota idea de lo que haya podido hacer o decir el primer mandatario. Entra un cliente y sale otro. Llega quien está preocupado porque algún representante de un organismo oficial lo acaba de matraquear, y llega el que comenta sin ningún pudor que se está enriqueciendo con la corrupción. Allí encuentro a la señora que sufre con el abandono de los animales y de los niños en la calle, y la chica que pasa por un lado de ellos sin siquiera notar que existen. El estudiante que está dispuesto a dar su vida por la libertad y el muchacho al que no le interesa nada más que el bonche del viernes o el viaje a la playa. Ese sábado, la vida 2.0 (twitter) se me iba entremezclando con la vida 1.0 (la de carne y hueso) y podía sentir cómo la primera no era más que una proyección de la segunda. Y me pareció que twitter es “como la vida misma”. Twitter es como un espejo en el que se refleja el país. Allí no falta quien haga publicidad sobre algún evento o producto, quien se dedique a hacer chistes sobre la actualidad o los que descargan contra el gobierno o la inseguridad. Es como una plaza pública en la que se encuentran los ricos y los pobres, los de izquierda, de centro y de derecha, los artistas y los políticos, los periodistas y los dueños de medios. Todos de igual a igual. Allí cualquiera puede interactuar con personas que en la vida real jamás se hubiera podido imaginar siquiera saludar. Algunos personajes son más accesibles que otros, unos son más amables y otros bastante displicentes. Están los que responden a todos los comentarios que les hacen y siguen a un gran número de personas, que a su vez los siguen a ellos, y están los que tienen miles de seguidores y siguen a unos pocos, los que llamarían en algunos casos “twitterdivos”, que en muy pocas ocasiones responden a los comentarios de sus seguidores y sólo retransmiten, se comunican e interactúan con otros twitterdivos. Por supuesto que estas reflexiones no pretenden ser un tratado científico sobre el tema. No tengo la menor duda de que se desarrollarán o ya se están desarrollando investigaciones en el campo de la sociología y de la comunicación que podrán dar cuenta de si mi percepción es correcta o no. La relación del mundo 2.0 con el mundo 1.0 es una fuente inagotable para la investigación de las ciencias sociales. Por lo pronto yo me quedó con la sensación de que “Twitter es como la vida misma” y con la impresión de que tal vez alguien ajeno a la realidad venezolana que se acerque al timeline de cualquier twittero del país podría pensar que en Venezuela estamos todos un poco desquiciados.
http://golcar.wordpress.com/2009/11/16/twitter-como-la-vida-misma/
lunes, 16 de noviembre de 2009
Twitter: como la vida misma
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