Por: Thays Peñalver - @thayspenalver
Que si Maduro es “fo”… Que si las firmas son chimbas… Que si le dieron una paliza en Panamá… Nuestro problema no es Maduro, sino incluso ir más allá de ganarle al chavismo y no, como pretende parte del liderazgo opositor, vencer por forfait o porque la economía hecha jirones se hiciera cargo de todo. Como reza el adagio: “Necesario no solo es vencer, sino también convencer”, que es, sin duda alguna, la pata coja de nuestro liderazgo.
Venezuela se dispone nada menos que a enfrentar la última elección de la década y quizás la más importante de las batallas electorales. En ella se juega nada menos que “el fondo del problema” que fue muy bien explicado por el ex presidente chileno Eduardo Frei a los meses de la muerte de Allende: “El fondo del problema es que este gobierno minoritario, presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo –que fue el eslogan de su propaganda nacional y mundial– estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria (...) y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación, de tal manera que ya en el año 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria” (Frei 1974).
Y eso lo explicó perfectamente Allende, quien no tenía intención de engañar a nadie, como sí lo hizo Chávez: “La lucha revolucionaria puede ser la guerrilla (...) cada pueblo tiene su propia realidad (...) no hay recetas (...) pero la nuestra es la vía electoral. Nosotros hemos usado el cauce electoral (...) para hacer la revolución, vale decir transformar nuestra sociedad, vale decir construir el socialismo (...) [vamos a] utilizar las propias reglas de juego de la democracia, para alcanzar la revolución (...) que es inobjetablemente de carácter comunista” (Allende-Debray 70-71).
El fin de esta elección parlamentaria no es solo ganarle a Maduro, sino impedir la mayor violación colectiva de los derechos humanos y garantías constitucionales en la historia de Venezuela. Y quien crea que la economía es suficiente para movilizar el voto protesta o que Maduro y su combo no están trabajando aceleradamente para ganar aunque saquemos 60% de los votos, está profundamente equivocado. Este es un gobierno abismalmente destructivo, a tal punto que a la muerte de Chávez había 700 billones de bolívares en la calle y en apenas 12 meses la desquiciada y suicida teoría económica aumentó el número de billetes en la calle a tal punto que ahora son 2,3 trillones de bolívares, creando una verdadera catástrofe económica a futuro, pero una sensación ficticia de liquidez en las clases menos favorecidas, hoy entregadas y explotando el mercado negro, que serán los grandes perdedores a futuro, pero que hoy no los moviliza por sí solos a votar.
A esto hay que añadir que el gobierno está redireccionando hasta la harina PAN para su sistema de distribución y está entregando, ya sin vergüenza alguna, los dólares y las prebendas a sus bancos. Adicionalmente, el gobierno que vendía sus divisas a 6,30 o a 50 bolívares, hoy los vende a 200 y no tiene reparo en hacerlo a 300 antes de las elecciones, para garantizar aumentos y beneficios para los suyos y una alta movilización de su 25%-30% dispuesta a todo por preservar sus cestatickets u obtener algo de los listados oficiales.
Así es, pues, como el gobierno ha comenzado a hacer trampas claramente a la vista y ante el silencio casi cómplice de la mayoría del liderazgo opositor. Es evidente que los 1.000 nuevos centros electorales benefician descaradamente al gobierno que ya no necesitará siquiera ir a buscar a sus votantes, sino que los votantes acudirán como en Cuba a votar a las sedes de los colectivos. Si a esto le sumamos las migraciones de empleados públicos y de nuevo ocurre, como los datos expuestos en este caso por Eugenio G. Martínez es que no solo: “El Registro Electoral creció 33,4% en los centros de votación con mayor tendencia histórica a apoyar (al) oficialismo, mientras creció solo 17,5% en los centros con tendencia a votar por la oposición” (24/12/15), sino que descaradamente la oposición pierde habitantes por decenas de miles en sus circunscripciones y ahora varios diputados en puestos salidores de la oposición serán escogidos en circunscripciones chavistas, en los que la tendencia es nada menos que 70/30.
Y el colofón de todo esto es que habrá diputados nuevos en la circunscripción 6 del estado Aragua en la que ganó el chavismo 65-27. La circunscripción 1 de Barinas (70-30) y la circunscripción 1 de Guárico, casi 80-20. Por eso gracias a estas trampas en la última elección presidencial de 2013, con una votación prácticamente empatada, ellos ganaron 99 diputados en sus circunscripciones, mientras que con los mismos votantes la oposición gano 66, y ahora con las nuevas están aumentando en sus circunscripciones de tal manera que un escenario posible es que aun la oposición sacando 57% de los votos, ellos obtendrían 108 diputados mientras la oposición obtendría 58.
Finalmente ¿votar o no votar? es una pregunta compleja de responder. Pero la solución a esta pregunta no es lo importante, sino lo que opera en la mente de una buena parte del electorado opositor. Porque la abstención, generada por una falta clara de explicación del liderazgo, juega también a favor de Maduro. Carrizo ¿hasta cuándo van a seguir optando por el silencio?
Que si Maduro es “fo”… Que si las firmas son chimbas… Que si le dieron una paliza en Panamá… Nuestro problema no es Maduro, sino incluso ir más allá de ganarle al chavismo y no, como pretende parte del liderazgo opositor, vencer por forfait o porque la economía hecha jirones se hiciera cargo de todo. Como reza el adagio: “Necesario no solo es vencer, sino también convencer”, que es, sin duda alguna, la pata coja de nuestro liderazgo.
Venezuela se dispone nada menos que a enfrentar la última elección de la década y quizás la más importante de las batallas electorales. En ella se juega nada menos que “el fondo del problema” que fue muy bien explicado por el ex presidente chileno Eduardo Frei a los meses de la muerte de Allende: “El fondo del problema es que este gobierno minoritario, presentándose como una vía legal y pacífica hacia el socialismo –que fue el eslogan de su propaganda nacional y mundial– estaba absolutamente decidido a instaurar en el país una dictadura totalitaria (...) y se estaban dando los pasos progresivos para llegar a esta situación, de tal manera que ya en el año 1973 no cabía duda de que estábamos viviendo un régimen absolutamente anormal y que eran pocos los pasos que quedaban por dar para instaurar en plenitud en Chile una dictadura totalitaria” (Frei 1974).
Y eso lo explicó perfectamente Allende, quien no tenía intención de engañar a nadie, como sí lo hizo Chávez: “La lucha revolucionaria puede ser la guerrilla (...) cada pueblo tiene su propia realidad (...) no hay recetas (...) pero la nuestra es la vía electoral. Nosotros hemos usado el cauce electoral (...) para hacer la revolución, vale decir transformar nuestra sociedad, vale decir construir el socialismo (...) [vamos a] utilizar las propias reglas de juego de la democracia, para alcanzar la revolución (...) que es inobjetablemente de carácter comunista” (Allende-Debray 70-71).
El fin de esta elección parlamentaria no es solo ganarle a Maduro, sino impedir la mayor violación colectiva de los derechos humanos y garantías constitucionales en la historia de Venezuela. Y quien crea que la economía es suficiente para movilizar el voto protesta o que Maduro y su combo no están trabajando aceleradamente para ganar aunque saquemos 60% de los votos, está profundamente equivocado. Este es un gobierno abismalmente destructivo, a tal punto que a la muerte de Chávez había 700 billones de bolívares en la calle y en apenas 12 meses la desquiciada y suicida teoría económica aumentó el número de billetes en la calle a tal punto que ahora son 2,3 trillones de bolívares, creando una verdadera catástrofe económica a futuro, pero una sensación ficticia de liquidez en las clases menos favorecidas, hoy entregadas y explotando el mercado negro, que serán los grandes perdedores a futuro, pero que hoy no los moviliza por sí solos a votar.
A esto hay que añadir que el gobierno está redireccionando hasta la harina PAN para su sistema de distribución y está entregando, ya sin vergüenza alguna, los dólares y las prebendas a sus bancos. Adicionalmente, el gobierno que vendía sus divisas a 6,30 o a 50 bolívares, hoy los vende a 200 y no tiene reparo en hacerlo a 300 antes de las elecciones, para garantizar aumentos y beneficios para los suyos y una alta movilización de su 25%-30% dispuesta a todo por preservar sus cestatickets u obtener algo de los listados oficiales.
Así es, pues, como el gobierno ha comenzado a hacer trampas claramente a la vista y ante el silencio casi cómplice de la mayoría del liderazgo opositor. Es evidente que los 1.000 nuevos centros electorales benefician descaradamente al gobierno que ya no necesitará siquiera ir a buscar a sus votantes, sino que los votantes acudirán como en Cuba a votar a las sedes de los colectivos. Si a esto le sumamos las migraciones de empleados públicos y de nuevo ocurre, como los datos expuestos en este caso por Eugenio G. Martínez es que no solo: “El Registro Electoral creció 33,4% en los centros de votación con mayor tendencia histórica a apoyar (al) oficialismo, mientras creció solo 17,5% en los centros con tendencia a votar por la oposición” (24/12/15), sino que descaradamente la oposición pierde habitantes por decenas de miles en sus circunscripciones y ahora varios diputados en puestos salidores de la oposición serán escogidos en circunscripciones chavistas, en los que la tendencia es nada menos que 70/30.
Y el colofón de todo esto es que habrá diputados nuevos en la circunscripción 6 del estado Aragua en la que ganó el chavismo 65-27. La circunscripción 1 de Barinas (70-30) y la circunscripción 1 de Guárico, casi 80-20. Por eso gracias a estas trampas en la última elección presidencial de 2013, con una votación prácticamente empatada, ellos ganaron 99 diputados en sus circunscripciones, mientras que con los mismos votantes la oposición gano 66, y ahora con las nuevas están aumentando en sus circunscripciones de tal manera que un escenario posible es que aun la oposición sacando 57% de los votos, ellos obtendrían 108 diputados mientras la oposición obtendría 58.
Finalmente ¿votar o no votar? es una pregunta compleja de responder. Pero la solución a esta pregunta no es lo importante, sino lo que opera en la mente de una buena parte del electorado opositor. Porque la abstención, generada por una falta clara de explicación del liderazgo, juega también a favor de Maduro. Carrizo ¿hasta cuándo van a seguir optando por el silencio?
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