Por: Per Kurowski - El Universal - Frederick Studemann un editor del Financial Times de Londres recientemente recordó en ese periódico los eventos de la caída del muro de Berlín hace 20 años de la siguiente manera: “La idea que todo cambiase y que la división de Alemania terminase parecía increíble. Los eternos optimistas, o los nacionalistas, podían haber albergado esas esperanzas; pero los inteligentes y sensatos aceptaban que lo mejor era conseguir una manera práctica para convivir con todo aquello.Esto es una de las más claras lecciones de 1989; no obstante todos sus conocimientos, las personas supuestas a saber más de todo aquello, los funcionarios, los académicos y los periodistas que opinan, pueden estar equivocados”. En otras palabras amigos, conclusión, no se desesperen, que la locura actual se acaba. Pero Studemann luego escribe que muchos de la Alemania Oriental tuvieron que sufrir “el stress y la humillación de tener que adaptarse guiados por los engreídos y mediocres funcionarios que cual paracaidistas les envió Occidente… resultando en que un país que con entusiasmo abrazó el cambio hace dos décadas, hoy se encuentra más temeroso”. En otras palabras amigos, conclusión, no es suficiente acabar con la locura, hay que reemplazarla con algo bueno. Y es por eso mismo que soy un NI-NI; desde tiempo atrás, como evidencia el que algunos de mis artículos al comenzar este desgobierno terminaban con la frase “Ni Habana, ni Miami… ¡CARACAS!”. En la semana, un amigo, me definió mejor como un NO-NI, dando un NO rotundo al oficialismo y un NI a la actual oposición. Sin implicar un orden particular: Señores Pablo Pérez, Leopoldo López, Ismael García, Enrique Márquez, Henrique Capriles, Antonio Ledezma, Carlos Ocariz y demás opciones de liderazgo tanto conocidas como desconocidas, les garantizo que no tengo el menor problema de votar por cualquiera de ustedes, con entusiasmo, si es para gobernar a nuestra Venezuela con los recursos que los venezolanos les asignen, vía el pago de impuestos. Pero, igual les digo, con sinceridad, que no tengo la menor confianza en ninguno de ustedes para manejar adecuadamente la siembra de todas nuestras resultas petroleras… ¿entendidos? No me malinterpreten, estoy seguro que ustedes lo harían mil veces mejor que el cacique de turno… ¿quién no?, sólo que esas mil veces mejor, simplemente no me resultan suficientes, por cuanto sé que 27 millones de cuota partes de resultas petroleras administradas individualmente por los venezolanos, lograrían mejores resultados que los que puede producir cualquiera de ustedes administrando y sembrando todas las cuotas juntas. Y aún para el caso que de pronto ocurriese el milagro de conseguir al inhumanamente perfecto, sabríamos que en la bajadita siempre nos esperaría el humanamente imperfecto para echarlo todo a perder… en nanosegundos. Nuestra Venezuela no debemos buscarla donde la perdimos sino donde la queremos encontrar. Estoy seguro que ese sitio se encuentra donde nos hemos librado de nuestros jeques y las resultas petroleras han sido colocadas en el bolsillo particular de cada venezolano, así sea inicialmente sólo mediante la entrega de un recibo que diga: “Ciudadano, mediante la presente certificamos que hemos recibido de usted XXX dólares mensuales por concepto de sus resultas petroleras. Agradecemos su confianza y tiene usted todo el derecho de exigirnos los resultados correspondientes”.
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