Por: Robert Bottome y Norka Parra - Hoy los venezolanos se enfrentan a un presidente con afán dictatorial, que no quiere entender que una mayoría contundente no aceptó el cambio de Constitución para imponer un Estado comunista. Hugo Chávez ha demostrado con creces que no existe Constitución ni ley ni institución alguna que respete a la hora de satisfacer sus ambiciones de poder. También ha demostrado que le importa menos que un grano de comino la opinión de la ciudadanía o el impacto negativo que su proyecto político tiene en la población. Además, ha evidenciado que puede jugar en distintos tableros para construir su particular hegemonía dictatorial. Con estas "habilidades" Chávez ha delineado un país con graves complicaciones en todos los ámbitos, muy difíciles de digerir por una población acostumbrada a 40 años de relativa estabilidad política, social y económica. Un país donde las instituciones funcionaban y que, a pesar de fallas y debilidades, permitían un cierto orden y equilibrio de fuerzas. Un país donde los mayores problemas confrontados eran la inflación, desequilibrios económicos y sociales, pobreza y corrupción. Ahora los venezolanos día a día se enfrentan a problemas cada vez peores, de más difícil resolución y que escapan su comprensión. En este decenio, muchos venezolanos han visto sus vidas perdidas o amenazadas por el poder de las armas del Gobierno, sus propiedades invadidas, confiscadas, expropiadas o estatizadas. También han visto cómo los cubanos se apoderan del manejo de su identidad, del registro de sus propiedades, de sus políticas de salud y de los proyectos de desarrollo del sector eléctrico, entre otras áreas. Hoy los venezolanos se enfrentan a un presidente con afán dictatorial, que no quiere entender que una mayoría contundente no aceptó el cambio de Constitución para imponer un Estado comunista. Ahora tienen que ver cómo oponerse no sólo a los 26 decretos ley del "paquetazo" que busca sortear el veto constitucional del 2 de diciembre de 2007, que cercena un sinfín de derechos civiles y económicos y de libertades civiles. Todo esto en paralelo a la no menos grave situación del sector eléctrico nacional, la ingente inflación y la grave crisis económica en ciernes. Ni qué decir del incontenible problema de inseguridad. Por si todo esto no fuese suficiente para acoquinar al venezolano, a Hugo Chávez no se le ha ocurrido nada mejor que poner el territorio nacional a la orden de los rusos, para que su flota transite y haga ejercicios militares en nuestras aguas. Incluso no descarta que Rusia establezca una base militar en tierra firme. Con esta nueva barrabasada, Chávez demuestra cuán indiferente le es la Constitución, la cual dicta que el espacio geográfico venezolano es una zona de paz, donde "no se podrán establecer en el bases militares extranjeras o instalaciones que tengan propósitos militares, por parte de ninguna potencia o coalición de potencias". También demuestra que le tiene sin cuidado meter al país, e incluso a la región, en el ojo del huracán de un juego de guerra que no es de su incumbencia.
© AIPE
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