Por: Mercedes Montero - mechemon99@yahoo.co.uk - Una Tribuna para voces del decoro - Hugo está aturdido, una bulla que viene desde adentro de su mente está a punto de hacerle perder la razón. Es la voz de su conciencia, juez implacable, la que causa ese ruido, la que le dice en forma fría pero con volumen creciente que ha perdido, es culpable del destrozo del país y del robo a la nación a la que desde el fondo de su corazón detesta. Lo que es peor que para nada le ha servido tal vileza pues no alcanzará su objetivo final que no es otro que llegar a ser el líder global del imperio castro comunista y heredero del trono de Fidel. Hugo, cobarde como es se niega a reconocer esa voz, prefiere engañarse a si mismo y achacarle ese ruido ensordecedor a la nación, razón por la cual anhela el silencio de la opresión. Cada día de sus nefastos 10 años de gobierno ha puesto a equipos de serviles a diseñar torturas mediáticas, ejemplos sobran: Alo Presidente, las cadenas interminables, la invasión que de cada hogar hace su imagen. Sin embargo a medida que esto ha ocurrido el ruido interno ha crecido con el paso del tiempo y ahora le habla a gritos. A Hugo se le ocurrió un plan magistral y al igual que Emiliano Zapata que cuando no ganaba, arrebataba, decidió arrebatarle la libertad de expresión a todos los venezolanos. La única voz que se oirá será la suya, todos sus acólitos dirán”si señor” y a la masa de odiados les será ordenada la mordaza, sin darse cuenta Hugo que mientras más silencio haya en el exterior, más aumentará el volumen de la voz de su conciencia. Como Hugo no quiere perder imagen, pero es cobarde como él solo, le ordenó a Diosdado Cabello , a quien gran miedo le tiene, que cerrara las radioemisoras y televisoras ya que son los medios más utilizados por las clases populares. Se imagina que como es CONATEL el organismo que ejecuta el despojo, a él no lo chispea. Al mismo tiempo le pide a Luisa Ortega que levante los muros del silencio mediante la propuesta de la Ley de Delitos Mediáticos, con la cual todo lo que se diga o deje de decir, incluyendo el lenguaje por señas, que sea diferente a las loas al líder del proceso son delitos. Sin acordarse la Fiscal que las peroratas presidenciales de 8 horas son un abuso mediático y como tales podrían calificar como delito, que la procacidad del lenguaje presidencial es una falta de respeto, y que la burla de la que Hugo hace objeto a todo sus adversarios es discriminació n, y, que un presidente NO puede discriminar. Cuando el ruido dentro de la cabeza de Hugo sea insoportable, volverá a traer a colación los temas del golpe de estado y el magnicidio, será entonces que se de cuenta que la extensión y profundidad de su fracaso, el odio que lo embarga hacia el país y la nación a la que pertenece, su cobardía y la voz poderosa de su conciencia son los cuatro jinetes de su Apocalipsis personal. Es decir con todas estas acciones Hugo se está destruyendo a sí mismo.
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